ANIMALES DE COMPAÑÍA

Las zonas de recreo para perros de Barcelona: pocas y pequeñas

Unos perros juegan en la zona de recreo para perros de la avenida de Mistral, esta semana.

Unos perros juegan en la zona de recreo para perros de la avenida de Mistral, esta semana. / JOAN MATEU PARRA

Luis Benavides

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Las zonas de ocio para perros podrían ser una fuente de estrés para los canes. Las 115 áreas delimitadas en Barcelona para mascotas son insuficientes para los más de 160.904 perros contabilizados en la base de datos del Arxiu d’Identificació d’Animals de Companyia (AIAC), según veterinarios y animalistas. En horas punta, advierten, se dan situaciones de hacinamiento en estas parcelas. Y la situación podría empeorar porque el número de canes sigue creciendo, de manera sostenida, desde hace cinco años. "Estos espacios se han convertido en un foco de nerviosismo para los animales, porque en algunos momentos del día se puden juntar muchos. Los perros ladran, y siguen ladrando en casa", explica la portavoz de la plataforma Espai Gos BarcelonaÀngela Coll, quien también critica los juegos de agilidad que incorporan las nuevas zonas de recreo porque pueden generar lesiones.

Según esta plataforma animalista, los perros necesitan mucho más espacio para relacionarse. "Su espacio vital puede tener un radio de 30 metros, la distancia a la que huelen a otro congénere. Y se da la paradoja que le llaman zona de recreo cuando meterlos en esos espacios equivale a meter a un grupo de personas desconocidas en un ascensor", subraya Coll, quien defiende como alternativa la implementación definitiva de las conocidas como Zonas de Uso Compartido (ZUC) en franjas horarias, en las que trabaja el Ayuntamiento junto a algunas entidades.

La finalidad de estas zonas, todavía por definir y no extensible a los perros potencialmente peligrosos (que siempre tendrán que ir atados y con bozal), es diferente a la de las áreas de recreo, pues se trata de facilitar que el perro ande sin estar atado y conviva con las personas y otros perros en espacios abiertos con unos horarios claramente definidos y siempre bajo la responsabilidad de los titulares de los canes. "Las zonas de recreo de perros más pequeñas de Estados Unidos, Canadá y Alemania, por poner unos ejemplos, pueden medir una hectárea. En Barcelona eso es imposible, pero por eso pedimos zonas compartidas", añade la activista. Así, si no pueden ser más grandes –la mayoría tienen unas dimensiones inferiores a los 400 metros cuadrados-, deberían crearse más para evitar aglomeraciones caninas en determinadas horas.

El chip, imprescindible

La Asociación Defensa Derechos Animal (ADDA), la primera oenegé española dedicada al bienestar de los animales, coincide con la plataforma Espai Gos Barcelona en la necesidad de seguir avanzando en las zonas de uso compartido, una alternativa que plantea dificultades. Para empezar, los propietarios deberán obtener una tarjeta de tenencia cívica responsable previamente y sería necesario que todas mascotas llevaran implantado su chip identificativo. "No todos los perros son obedientes y cuando están jugando entre ellos no hacen caso a su dueño. Se pueden perder, asustarse.... De hecho, muchos de los perros que llegan a los refugios no fueron abandonados, sino que se perdieron y sus propietarios no han conseguido dar con ellos", subraya la portavoz de ADDA, Carme Méndez. "Veremos qué pasa en la próxima legislatura con la zona de usos compartidos… Mientras, se trata de hacer posible la convivencia entre unos y otros.  Lo que no puede ser es que pague la gran mayoría, que es cívica, por el mal comportamiento de algunos propietarios", asegura Méndez, quien considera que los parques caninos son muy útiles en una ciudad tan densa.  "Cuanto más espacio tengan los perros para moverse con libertad, mucho mejor para sus condiciones psíquicas y físicas. La superficie mínima deberían ser unos 700 metros cuadrados", añade Méndez, quien apuesta por la apertura de más equipamientos para canes. 

Evacuaciones ordenadas

Actualmente hay dos tipos de equipamientos caninos en la capital catalana: las zonas de recreo y los clásicos pipicanes. Los primeros están pensados como espacios de relación, mientras los segundos solo sirven para "ordenar las evacuaciones de los perros en la vía pública", según detalla el Ayuntamiento. Junto a la puerta de acceso hay rótulos que informan de la obligación que tienen los propietarios de recoger los excrementos. Para el Col·legi de Veterinaris de Barcelona sería necesario detallar más normas. Por ejemplo, prohibir la entrada a las perras en celo, también a los perros muy dominantes o agresivos que vayan sin bozal; y detallar el aforo máximo. "Idealmente, deberían estar divididos en dos zonas. Una para animales con alta energía y otra para los más tranquilos. Si los mezclas se pueden dar situaciones de riesgo", explica el veterinario Albert Sordé, miembro del colegio. "Los beneficios de estos parques superan ampliamente a los riesgos", puntualiza el especialista, quien apuesta por un aumento de zonas de recreo para canes basándose en los derechos de estos animales. "Si un 25% de las familias tienen un perro, uno de cada cuatro parques como mínimo debería tener un espacio para ellos", apostilla.

Solo para crías y perros adoptados

<span style="font-size: 1.6rem;">Para muchos propietarios de canes, las zonas de recreo para perros, repartidas por todos los barrios de la ciudad, son un lugar de peregrinaje casi diario. Allí pueden dejar suelta a su mascota con tranquilidad para que corra y se relacione con otros animales. Para otros vecinos, en cambio, estos equipamientos caninos <strong>generan molestias</strong>, principalmente por los ladridos de los perros en horas intempestivas y por los hedores que pueden emanar en caso de un mantenimiento deficiente por parte de las brigadas de limpieza.</span>

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