BARCELONEANDO

Sisa y su tebeo galáctico

Desde hace unos días, el cantautor tiene un tebeo para él solo: una biografía dibujada

Jaume Sisa

Jaume Sisa / periodico

Ramón de España

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Hace un montón de años, coincidiendo con el Salón del Comic de Barcelona, Jaume Sisa grabó a medias con Pascal Comelade un single con la canción 'Yo quiero un tebeo'. Se presentó en el viejo Zeleste con Quico Pi de la Serra entre el público -e intentando de vez en cuando un salto al escenario- y el poeta Enric Cassasses haciendo como que tocaba el triángulo, aunque no daba ni un 'cling' a tiempo, no sé si por falta de oído o porque estaba muy entretenido encajando la bronca que le dirigía una amiga argentina asaz pasada de vueltas desde la primera fila: una noche memorable que, entre otras cosas, sirvió para dejar bien claro el amor a los tebeos de nuestro cantautor galáctico.

Desde hace unos días, Sisa tiene un tebeo para él solo: 'Sisa. Els anys galàctics', una suerte de biografía dibujada en la que se aborda su trayectoria vital y musical a base de los 'flashbacks' que genera una reunión entre el artista y sus heterónimos, que son casi tantos como los de Fernando Pessoa: el biógrafo Ventura Mestres, el cantante Ricardo Solfa, el compositor Armando Llamado y ese oblicuo homenaje al difunto padre de Sisa que es 'El Viajante'. Entre todos estos personajes en busca de autor -incluyo al propio Jaume- pasan revista al pasado del cantautor galáctico, un hombre que reconoce estar de retirada porque cree que ya ha dicho todo lo que tenía que decir. Con el magnífico disco 'Malalts del cel' puso punto final a su carrera musical con el mismo tronío que David Bowie en su 'Blackstar', pero sin necesidad de morirse a los dos días de su publicación, cosa que los amigos le agradecemos. Después del verano, Anagrama editará un libro con sus canciones, poemas, textos inéditos, cartas y demás esfuerzos literarios y el hombre se considerará oficialmente jubilado. O eso dice. Espero que no sea así porque solo del repertorio de Armando Llamado para Ricardo Solfa quedan, según me comentó un día, unas 50 canciones inéditas.

'Sisa. Els anys galàctics' se presentó el jueves pasado en la librería La Central de la calle de Mallorca, coincidiendo con la inauguración del Museo del Cómic de Sant Cugat. Es un álbum fresco, didáctico y eficaz escrito por J. M. Polls -portavoz y factótum de la escuela de cómics Joso- y dibujado por Manu Ripoll, cuyo tono 'naïf' pero con retranca recuerda en ocasiones al Heinz Edelmann de 'Yellow submarine'. Edita Rafa Martínez, de Norma Comics, y el prólogo es del periodista musical Santi Carrillo, con el que protagonicé una de esas meteduras de pata que me caracterizan: le pregunté en qué andaba, me contestó que seguía al frente de la revista 'Rock de Lux' y yo le hice la peor pregunta que se puede hacer en esos casos y que tanto me irritaba a mí cuando escribía en la 'Interviú' de los años previos al hundimiento: "Ah, ¿pero todavía sale?". Santi, si estás leyendo esto, acepta de nuevo mis disculpas: lo mío no era displicencia ni mala fe, sino pura ignorancia.

Al señor Carrillo le tocó dar conversación a Sisa ante un público entregado. Juntos repasaron la trayectoria del artista y dieron algunas pistas sobre su futuro, aunque pocas, ya que una cosa es el Sisa con el que quedas a comer y larga que da gusto y otra, el Sisa que interpreta el papel del Cantautor Galáctico y que suele mostrarse bastante críptico. En cualquier caso, la lectura de 'Sisa. Els anys galàctics despeja cualquier duda al respecto e incluso aparecen momentos de su vida de los que uno no sabía absolutamente nada, pese a conocerlo desde finales de los setenta, cuando hacía de Ricardo Solfa en los Bailes Selectos del Salón Cibeles.

Lo único que no entendí del acto fue que Sisa apareciera con las cejas pintadas de color marrón. Le pregunté por el asunto, pero no obtuve respuesta. Puede que sea la fase siguiente a aquella en la que iba por ahí con un bolso de señora en la cabeza que, si no me equivoco, pertenecía a la artista Francesca Llopis. O algún gesto galáctico que, a mí, como sujeto prosaico a más no poder, se me escapa.