El mandato que concluye

Barcelona despide a 30 de sus 41 concejales

Los ediles que no repetirán en el próximo mandato dicen adiós en el que se conoce como "el pleno de la lágrima"

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Toni Sust

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Ada Colau dándole dos besos a Xavier TriasAlberto Fernández Díaz fotografiado en su asiento sonrisa en ristre. Gala Pin saludando a Jaume Collboni con la sonrisa que usted le ofrecería a esa tía que le cae un poco mal. Los tres concejales de la CUP despidiéndose del ayuntamiento para regresar quién sabe cuándo. Y Ernest Maragall vigilándolo todo desde la tribuna de invitados, en la que también se sentaba Neus Munté.

Son algunas de las imágenes que ha ofrecido este miércoles el pleno que se conoce como “el de la lágrima”, en el que los concejales que no repetirán se despiden del ayuntamiento. Y esta vez son muchos, la cifra más abultada que se recuerda: 30 de los 41 concejales del consistorio no lo serán ya en el siguiente mandato, es decir, a partir del sábado. Otros siete se fueron ya a medio mandatoAlfred Bosch (ERC), Joaquim Forn y Antoni Vives (PDECat), Àngels Esteller (PP), Josep Garganté y María José Lecha (CUP), Raimundo Viejo (BComú).

“En el 2023 volveremos a estar aquí”, ha asegurado la cupera Eulàlia Reguant en su despedida: los anticapitalistas se quedaron fuera del consistorio el 26-M. “Sólo se me ocurre una palabra: gracias”, ha dicho visiblemente emocionado el popular Javier Mulleras. “Os deseo a todos un buen camino, yo seguiré el mío”, ha acabado. Como él se ha despedido también Alberto Villagrasa, que reemplazó a Esteller.

Cuando éramos críos

Se va el presidente del grupo del PP, Alberto Fernández Díaz, longevo entre los longevos, apreciado por rivales y periodistas, lo que no es común. Son 27 años en el ayuntamiento en dos etapas: 1987-1999 y desde el 2003 hasta ahora. Ha saludado especialmente a sus compañeros Mulleras y Esteller: “Nos conocimos cuando éramos críos. Montamos un sindicato en la universidad”.

Un tiempo en el que, ha recordado, también Joaquim Forn, hoy encarcelado en Soto del Real por el ‘procés’, militaba en la lucha política estudiantil, aunque en otras posiciones. Fernández ha reivindicado la vieja política y la Barcelona en la que tenía lugar: “Nos ha aportado muchas cosas”. Cuando empezó, en 1987, la ciudad acababa de ser designada sede olímpica. Ha recordado a concejales del pasado, y entre ellos la figura de Pasqual Maragall.

“Han sido cuatro años apasionantes”, ha afirmado Daniel Mòdol, que como concejal del PSC ha asumido si primera incursión en la política. De su grupo también se ha despedido Carmen Andrés.

El recuerdo de Forn

La republicana Trini Capdevila, como Andrés, y como otros concejales salientes, ha tenido un recuerdo para Forn, que el sábado regresará al salón Carles Pi i Sunyer para asistir al pleno de constitución. Capdevila ha sido de las pocas que ha hablado del futuro municipal: ha pedido a Colau que no se deje votar por Manuel Valls.

Por Ciutadans se han despedido Koldo Aguirre, Santiago Alonso y también Carina Mejías, que se va sabiendo que, paradojas del destino, el grupo que la sucederá, o parte de él, está cerca de investir a Colau como alcaldesa el próximo sábado. Mejías se despide tras ser concejal de Ciutadans y antes del PP. Ha tenido recuerdos para ediles de otros grupos, de Trini Capdevila a Janet Sanz. También para su antagonista: “No, no me voy a olvidar de Gerardo Pisarello”. El argentino no ha acudido al pleno. Los dos han protagonizado duros enfrentamientos en el mandato que concluye. También ha elogiado a Fernández Díaz, que fue su jefe en una etapa anterior. Al final se ha emocionado.

“Gracias a Convergència i Unió”, ha dicho Raimon Blasi aludiendo al grupo que inició el mandato y luego cambió de nombre: ya no existe Convergència i Unió, ya no existe Convergència, ya no existe Unió. La huérfana más destacada de ese naufragio es Sònia Recasens, democristiana sin partido y una de las concejalas con más peso en el grupo de Trias: tuvo la llave de la caja del consistorio como responsable económica del gobierno en el mandato 2011-2015. A Recasens se le ha roto un poco la voz cuando recordaba a Forn, pero se ha recuperado para mostrar su agradecimiento a Trias. También ha dicho adiós Jaume Ciurana, exconcejal de Cultura, a quien Trias ha afeado con sorna que le corrigiera su catalán.

Trias: “Gracias a Jordi Pujol”

“Estoy superfeliz”, ha dicho Mercè Homs justo antes de precisar que no lo puede estar del todo mientras haya “presos y exiliados”. Pero haber sido concejala, ha proclamado, ha sido todo un honor. Tras 25 años como concejal se ha despedido también Jaume Ciurana, que ha puntualizado que llegó a la casa como representante de las juventudes de Convergència. También Maite Fandos ha dicho adiós por el PDECat.  

Trias ha recordado cómo anunció a su familia, hace 17 años, que entraba en la vida municipal. Perdió dos veces antes de gobernar, ha rememorado. Ha dado las gracias a CiU, a Jordi Pujol, al que fuera líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida. Y ha recordado a Forn, así como a Vives –“Ha sido tratado injustamente”, ha denunciado- entre otros de sus lugartenientes. Trias ha explicado que con el tiempo se ha convertido en amigo de sus predecesores como alcalde: Joan Clos y Jordi Hereu. “Con usted, todavía no”, le ha espetado a Colau. Y ha confiado en que al final también tendrá esa relación con ella.

Cuatro concejales de Barcelona en Comú han asistido a su despedida: Josep Maria Montaner, Mercedes Vidal, Agustí Colom, Laia Ortiz y Gala Pin.  Además de Pisarello ha faltado Jaume Asens, ambos son ahora diputados en el Congreso. Ortiz ha recordado la apuesta del consistorio en el campos social, que le ha tocado controlar de cerca.

Pin, que ya estaba con Colau en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), y cuya decisión de no continuar sorprendió, ha querido poner “un punto de discordancia en tanto amor”. “No puedo evitar confesar que lo que me transmite este espacio no son cosas bonitas. La política institucional te descubre la condición humana de forma descarnada y descubres cosas muy feas. Se pide mucho el consenso, pero a veces el consenso tiene trampa. No hay que tener miedo al conflicto”. Al final, Colau le ha entragado a Trias una vara de mando de honor y han primado las sonrisas, aunque en realidad sea porque la cordialidad obliga, y porque el conflicto asusta.