La batalla de Barcelona

Colau recibe el aval de los activistas de BComú y optará a la reelección

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Toni Sust / Barcelona

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Falta una semana. El próximo 15 de junio se constituirán todos los ayuntamientos y entre ellos el de Barcelona. La sesión del plenario en el consistorio de la capital catalana empezará a las cinco de la tarde, y contará con un presidente de la mesa de edad que no será Ernest Maragall, aunque le tocaría por ser el mayor del plenario. Los candidatos a alcalde se ahorran esa labor. Experiencia no le falta: Maragall ya ha sido presidente de mesa de edad dos veces: una en el Parlament, en el 2018, y otra en el propio ayuntamiento, cuando era concejal, en 1999. Entonces tenía 56 años.

A siete días para la cita, está confirmado: Ada Colau optará a la reelección como alcaldesa de Barcelona. Así lo ha decidido el plenario del partido este viernes. Parecía impensable la noche de las elecciones municipales. Se diría que para ella lo era, asistiendo a la emoción en su rostro, tras ver certificada la derrota a manos de ERC por 4.800 votos, un milímetro de distancia electoral. Cómo ha cambiado el cuento.

Votación en La Sedeta

La dirección de Barcelona en Comú, que lleva días defendiendo un gobierno tripartito con los republicanos y el PSC -una alianza que en ningún momento ha tenido visos de convertirse en una realidad-, anunció el jueves que propondría a su plenario de activistas que Colau se presentara a la alcaldía.

Era la llave de la última puerta de una operación que se ha ido consolidando, la única forma de lograr que la alcaldesa en funciones mantuviera el cargo: un pacto con el PSC, con los votos añadidos de Manuel Valls en la investiduraLos activistas de BComú votaron ayer a favor de que Colau trate de mantener la vara de mando.

La votación tuvo lugar en La Sedeta, en una reunión a la que han asistido cientos de los cerca de 2.000 activistas que tiene BComú. Ante la resolución presentada, 457 activistas han votado a favor y 27 en contraAlgunos han recibido a Colau al grito de “alcaldesa”. A mano alzada, salvo los que se han quedado fuera de la sala, que han lo han hecho en urna, los asistentes han votado un texto que indicaba que el 26 de mayo “la ciudadanía dio un mandato claro de configurar un gobierno de izquierdas en Barcelona, dando un 64% de votos y una mayoría amplia de 28 concejales” a ERC, BComú y el PSC, que denunciaba el “veto” de estos dos partidos al acuerdo, que consideraba que “la mejor manera” de apostar por ese tripartito “es liderarlo” y que en consecuencia optaba por presentar a Colau a la reelección. 

Corbacho, Maragall y la mesa de edad

Dentro de siete días, el presidente de la mesa de edad será Celestino Corbacho, antiguo dirigente del PSC y hoy concejal del grupo de que saldrá de la candidatura de Manuel Valls. El exprimer ministro francés logró sólo seis concejales en las elecciones del pasado 26 de mayo. Un fiasco, según todas las opiniones. Y sin embargo, un par de semanas después es casi el ganador de esas elecciones. Porque todo apunta a que sus votos, que ofreció “gratis”, aunque casi nada en la vida lo acaba siendo, harán alcaldesa a Colau, salvo sorpresa mayúscula.

Y eso será posible porque Colau ha hecho una apuesta pragmática, que se parece más a la vieja que a la nueva política, sí es que existen dos y no hay una sola. La apuesta le servirá para desbancar al ganador de las municipales, Maragall. Aunque para Barcelona en Comú el republicano no es ya el ganador de nada. Tan sólo un día después de las municipales, los ‘comuns’ adoptaron un nuevo escrutinio de resultado: “No ha ganado, hemos empatado”.

Los números dos y tres de la lista de Colau, Joan Subirats y Janet Sanz, comparecieron ayer para afirmar que BComú sigue apostando por el tripartito imposible. Y como todo dirigente del partido, no contestaron a la pregunta de si se dejarían votar por Valls. La única forma de evitarlo es que Colau no se presente a la alcaldía. Lo puede anunciar el mismo día 15, en el plenario de constitución. Maragall se lo pidió ayer: se reunió con ella y la instó a no presentarse y no aceptar así un apoyo que él considera inaceptable, apelando al juicio a los políticos presos por el ‘procés’: “¿Con quién estará Colau? ‘¿Con las víctimas o con los carceleros?”, se preguntó.

Sin consulta interna

El PSC está llamado a ser un actor principal en esta película, sobre todo durante el mandato. Para apoyar la investidura de Colau, los socialistas reclaman cerrar antes un pacto de gobierno. Siguen dolidos por cómo fueron expulsados de su anterior acuerdo con Colau, por el apoyo del PSC a la aplicación del 155.

Pero Barcelona en Comú sostiene que ya no hay tiempo para cerrar un pacto de gobierno, porque si lo hace debería plantear una consulta interna para validarlo, y argumenta que el calendario lo impide antes del 15 de junio. La estrategia de Barcelona en Comú tiene tintes de ajedrez de alto nivel: si llega el día y no hay pacto de gobierno, ¿cómo podría el PSC no votarla y permitir así que Maragall, el independentista, sea alcalde?

Si es cierto que un puñado de empresarios se conjuró para que Valls se presentara en Barcelona contra Barcelona en Comú y el independentismo, por lo menos ha rentabilizado la mitad de la inversión. Y quizá más. Porque Colau sólo suma 18 ediles con el PSC. Precisará de otros tres para alcanzar la mayoría absoluta o de la abstención de los seis de Valls para ganar por mayoría simple. Por lo que Valls puede ser quién acabe convirtiéndose en el árbitro, incluso en el VAR, del próximo mandato.

Claro que otros escenarios siguen siendo posibles, aunque no probables: que ERC, BComú y el PSC pacten el tripartito de marras. Que Colau renuncie a la investidura y pacte con ERC.  Que Maragall y Colau se repartan la alcaldía dos años cada uno. O que en la votación del 15 de junio, secreta y con urna, alguna mano diabólica cambie su voto y con él, la mayoría.