La lucha contra la desigualdad

Barcelona empieza a derribar el muro de la segregación escolar

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Carlos Márquez Daniel

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El 28 de febrero del 2007, este diario incluía en sus páginas el titular 'El Síndic advierte de la aparición de escuelas gueto en Catalunya'. Rafael Ribó avisaba de que la creciente llegada de población inmigrante -también tenía mucho que ver la creciente desigualdad de renta familiar entre los nativos- estaba creando dos velocidades en la educación pública, con centros a los que los autóctonos evitaban llevar a sus hijos. El Defensor del Pueblo catalán pedía medidas urgentes a la Administración para conseguir una cierta "cohesión social". Han tenido que pasar 12 años y, con timidez, para que empiecen a aflorar iniciativas estructurales destinadas a repartir de un modo más equitativo el alumnado. Hablando en plata: que no todos los niños sin recursos terminen en el mismo colegio. Barcelona ha puesto en marcha un plan para intentar revertir la situación, reservando plazas en determinados centros a niños y niñas vulnerables de la ciudad. Lo tendrán todo pagado y parece que las familias están respondiendo positivamente. 

El programa fue presentado a finales de febrero por el Consorcio de Educación de Barcelona, en el que están representados la Generalitat y el ayuntamiento. La idea era pasar de la teoría a los hechos tras muchos años en los que la cosa pública coincidía en el diagnóstico pero no se ponía en serio con el tratamiento. Servicios sociales y el consorcio cruzaron datos y detectaron que cerca de 2.000 menores están en situación de pobreza extrema en la ciudad, lo que exige de los gobernantes un esfuerzo extra, no solo en cuanto a las primeras necesidades, sino también en lo que hace referencia a la escolarización. Como el acceso a la educación pública está teóricamente garantizado (siempre quedan esos flecos de familias que se quedan fuera de las opciones solicitadas y toca darles una plaza de oficio en otro centro), el objetivo se centraba en buscarles la escuela más adecuada a sus necesidades. Y a coste cero, sin pagar matrícula, ni comedor ni actividades extraescolares. Porque esa es otra manera de segregar, cuando unos hacen fútbol y van de colonias, y los otros no.

Un "elemento nuclear"

Miquel Àngel Essomba es el comisionado de Educación del consistorio barcelonés. Considera que corregir la segregación "es un elemento nuclear en la lucha contra la desigualdad", y que la escuela pública "sigue siendo la cuna de la inclusión". Insiste en desvincular los resultados de la composición social del colegio, esto es, que no por mucha pobreza que aglutine un solo centro, las notas van a ser peor. "Dependerá del proyecto educativo y de los profesores, fíjate en la escuela Poblenou de Sant Martí, completamente segregada pero con un muy buen funcionamiento". El consorcio, tras identificar con nombres y apellidos a todas las familias susceptibles de entrar en el programa, preservó plazas de P3 y de 1º de ESO para garantizar el mejor reparto posible de estos alumnos por las escuelas. "No podemos prohibir que los padres soliciten una determinada escuela, pero sí podemos facilitar que unas familias concretas tengan la plaza asegurada el ese mismo centro", detalla Essomba.

Ribó ya lo advertía en un informe en el 2008, cuando aseguró que la guetización no se producía únicamente en la escuela pública con respecto a la privada concertada, sino que existían diferencias no justificadas entre centros públicos de un mismo barrio o municipio, y entre concertada de una misma zona. Ese fenómeno, que volvió a denunciar en otro estudio presentado en el 2016, se mantiene. "Si la Administración no adopta medidas con cierta inmediatez, Catalunya puede acabar teniendo una triple red educativa", advertía hace dos años Ribó. Basta con consultar las listas de prioridades de las familias nativas en según qué barrios para comprobar que ciertos colegios tienen una demanda más bien escasa entre los nativos. Y es ahí donde precisamente suelen terminar las clases menos favorecidas.

"No podemos vetar a ninguna familia en una escuela, pero sí podemos facilitar que algunos niños tengan la plaza garantizada"

Miquel Àngel Essomba

— Comisionado de Educación del ayuntamiento

En P3, 793 niños y niñas tienen preasignada una plaza. De todos ello, el 85% ha hecho uso de ese pupitre reservado (el 90% han aceptado la plaza en la pública por un 69% que han hecho lo propio en la concertada, en ambos casos, con todo pagado). En la Secundaria, 1.216 alumnos tienen una silla guardada y el 82% ya han expresado su deseo de ocuparla. Con estas cifras, Essomba comparte su "satisfacción" ante la buena acogida de las familias, que parecen haber entendido que no siempre lo más cercano, cómodo y previsible es lo mejor para sus hijos. Para todo ello, el Consorcio prevé una inversión de 300.000 euros. Para el primer año, porque la educación de estos alumnos está garantizada durante toda su etapa escolar. Es decir, que el año que viene habrá que añadir otros 300.000, y así sucesivamente. En números redondos, cuando haya estudiantes becados en todos los cursos, la inversión necesaria rondará los cuatro millones de euros, y tal y como está el sistema educativo, dar ese número por garantizado sería aventurarse en exceso.

Primero, la proximidad

Lo que no está previsto que suceda, porque uno de los principales criterios es la proximidad, por la imposibilidad de estas familias de asumir el coste del transporte hacia otros distritos, es que escuelas de barrios más favorecidos acojan a niños de núcleos vulnerables. En ese largo camino de redistribución del alumnado, por ahora se ha primado la cercanía, lo que implicará a los centros escolares, públicos y concertados, de las zonas con menos recursos de la ciudad. Es lo que tiene la capital catalana, que unos vecindarios tienen una renta familiar casi siete veces inferior a la de otros. En resumen, y en palabras de Essomba, "Barcelona tendrá una distribución más equilibrada del alumnado vulnerable". Aunque eso solo tendrá éxito si esos chavales tienen una buena acogida en los centros, ni demasiado paternalista ni de rechazo: como unos alumnos más que buscan y merecen las mismas oportunidades que el resto de compañeros de clase.

A todo ello debería también ayudar el nuevo decreto de admisión del alumnado que el Govern presentó el jueves y que prevé tener listo para el mes de enero. El 'conseller' de Educación, Josep Bargalló, lo definió de esta manera: "La elección de centro debe estar motivada por qué estudia un niño y no con quién lo hace, mientras que la actual dinámica prioriza con quién y no qué estudia".

En el curso que viene, según pronostica Essomba, en Barcelona empezará a verse un cierto cambio de rumbo en la segregación escolar. "El efecto será inmediato. Pero a la ciudad le falta solucionar el reto de la desigualdad social global, es decir, cuando más equitativa sea la ciudad, mejor se repartirá la educación". Evitar guetos, tanto los de arriba como los de abajo.

Matrícula viva más equitativa

Para avanzar en la distribución equitativa en los diferentes centros de una misma zona de escolarización, el consorcio pondrá en marcha para el curso que viene nuevos criterios para la asignación de la matrícula viva. Esto aplica para aquellos alumnos que llegan con el curso empezado. No se les asignará plaza en función de las vacantes disponibles, sino que se guardarán plazas en todas las escuelas colindantes para asegurar ese reparto. El objetivo es evitar que todos los nuevos estudiantes, que suelen ser inmigrantes, terminen en las mismas aulas. Muchas concertadas llenaban sus plazas y solicitaban aumento de ratio, lo que descartaba que pudieran acoger nuevos niños o niñas a mitad de curso. Eso ya no se les permitirá y deberán entrar en la rueda de la matrícula viva. ¿Y cómo se lo han tomado las escuelas privadas concertadas por la Generalitat? Essomba no se moja demasiado, pero de sus palabras se desprende que la medida tuvo una acogida desigual.