El falso terrorista de la Rambla de Barcelona: "Tatatatatá... os voy a matar a todos"

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Guillem Sànchez

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El falso terrorista del subfusil de juguete ha quedado en libertad este martes después de armar un buen lío el pasado domingo por la tarde cerca de la Rambla de Barcelona. El hombre, de 30 años de edad y nacionalidad filipina, ha declarado únicamente por los delitos de atentado a tres agentes de la Brigada Móvil (Brimo) de los Mossos d’Esquadra, los mismos que lo redujeron en el rellano del segundo piso del bloque número 6 de la calle de Escudellers, el lugar donde reside, ubicado a unos 20 metros de la arteria peatonal.

Barcelona sigue en nivel de alerta yihadista 4 sobre 5 y la Rambla fue el mismo lugar en el que Younes Abouyaaqoub atropelló a más de cien personas el 17 de agosto del 2017. En este contexto, el teléfono de Emergències 112 comenzó a recibir a llamadas el domingo a las 17.00 horas que avisaban de que había un hombre en la Rambla con un arma parecida a un kalashnikov, la que usaron los asesinos del Bataclan de París en noviembre del 2015.

Hay además otro ingrediente suplementario que añadió inestabilidad a un cóctel que podría haber terminado con el desconocido abatido a tiros: los cuatro agentes que entraron en el edificio a buscarlo –sujetando en su avance armas largas– le oyeron mascullar desde el rellano superior: "Allahu Akbar". Una vecina añadió que poco antes le había escuchado decir "os voy a matar a todos" y emular con la boca el "tatatatatá" de un arma automática. En Estados Unidos sería más fácil sobrevivir disfrazado de bistec de cebra en una jaula de leones que a una situación así. 

Cuando los agentes entablaron contacto visual con él, descubrieron que escondía sus manos manteniéndolas asomadas por una ventana interior del rellano. Por fortuna, se percataron de otra cosa: el subfusil que había desatado el pánico estaba apoyado contra la pared. Quedaba tan solo asegurarse de que no tuviera otro arma en las manos. Se acercaron y lo redujeron por la fuerza. 

Los Mossos han comprobado que ni era un yihadista ni su acto tenía motivación terrorista alguna. En realidad, no hallan ninguna explicación convincente para algo tan absurdo. Aunque subrayan que pudo acabar en tragedia para él y en un grave problema para los policías. 

La previa, haciendo el "indio"

Antes de que el falso terrorista desencadenara el pánico, los trabajadores de la licorería que hay frente a su casa ya lo habían visto "hacer el indio". "Hacía reverencias a todo el que pasaba por allí y por su culpa nadie entraba en el negocio", explica resignada la dueña. "Veíamos que no estaba muy centrado", añade.

Al rato, el hombre se metió en casa y volvió a salir a la calle empuñando la Golden Eagle de aire comprimido. Hizo el gesto de cargar el arma y regresó otra vez a su edificio. El gesto bastó para que decenas de personas lo vieran, también desde la Rambla, y dieran la voz de alarma.