CONFLICTO ENTRE TRAFICANTES

Guerra de lateros por el control de la droga en el centro de Barcelona

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Guillem Sànchez / Elisenda Colell

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Las zonas más frecuentadas por turistas se han convertido en un escenario que se disputan vendedores ambulantes de latas de origen PakistánIndia y Bangladesh desde hace años. Pero últimamente, en Barcelona, la guerra entre dos facciones de lateros paquistanís ha elevado el nivel de violencia hasta un grado alarmante. El último asalto tuvo lugar la noche del pasado sábado al domingo y se libró a machetazos justo frente a la comisaría de la Guardia Urbana en la Rambla. Según todas las fuentes policiales consultadas por EL PERIÓDICO, en la pugna de estas bandas por el control de espacios como la Rambla, la plaza Reial o sus aledaños –epicentro del conflicto– subyace un negocio mucho más lucrativo: un mercado negro de éxtasis, marihuana o cocaína, entre otras sustancias, para turistas a los que captan mientras venden latas o través de una red de punteros, 'comerciales' apostados en callejuelas del Gòtic o el Raval, tal como ha captado la cámara de este diario.

"Claro que nos preocupa lo que está sucediendo entre estos dos grupos, y estamos encima de ellos para resolverlo", ataja un mando policial. El problema con la mafia paquistaní –una minoría del colectivo que reside en Barcelona– es que "ha expandido sus tentáculos mucho más allá de la venta de latas": se ha metido con "el tráfico de drogas, la explotación laboral gracias a su facilidad para falsificar documentos de identidad, en la receptación –comprando teléfonos móviles que después venden por piezas negocios ubicados en el Raval para reparar– y comienzan a adentrarse en la prostitución", aclara otro responsable policial.

Guerra de bandas

Los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana de Barcelona llevan meses con la lupa sobre este enfrentamiento aunque rechazan confirmarlo oficialmente dado que la investigación está en marcha y, además, podría tener algunas derivadas bajo secreto de sumario, como el asesinato de un hombre de Malí frente a la discoteca Razzmatazz en febrero. Uno de los amigos del fallecido, Saryo Bosang, asegura que los que acabaron con la vida del maliense eran lateros paquistanís. "Se enfrentó a un chico que vendía latas de cerveza, llamó por teléfono y en cinco minutos aparecieron más que lo mataron a golpes". 

La semana pasada Mossos y Urbana llevaron a cabo una operación enmarcada en la lucha contra lateros traficantes. En la calle de Sant Francesc los investigadores desactivaron dos domicilios convertidos (uno) en almacén y (el otro) en punto de venta. No eran narcopisos porque en su interior ni se vendía heroína ni estaban habilitados como espacios para inyectarse esta sustancia. Eran solo domicilios ocupados ilegalmente que escondían papelinas de cocaína, bolsitas de marihuana, 755 pastillas de éxtasis y 2.400 unidades de potenciadores sexuales. La droga intervendida hubiera alcanzado en el mercado negro un valor superior a los 20.000 euros. 

De narcopiso a simple punto de venta

Las dos policías, catalana y municipal, han desarticulado, a lo largo de este 2019, un total de 10 pisos, que funcionaban como puntos de venta en los barrios del Raval y el Gòtic, tutelados por traficantes de origen paquistaní. Los clientes de todos ellos eran turistas que buscaban carburante para la noche barcelonesa. Tras la<strong> operación Bacar</strong> a finales del 2018, que extirpó la mafia dominicana que dominaba los narcopisos de heroína –domicilios a los que acudían toxicómanos para pincharse y que devoraban comunidades vecinales enteras–, los traficantes paquistanís se han hecho más fuertes en el corazón de Barcelona regresando a un modelo de tráfico anterior. Siguen ocupando ilegalmente inmuebles que usan para traficar escudados en la inviolabilidad del domicilio que obliga a los policías a esperar a una orden judicial para irrumpir y desmantelar el chiringuito. Pero se han limitado a clientes –turistas– que compran y se van con la droga en el bolsillo a quemarla en discotecas de la zona. Han comprendido que llenar una escalera vecinal de toxicómanos atrae a la policía.

El funcionamiento está basado en los punteros o captadores de clientes vinculados a pisos de la droga –regentados por paquistanís o por traficantes de otra nacionalidad–. Abordan a los turistas sin titubeos y les consultan si quieren ir a un 'coffee shop'. Este diario ha mantenido la siguiente conversación con uno de ellos este lunes al mediodía cerca de la plaça Reial:

-Coffee shop? ¿Para marihuana o hay más cosas?

-Cocaína, pastillas... De acuerdo.

-Vale, está a solo cinco minutos de aquí... ¿Es una asociación legal?

(Sonrisas)

Los lateros, según fuentes policiales, también ofrecen droga mientras venden latas. Si el comprador acepta, lo acompañan hasta el piso y la venta se lleva a cabo en el interior. Las investigaciones con agentes de paisano junto a estos domicilios han demostrado este modus operandi cacheando a los clientes que salen de estos puntos. "El dinero no está en la cerveza, está en la droga", razona un agente.

Jóvenes explotados

La Asociación de Trabajadores Pakistanís de Barcelona estima que hay unos 500 compatriotas que actualmente se ganan la vida en la capital catalana vendiendo latas de forma ambulante. Y aproximadamente un centenar, el 20%, estaría involucrado en la venta de droga, que está provocando peleas en las calles. "Es cierto, está habiendo problemas, hay gente que está vendiendo latas y drogas por la noche, y las disputas entre ellos existen", subraya Javed Ilyas. Sobre todo, dice, en la zona de Ciutat Vella y la llevan a cabo jóvenes recién llegados. 

Según Ilyas, este problema delicuencial conecta con la exclusión de la población inmigrante. Aterrizan en España como turistas, y una vez traspado el umbral de los tres meses de estancia, caen en la irregularidad. "No tienen papeles, no pueden trabajar legalmente", lamenta. Nadie les puede contratar a no ser que logren un vínculo laboral de al menos un año a jornada completa. Algo, prácticamente, imposible. 

De hecho, la lata suele ser la alternativa que muchos han encontrando para salir de la irregularidad. "Porque hay quien les ofrece contratos de un año a cambio de mucho dinero y los chicos ahorran (vendiendo latas) para poder pagar estos contratos y lograr así el permiso de trabajo", explica el presidente. "Óbviamente condenamos esta situación pero hay que saber que es consecuencia de la falta de oportunidades, de la pobreza". Los gobiernos lo saben pero las autoridades están "lejos de facilitar oportunidades laborales" y los jóvenes no se rinden en su intento de ganarse la vida en Barcelona, según el colectivo.

El estallido de violencia que están empleando las bandas enfrentadas por el control de la droga difícilmente permitirá a estos jóvenes abandonar la senda incorrecta. Según fuentes policiales, la pelea del pasado fin de semana –con machetes cuyas hojas superaban los 30 centímetros tal como muestran las imágenes– tarde o temprano pondrán muertos sobre la mesa. Si no los ha puesto ya: los Mossos investigan si el asesinato a golpes de un hombre de Malí frente a la discoteca del Poblenou guarda relación con esta guerra de lateros.