CITA CON LAS URNAS

Valls compite para hacerse un hueco en el podio

El alcaldable entra en el cuerpo a cuerpo con su socio preferente, el PSC, para arrebatarle el tercer puesto que le auguran los sondeos

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Júlia Regué

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Manuel Valls cerró este viernes ocho meses de campaña electoral, ya que esta última quincena no ha sido más que el 'sprint' final. Clausuró la experiencia en un pasaje de resonancias emblemáticas: el de los Campos Elíseos. No se trata de la espectacular arteria de casi dos kilómetros de longitud que recorre de París, sino de un pequeño local situado en una calle que lleva el mismo nombre en el centro de Barcelona. A nadie se le escapa que pocas son las coincidencias y que quiso exhibir currículum rememorando su trayectoria política en el país vecino. 

El exprimer ministro francés concurre por primera vez a unas elecciones en el lugar dónde nació. Se ha esforzado durante estos meses en pisar calle para sacudirse las críticas de los que le afean que "desconoce" la ciudad. Y ha sido especialmente calculador: ha logrado aunar distintas sensibilidades más allá de las siglas de Ciudadanos y ha medido su tono para no apegarse más de la cuenta a los acentos discursivos de los naranjas, aunque eso le haya costado algún que otro reproche. Fue especialmente ruidoso cuando levantó el tono contra el acercamiento a Vox y censuró el posterior pacto andaluz, dilatando así su relación con Albert Rivera, que finalmente no ha arropado al candidato en ningún mitin encomendando dicha tarea a Inés Arrimadas. Ante la rumorología, Valls insistió en que no "esconde" su alianza y situó el cuchicheo en el campo de las especulaciones.

Valls tiene el reto de, cuanto menos, superar los cinco escaños que cosechó Ciutadans en el 2015. Tiene muy claro que su competidor directo es Jaume Collboni, quien se sitúa por delante en las encuestas. La pugna entre Ada Colau y Ernest Maragall parece irreversible, por lo que compite por hacerse con el tercer puesto, para no quedar fuera del podio, temiendo ser adelantado también por JxCat. Consciente de ello, ha incrementado en la recta final de la campaña los ataques al candidato socialista, buscando incluso el cuerpo a cuerpo en los debates y tratando de calar en el electorado la idea de que Collboni ungirá a Colau como alcaldesa porque Pedro Sánchez le tiene "atado" a sus acuerdos con Unidas Podemos. Pero esto no quita que, a su vez, siga tendiéndole la mano como socio preferente. 

Azote del 'top manta'

Valls ha hecho de la "inseguridad" su principal arma electoral. Un esquema que repite el guion que usó para alzar la vara en la ciudad francesa de Évry en el 2001. Su propuesta para Barcelona es engrosar las filas de la Guardia Urbana e impulsar un pacto entre cuerpos policiales para terminar con el 'top manta' en 90 días.

Achaca a la alcaldesa el "deterioro" de la ciudad y le señala en todas sus comparecencias los incumplimientos electorales en materia de vivienda, unas políticas que tacha de "fracaso absoluto". Para revertir la situación, se erige como el candidato 'business-friendly' que hará volver al sector privado, dando rienda suelta a la inversión empresarial quitando las barreras más pesadas de la burocracia administrativa.

El candidato se vende también como azote del independentismo y acusa a Ernest Maragall de querer una Barcelona "al servicio" del proyecto secesionista. Un discurso que ha aliñado con un fuerte componente europeísta. El domingo medirá los frutos de su cosecha.