Los sinhogar, a los alcaldables de Barcelona: "¿Nos veis? ¿Y qué proponéis?"

Usuarios de Twitter se unen con personas sin hogar

Una veintena de usuarios de Twitter se unen con personas sin hogar, para darles voz desde sus cuentas.  / ASLI YARIMOGLU

Elisenda Colell

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“Nadie sabía que dormía en la calle, solo yo. Era suficiente”. Es la voz de Francisco Cáceres. Un artista plástico nacido en Barcelona y crecido en Brasil. Ha vendido cuadros, ha ilustrado libros, cómics y diarios. Pero Barcelona le dio la espalda. Se quedó en la calle, un año. Ahora vive en un piso de la fundación Arrels en Granollers. Como él, una veintena de personas que viven o han vivido en la calle se convirtieron el pasado miércoles en activistas interpelando a los políticos a través de Twitter, en una acción que logró arrancar algunos compromisos a través de la etiqueta #votinvisible

El ‘sinhogarismo’, la capacidad de atender a las persona sin hogar es, de momento, una competencia municipal. Pero la cuestión no ha sido abordada en ningún debate ni foro electoral durante la campaña recién cerrada. Incluso hay quien ni les menciona en sus programas, como el PP o el PSC.

“¿Quién va a hacer algo para que haya una cama para todas las personas que viven en la calle?”, preguntaba Francisco solo empezar. “Nos escucháis? Nos véis cuando pasáis por la calle? ¿Cómo confiar en alguien que no te mira? Nos hacéis invisibles”, les decía David a todos los candidatos. Él ha vivido ocho años en la calle. Nacido en Italia, se quejaba de los problemas que tienen las personas extranjeras para poder ejercer su voto, y empadronarse.

Más de mil cada noche

Mireia no tiene ese problema. Barcelona, la ciudad que la vio nacer, ahora observa cómo aguanta cada noche tumbada en el asfalto. Uno de sus tuits más leídos incluía esta pregunta: “¿Os preocupa que seamos más de 1.000 cada noche sin un techo sobre nuestras cabezas? Debería”. Pero aún planteaba otra duda. “Imagináis lo que es no poder hacer vuestras necesidades en ningún lado?”. Pregunta, que por cierto, nadie respondió.

La falta de vivienda centraba el grueso de peticiones. “¿Los pisos de los bancos rescatados con dinero público español no deberían ser públicos y de utilidad social?”. Pregunta de Alfredo. Otra, de Mireia: “¿Por qué habiendo tantos pisos desocupados en Barcelona tengo yo que estar cuatro años viviendo en una tienda de campaña?”. “¿Presentaréis alguna propuesta real de vivienda asequible para las personas sin hogar?”, les cuestonaba Albert. A él le respondió directamente la cuenta del PSC en Barcelona, que se comprometió a abrir 50 pisos. Fue una de las pocas respuestas directas con cifras. Se leyó en voz alta, y todo el mundo aplaudió. “Pero hay mil personas en la calle, esto es muy poco”, comentó un asistente. Albert le cogió el guante, y repreguntó.

En materia de vivienda, hubo muchas respuestas. Ada Colau se comprometió a crear dos centros con habitaciones individuales, nevera y cocina. Defendió haber creado 300 plazas más durante su mandato, y haber aumentado la inversión en 10 millones de euros. Quien también concretó fue el PSC. A parte de los 50 pisos, prometió 1.000 viviendas sociales cada año.

Tanto Maragall (ERC) como Anna Saliente (CUP) afirmaron que quieren usar los pisos vacíos para hacer vivienda social. Los segundos, sin pagarles ni un euro a los bancos. El partido de la anticapistalista dijo querer abrir “más albergues y centros de día”, especialmente aquellos de 24 horas en los sitios donde hay más personas durmiendo. Los republicanos, ampliar los pisos y oficinas de emergencia. Elsa Artadi (JxBCN) mencionó que quiere apostar por el ‘Housing first’ pero sin poner ninguna cifra, igual que Manuel Valls.

Pero aún hubo más demandas que, por ejemplo, interpelaron a la policía. “¿Piensas aplicar el artículo -sin sentido alguno, ni social ni 'ná'- que prevé multas elevadísimas a las personas sin techo que duermen al raso?”, les transmitía Alfredo. Una pregunta más difícil la que les planteaba Gustavo. “¿A quién pediríais ayuda si os despertaráis sin zapatos ni nada, mientras sois desalojados por la policía?”. No hubo respuestas.

Ladrones de calzoncillos sucios

En cambio, sí que reclaman la presencia policial ante las agresiones que viven. Lo constataba Manuel. “Los registran y los pegan y les han metido fuego y todo. Esos son los peligros de vivir en la calle”. Al ver el tuit de Manuel, Francisco, a su lado, añadía. “Yo les llamo ladrones de calzoncillos sucios: niños jóvenes que solo quieren humillarnos”. Tampoco ninguna mención.

Otra preocupación, la sanitaria. “Podemos ir a urgencias, pero no al médico de familia que haga seguimiento”, les recordaba Francisco. Mientras que Daniel dedicó seis tuits para preguntar a cada candidato: “¿Eres consciente de que una persona sin techo vive de media 20 años menos que la población general?”. Tampoco hubo respuesta. Aquí solo Ada Colau se comprometió a mejorar la coordinación con otras administraciones para evitar que “ninguna persona reciba el alta médica sin tener alojamiento”.

Más allá de la situación de calle, muchos de los que ayer se pusieron ante el teclado ya viven en pisos de entidades sociales. “Es muy difícil formarse y las ayudas sociales son tan bajas que es imposible salir solo”, lamentaba Francisco. Elsa Artadi propuso  soluciones laborales a través del Programa Labora. Valls dijo querer aumentar los programas de inserción social, como Maragall y el PSC. Solo la CUP mencionó la propuesta de crear una Renta Básica de Ciudad

La CUP propuso una “estrategia catalana” para acabar con el sinhogarismo. Colau quiso recordar que “aún esperamos que la de la Generalitat”. Maragall dijo sentir “rabia” cuando ve personas durmiendo en la calle. Y en varias intervenciones emplazó a “hablar personalmente” con los usuarios de Arrels. 

“Nos vamos ya?”, preguntó Francisco. La etiqueta fue 'trending tópic' y se lograron más de 2.000 tuits hablando de la cuestión. “Esto está muy bien pero nadie hace nada”, añadía Francisco. Salía a fumar. Volvía. Aparecía un tuit de Manel. “Lo mismo dicen una cosa, que luego hacen otra. Me gustaría que cumplieran lo que dicen para que podamos creer en ustedes”. A la hora de acabar, todos aplaudieron. Cerraron los portátiles. Los escritores, actores, periodistas y activistas que cedieron sus cuentas se fueron paraa su casa. Las personas sin hogar vovieron a la calle. Esa misma calle que tanto pisan los políticos… en campaña.