SOBREOCUPACIÓN DE LA VÍA PÚBLICA

Los otros 'top manta' se enquistan en la Rambla y la plaza Reial

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Patricia Castán

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La venta ambulante ilegal en las calles de Barcelona, lejos de menguar, parece no hacer más que pequeños cambios de escenario a la par que se diversifica en cuanto a su mercancía y circunstancias. Al fenómeno más extenso del 'top manta' que se nutre esencialmente de productos falsificados, se suma un auge de la venta mantera de suvenires baratos en plena Rambla. Más de una treintena de ofertantes llegan a coindicir estos días en el transitado paseo, vendiendo un repertorio reiterativo de abanicos, imanes, castañuelas y artilugios voladores para niños, entre otros. Se suman a la creciente oferta de chatarra mantera que se instala los domingos en la plaza Reial si la Guardia Urbana no está, y al intermitente regreso de 'top manta' 'tradicional' a la parte final del paseo, cuando el operativo policial especial evita que se sitúen en el Portal de la Pau. 

Ni el protagonismo de este fenómeno social en los debates electorales entre alcaldables ha menguado el vigor del 'top manta' estas semanas. El ayuntamiento de Ada Colau ha tratado de erradicarlo de la zona de Colón, como avanzó este diario, ante la proximidad de un mercadillo autorizado que se veía muy perjudicado, pero en Joan de Borbó está en plena efervescencia preestival, así como en el frente marítimo y parte de los vendedores de Colón también avanzan hacia la Rambla en busca de un espacio de venta. Para desespero del comercio ramblista, coinciden allí con el apogeo de la venta ambulante -también en mantas aunque más pequeñas- de suvenires de uno a cinco euros, protagonizada sobre todo por paquistanís.

Variados perfiles

Este un perfil muy distinto al de los manteros habituales, en su mayoría sin papeles y de origen senegalés. Los vendedores de castañuelas y demás son la mayoría y se dirigen únicamente al turista. Cabe recordar que este eje ya tiene una enorme oferta de tiendas de recuerdos, que los planes de usos de Ciutat Vella tratan de frenar desde hace años. Para Fermín Villar, presidente de Amics de la Rambla y también de la Plataforma d'Afectats pel Top Manta (que aglutina a decenas de entidades de comerciantes de toda la ciudad), este último fenómeno no es más que otra cara de la venta ilegal, aunque no ligada a la falta de permisos de trabajo en muchas ocasiones, como sí sucede con los vendedores de bolsos, bambas y prendas falsificadas, abocados a la actividad como forma de subsistencia. La plataforma ha mantenido reuniones con los candidatos a la alcaldía para reclamar que se busquen soluciones ante estas actividades. 

En un momento en que la Rambla aguarda con impaciencia su reforma urbanística -postergada en su primera fase hasta después de las elecciones- y con la premisa de redistribuir sus actividades para descongestionar la marabunta peatonal, la venta de suvenires sobre las aceras complica aún más la movilidad estos días. Algunos artículos son omnipresentes desde primera hora, como los abanicos o silbatos. Otros repuntan sobre todo si llegan autocares turísticos o cruceros, aparecen entonces a destajo los ofertantes de palos para selfies. Pueden localizarse en cualquier punto del paseo. Al caer la noche, es más llamativa la venta de juguetes voladores y de colores fluorescentes que se elevan en las demostraciones. 

Un kioskero que venda imanes como complemento a la prensa tradicional, convive con algún vendedor no reglado dispuesto al regateo. Una sobredosis de suvenires que, para más inri, carecen de calidad, cuando no resultan antagónicos con la cultura local. El resultado son paseantes agobiados, inmigrantes en permanente estado de alerta por si hay policía o decomisos y comerciantes irritados por la competencia o la imagen de la ciudad. Y, coinciden comerciantes tradicionales del eje, poca policía como para afrontar la picaresca e hiperactividad que se concentra en la zona.

Pasadas las nueve de la noche y cuando mossos y urbanos son menos visibles en la plaza de Catalunya, de la nada aparecen también decenas de manteros con falsificaciones que despliegan delante del bar Zurich pese a aluvión de viandantes. Precisamente a esas horas comienza la venta nocturna de latas de cerveza, que no cesa hasta el amanecer por calles del Gòtic y el Raval, en especial al haberse incrementado la afluencia de viajeros desde Semana Santa. Su despliegue por calles y callejuelas es tan extenso que cualquier intento policial se queda corto.

Su abordaje, no obstante, es en este caso a golpe de decomiso. Por contra, el tema del top manta de los sin papeles se intenta atenuar también con un enfoque más social y poliédrico, es decir por vía de la ley de extranjería, con integración laboral en otros ámbitos y combatiendo la venta al por mayor de los artículos desde grandes naves industriales.

Miseria en las aceras

Los domingos, a toda esa casuística se suma un mercado de la miseria que aunque suma ya muchos meses en la plaza Reial en las últimas semanas se ha multiplicado gravemente, desde la apertura del nuevo parque de Glòries y con la expulsión de la venta en esa zona. El presidente del mercado de Numismàtica i Filatèlia Plaça Reial, José María Ríos, asegura haber contado hasta 180 manteros de chatarra, casi todos de origen magrebí, hace apenas unas semanas. La situación en la plaza es de gran tensión porque antes de las seis de la mañana ya suele haber una veintena de estos vendedores que impiden la posterior ubicación de los comerciantes de sellos y monedas. Solo desaparecen si la Guardia Urbana se instala permanentemente, como ha sucedido en contadas ocasiones, relatan. Sino vuelven tan pronto la policía desaparece. 

La estampa de la plaza, que ha luchado mucho por mejorar su fisonomía y seguridad, es un desastre hasta pasado el mediodía, con decenas de trapos sobre los que se ofrecen zapatos viejos, quincalla y trastos en pleno centro para pasmo de los paseantes. Los filatélicos se quejan, además, de que esa mercancía incluye artículos robados y atrae a algunos "visitantes problemáticos" a la zona.

Más decomisos en el 2018

El Ayuntamiento de Barcelona asegura que se realizan dos actuaciones semanales contra la venta irregular a la semana. En términos de decomisos, en el 2015 fueron más de 873.000 los productos incautados; en el 2016, más de 1.118.000, que cayeron a 957.000 al año siguiente por que el atentado y el conflicto político desviaron policía a dichas urgencias; en el 2018, se alcanzaron 1.132.000 productos.