CHEQUEO VECINAL A LOS BARRIOS A VÍSPERAS DE LAS ELECCIONES (II)

Un mandato marcado por la presión turísticoinmobiliaria y los narcopisos

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Helena López

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Se le pregunte a quién se le pregunte, todos coinciden en que la situación en el distrito es difícil. Complicada. En muchos sentidos y con todos los matices. En otra cosa hay consenso entre (casi) todos: la vivienda y la gestión del espacio público están entre los principales problemas. "Se han notado los esfuerzos por parte de la administración local, pero la situación hoy es peor que hace cuatro años porque las dinámicas globales no se han revertido, y especialmente en el centro de Barcelona, siguen ejerciendo una presión brutal como foco de toda la industria turísticoinmobiliaria", señala Daniel Pardo, miembro muy activo del tejido vecinal de Ciutat Vella. 

Iñaki García, referente del Raval rebelde, tiene claro que "el problema más grave es la vivienda; la expulsión del vecindario". "Continúa creciendo, pero también crece la resistencia y la organización. Las convocatorias para parar desahucios son más numerosas que nunca", señala con optimismo. García también valora el sistema de mediación creado por el actual ayuntamiento - "funciona, logra para desahucios"- , el problema es que el número desahucios no para de aumentar. "Hay más casos, pero también hay más éxitos", resume. Otra historia son los llamados desahucios invisibles. "De los que entregan la llave y se marchan nunca tendremos cifras", concluye el fundador de El Lokal.

Cuestión de expectativas

"La vivienda es el tema estrella y hay división de opiniones. Desde mi punto de vista, este ha sido el mejor ayuntamiento que hemos tenido; las críticas vienen sobre todo de la gente que tenía muchas expectativas, que creyeron en la prometida ciudad sin desahucios. Para ellos es frustrante. Ahora hay mucho más diálogo, pero la dinámica institucional es la que es", prosigue García, quien insiste en que le reto es "mantener y reforzar la autorganización vecinal". "Con los narcopisos ha funcionado", concluye. Muy ligado a la vivienda está el problema de los pisos vacíos y el fenómeno de los narcopisos, cuestiones que han marcado el intenso mandato de Gala Pin al frente del distrito.

"La okupación para evitar narcopisos funcionaRiereta, 3, sigue. Fue el primero, es el más emblemático y es evidente que ha sido un éxito", prosigue García. "La entrada de gobiernos progresistas siempre conlleva desmovilización en la calle, pero en el Raval se ha mantenido y se ha mostrado efectiva. La actuación de la urbana y los mossos con los narcopisos llegó después de que la gente saliera a la calle", concluye el activista consciente de que el fenómeno se ha desplazado con las últimas macrointervenciones policiales, aunque el caldo de cultivo sigue estando: "El mercado está, el turismo está y los pisos vacíos están".

A ojos de Ernest Morera, alma del gimnasio social Sant Pau, proyecto de salud comunitaria de referencia en el Raval que acaba de anunciar su cierre inminente por no poder soportar la presión inmobiliaria, considera que el distrito tenía una emergencia social "que entre todos no hemos sido capaces de hacer frente". "La manera como esta ciudad dé respuesta a los niños de la calle nos definirá como ciudad", señala Morera poniendo sobre la mesa otro de los temas que ha marcado el mandato.

Vecina, madre, ciclista

Sandra Caballero vive en el 10 del pasaje de la Pau, en el corazón del Gòtic, una de las muchas fincas en proceso de venta (y expulsión de sus residentes para sustituirlos por otros con rentas superiores). Es, además, madre de un niño que estudia en la escuela Àngel Baixeras. "Como afa (asociación de familias de alumnos), con todo el tema del patio, con el nuevo consistorio hubo un gran cambio. Antes no teníamos interlocutor. Más allá del resultado [de cómo quedó el reivindicado patio, sobre la muralla], se agradeció mucho el cambio de de trato. Hubo una gran diferencia", empieza su valoración sobre el mandato antes de poner sobre la mesa "muchos temas mejorables". 

"Sobre todo, cómo se ha gestionado el espacio público. No se ha hecho bien. La movilidad está imposible. La ocupación de los carriles bici por parte de los 'trixies' es una pesadilla. La regulación de todos esos aparatos los ha llevado a todos al carril bici y lo ha hecho intransitable. Saturadísimos. Yo no voy de paseo, yo llevo al niño al colegio o a la extraescolar y es un drama", señala Caballero, quien también también denuncia que "el mundo puerto está absolutamente desmadradísimo. Tanto lo legal, las terrazas, y lo ilegal, el top manta", apunta. "Es imprescindible que la ciudad recupere las riendas sobre el puerto -señala-, se tiene que poder circular". 

El reino de los 'muffins'

Caballero, igual que Pardo, señala también como un problema indisociable a la presión turisticoinmobiliaria el declive del tejido comercial. "Son dinámicas complicadas de parar. El tejido comercial va en relación a los habitantes. Si la gente ya no compra zanahorias y lo que compra son 'muffins' de zahanoria con jengibre, lo que los comercios ofrecerán no serán zanahorias sino 'muffins' de zanahoria con jengibre", describe Caballero.

En cuatro años pasan muchas cosas y la memoria a veces es traicionera, para la bueno y para lo malo. El movimiento vecinal ha sumado en este mandato algunas victorias, como la peleada recuperación del Borsí, la paralización de la construcción de un macrohotel en el solar de Drassanes o la compra por parte del ayuntamiento de Can 60. Y otras tantas derrotas, como la apertura del hotel de Núñez en la calle del Rec Comtal, la pérdida de la concesión municipal del Espai Mescladís -en los juzgados-, el parece que inminente cierre del citado gimnasio social Sant Pau o, la última gran batalla en el distrito, la construcción del CAP del Raval en la Misericòrdia (batalla que hoy por hoy va ganando la Fundación del Macba, aunque los vecinos siguen okupando la vieja iglesia en disputa).

Iván Rivera es el presidente de la asociación de vecinos de Illa Robadors-Picalquers-Roig. Él también lo tiene claro: "Para nosotros los grandes problemas son la prostitución en la calle, somos abolicionistas, y la venta de droga y toda la inseguridad relacionada que la rodea. Cuando este gobierno llegó hace cuatro años esto no estaba así. No solo hay un problema de poca policía, sino que la que hay está mal gestionada", concluye el presidente de esta asociación vecinal.