PATRIMONIO
Modernismo de segunda mano, en Wallapop
Natàlia Farré
Periodista
Natàlia Farré
Entrar en Wallapop da sorpresas. No solo las de encontrar aquello que buscas a mejor precio, sino también la de darse de bruces con aquello que una jamás pensarías ver en la aplicación, o sea, una torre modernista protegida con el grado de BCIN (Bé Cultural de Interès Nacional) a la venta. De acuerdo que todo es susceptible de ser ofrecido en las plataformas digitales pero, de entrada, una joya catalogada no parece el lugar natural de la aplicación de ventas de segunda mano, junto a los 'pongos' regalados, los electrodomésticos usados, la ropa que ya no se utiliza y los libros que ocupan demasiado espacio en la estantería. Pero ahí está. La Casa Tosquella. Sin nombre y sin dirección, pero por poco que se conozca, se identifica claramente por sus arcos de herradura y lo que queda del estanque pintado en el techo del porche del jardín.
Fuentes municipales afirman que no debería perderse la oportunidad de comprarla, pero el problema se llama periodo electoral
La casa se considera de estilo modernista aunque tiene mucho de ecléctica y de lenguaje arabizante, y es de los pocos, sino el único, edificio en pie en Barcelona de Eduard M. Balcells i Buigas, arquitecto sobrino de Gaietà Buigas (autor de la estatua de Colón) y primo de Carles Buigas (creador de la fuente de Montjuïc). La levantó como torre de veraneo el comerciante Antoni Tosquella en 1889, pero en 1907 Balcells la reformó totalmente, y a punto estuvo de desaparecer del mapa ciudadano en 1974, pues el rincón que dibuja entre la ronda de General Mitre y las calles de Vallirana y Ballester era un caramelo para los constructores. Resistió gracias a su última inquilina Maria Dolors Castells, descendiente de Tosquella, que consiguió, no sin esfuerzo, que la Diputació de Barcelona la considerara un bien a proteger. La blindó, así, de la piqueta y se enemistó, así, con la parte familiar que sí quería vender. Y ahí vivió hasta el final de sus días.
Equipamiento para el barrio
Su estado no es muy bueno: la humedad ha dejado inservibles y dañado algunas partes de la vivienda, y los esgrafiados, estucados, pinturas, forja, vidrieras y demás elementos decorativos necesitan una profunda y cara restauración. Quizá por eso el precio de salida son 1,4 millones de euros. Un coste más que aceptable que tienta al Ayuntamiento de Barcelona. Tanto el consistorio como la Generalitat, al ser un edificio catalogado, tienen derecho de tanteo y retracto, y los primeros se lo están pensando. Han visitado la finca y han hecho informes sobre el estado (y reforma patrimonial) y la posibilidad, o no, de una ampliación. Se trata de ver su viabilidad para convertirla en algún tipo de equipamiento municipal, el distrito lo pide a gritos. Y fuentes consistoriales afirman que no debería perderse la oportunidad de comprarlo porque tanto el precio como las posibilidades son buenos. Las reticencias tienen nombre: periodo electoral.
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