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Las 50 dioptrías de Pau Riba

El primer álbum del cantautor catalán cumple medio siglo en perfecto estado de revista

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Ramón de España

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El primer álbum de Pau Riba, 'Dioptría', ha cumplido 50 años en perfecto estado de revista. He vuelto a escucharlo en mi apolillada edición en vinilo y doy fe de que sigue siendo un disco doble estupendo, a pesar de que el primero y el segundo -que aparecieron con tiempo de por medio por problemas financieros- se parecen como un huevo a una castaña. O tal vez gracias a eso. En cualquier caso, 'Dioptría' es un magnífico retrato del artista adolescente y, junto a 'Jo, la donya i el gripau' -disco deliberadamente rupestre, no a medio hacer, que no es lo mismo-, de lo más grande que ha dado la música popular en catalán en toda su historia.

Descubrí a Pau Riba a la tierna edad de 13 años gracias a mi amigo de los escolapios Toni Olivé, que en aquellos tiempos era de lo más vanguardista que corría por el colegio de la calle Diputació. Me lo pasó cuando ya lo había rayado de tanto escucharlo, e hizo lo propio al año siguiente con el 'Orgía' de Jaume Sisa. Ambos discos tuvieron para quien esto escribe carácter de epifanía. Como la 'nova cançó' -con la excepción de Serrat- me aburría casi tanto como la 'chanson française' de la que bebía, escuchar a dos tipos cuyos referentes no eran Brassens ni Leo Ferré, sino Bob Dylan y The Incredible String Band me transportó a un mundo nuevo y prometedor sin moverme de mi ciudad, así que me hice fan de ambos.

Pasado el tiempo, mi amigo Toni sería el bajista de Melodrama, que fue a Sisa lo que The Band a Dylan. Con Sisa, pasé de fan a amigo cuando le conocí en los Bailes Selectos del Salón Cibeles a finales de los 70, época en la que el cantautor galáctico ensayaba para convertirse en Ricardo Solfa. No me ocurrió lo mismo con Pau, un tipo al que siempre he apreciado, pero con el que nunca he logrado mantener una conversación que fuese más allá de los cinco o 10 minutos. Cuando me lo presentaron, me preguntó si tenía algo que ver con un oficial del ejército llamado igual que yo que había firmado el documento que lo declaraba inútil total para el servicio militar. Le dije que era mi padre y él me comentó que algunas letras del documento se habían desdibujado y podía leerse “Inútil para el vicio de las armas”, lo cual le hacía mucha gracia.

Se pintaba solo

Pese a este comienzo tan prometedor, nunca he sabido acceder a su rico mundo interior. Por eso he optado por admirarle a distancia, y durante una época no me perdía un concierto suyo, aunque a la hora de boicotearlos el hombre se pintaba solo: dependiendo de lo que llevara entre pecho y espalda, una canción como 'Licors' podía durar entre 10 minutos y una hora y cuarto. Así había arruinado su presentación a bombo y platillo en el Price, donde los nervios le jugaron una mala pasada ante lo mejorcito de la sociedad civil catalana. Los conciertos de Pau que recuerdo eran como las faenas de Curro Romero, o estaba que se salía o estaba que te salías tú.

Nunca he sabido qué le pasó a Pau después de grabar dos discos tan sensacionales como 'Dioptría' y 'Jo, la donya i el gripau'. Siguió siendo capaz de alumbrar joyitas esporádicas como 'Es fa llarg esperar', perdidas en álbumes que no acababan de encontrar su camino. Mientras Sisa mostraba una carrera coherente y trufada de discos magníficos -incluidos los de Ricardo Solfa, que no quiso entender casi nadie: ¡reinvente usted la canción española para esto!-, Pau parecía perderse un poco más en cada nuevo esfuerzo discográfico.

Siempre he querido preguntárselo: “¿Qué te pasó, hombre de Dios?”. Pero jamás me he atrevido porque nunca he conseguido comunicarme con él de una manera, digamos, normal, como sí he logrado en los almuerzos con Sisa de los jueves, que es el día que dan paella en todas partes. En fin, no es ningún drama: me ha pasado con otra gente a la que también admiro y, total, cuando Pau y yo la diñemos, 'Dioptría' nos sobrevivirá y será la prueba de que en la Barcelona de los últimos años del franquismo hubo un iluminado fascinante que se inventó el folk rock catalán.