Las películas del mandato

Los candidatos a las municipales en Barcelona que cambiaron de partido

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Toni Sust

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Si en su día no vieron La tormenta de hielo (Ang Lee, 1997), deberían. Ambientada en 1973 en Connecticut, relata la historia de una familia en crisis en una sociedad en crisis, la estadounidense, que despierta a las mentiras del entonces todavía presidente, Richard Nixon. La película también refleja la crisis de la adolescencia y de pareja. E incluye una escena sobre cambios en los hábitos sexuales –o el retorno a ensayos de los años 60 y 70- que el que viera el film recordará: al final de una velada de parejas adultas, los que se atreven a participar en el juego dejan las llaves de su coche en un recipiente. Al salir, las esposas eligen una llave cada una y se van con el dueño del vehículo correspondiente.

Una situación que en el contexto de Barcelona viene a cuento por el intercambio de partido –otros dirán de chaqueta- que algunos de nuestros candidatos a las elecciones municipales han puesto en práctica en su trayectoria. En muchos casos, el ‘procés’ independentista aparece como motor principal de esos cambios, aunque no hay que ignorar que la ambición política y la vocación de supervivencia también suelen influir.

Si este diario lleva unas semanas comparando películas con aspectos del mandato municipal que desembocará en las elecciones del 26 de mayo, era obligatorio elegir La tormenta de hielo para comentar el relativo despiporre de cambios de partido entre no pocas de las personas que integrarán las distintas candidaturas. Aunque naturalmente siempre ha habido casos, lejos quedan los tiempos de los bloques marmóreos, en los que un diputado de CiU y uno del PSC lo eran para siempre, salvo incidente grave.

De dos a tres partidos

Antes se les llamaba tránsfuga, si bien los que serán citados en esta pieza sin duda no se consideran como tal. Quizá sólo los ve así el partido que abandonan. Al igual que el que se desplaza al extranjero se considera un viajero y los que le reciben, un turista.

Uno de los focos de tanto movimiento ha sido el PSC: casi hay más candidatos surgidos de esas siglas en otras candidaturas que en la que encabeza Jaume Collboni. El exsocialista con la responsabilidad más destacada es el cabeza de lista de ERC, Ernest Maragall, que dejó su antiguo partido en el 2012, aunque como otros que también se fueron vino a denunciar que quien los había abandonado era el PSC.

En el PSC, Maragall fue concejal en Barcelona, conseller en el Govern de José Montilla y diputado en el Parlament. Hasta que lo que se conoció como el alma catalanista del partido acabó cogiendo la puerta. Maragall creó Nova Esquerra Catalana, que confluyó en Moviment d’Esquerres (MES), junto con otros exsocialistas, antes de dar el salto definitivo a ERC.

Mascarell, ‘conseller’ de uno y el contrario

Hay que decir que la Convergència del 2010 todavía mantenía intactas muchas de sus características históricas y autonomistas cuando Artur Mas fichó por sorpresa a Ferran Mascarell, que venía de pasar cuatro años en el sector editorial, se convirtió en el conseller de Cultura del llamado 'Govern dels millors', que duró dos años, hasta que Mas abrazó el secesionismo sin ambages y convocó elecciones por considerar que había que someter ese cambio de rumbo al escrutinio de los electores. Mascarell repitió, y en total estuvo seis años de responsable de Cultura. Antes había ocupado idéntico cargo durante los últimos seis meses del Gobierno catalán de Pasqual Maragall, en el 2006. Fue criticado por algunos de sus excompañeros. Tras intentar ser alcaldable del PSC casi lo logra ser de la candidatura posconvergente, Junts per Catalunya, de la que al final irá de cuarto.

Uno de los resultados de los cambios de partido de los candidatos a munícipes es que algunos de los que ahora serán rivales fueron compañeros de militancia o gobierno en el pasado. Es el caso de Maragall y Mascarell. Ambos fueron concejales del PSC en Barcelona y ambos estuvieron en el Ejecutivo de Pasqual Maragall, en el que el ahora alcaldable de ERC fue secretario del Govern. Es de prever que en durante el próximo mandato se vean en la obligación de intercambiar reproches.

Otro cruce de la historia: Gemma Sendra, número siete de la candidatura de ERC, fue secretaria general de Mascarell como conseller de Cultura del tripartito. Sendra ya fue de número seis en la lista de Alfred Bosch en el 2015, y es concejala desde que Bosch se fue a la Generalitat. Aunque también proviene de MES, no parece lógico encuadrarla en ningún cambio de partido, porque su perfil es el de una gestora cultural. Tampoco se antoja que haya cambio de partido en el caso de Miquel Puig, número tres de Maragall, que atesora un perfil técnico que le llevó a ser director general de la Corporación Catalana de Radio y Televisión en los últimos tiempos de Jordi Pujol como ‘president’.

Jordi Martí y el colauismo

Como Mascarell, también Jordi Martí Grau intentó ser alcaldable del PSC. Después de suceder a Jordi Hereu al frente del grupo municipal, se presentó a las primarias del partido para ser candidato, pero quedó en tercer lugar, por detrás de Collboni y Carmen Andrés. Pasó por Moviment d’Esquerres y llegó a ser tentado por Bosch para acompañarle de segundo en la lista de ERC del 2015. Declinó. Y al final aceptó la propuesta de Ada Colau para ser gerente del consistorio. En este cargo de perfil técnico se ha convertido en uno de los personajes clave para el gobierno local, lo que le valió un premio agridulce: regresar al plano político como número ocho de la lista de Barcelona en Comú. Agridulce, entre otras cosas, porque le obligará a acatar la limitación salarial que como técnico capeaba.

El caso de Albert Batlle, que irá de tercero en la lista de Collboni, es peculiar: en el 2011 dejó de militar en el PSC, partido que contribuyó a fundar, porque como nuevo director adjunto de la Oficina Antifrau no podía atesorar militancia política. Antes fue concejal socialista durante dos décadas y secretario de Serveis Penitenciaris de los dos gobiernos tripartitos. Artur Mas lo fichó como director general de los mossos tras la caída de Manel Prat. Políticamente, ingresó en Units per Avançar, una de las secuelas de Unió, que ha pactado con el PSC para incorporarse a su candidatura municipal. Roda el món i torna al Born.

Parera, exportavoz de Unió

En ese pacto de Units con el PSC encontró Eva Parera el motivo para darse de baja. Antigua integrante de Unió, fue portavoz de los democristianos durante cinco meses. De una manera peculiar: no llegó a hacer declaraciones en el ejercicio del cargo. Ahora es la número cuatro de la lista de Manuel Valls y portavoz de la candidatura. A ver si a la segunda le va mejor el encargo.

Parera no es la única integrante de la lista que apoya Ciudadanos que tiene un pasado político en otro partido. Le pasa al propio alcaldable. Valls anunció en el 2017 que abandonaba el Partido Socialista francés después de 37 años de militancia, cambió de país y se aproximó a Ciudadanos, tras participar como estrella invitada en actos contra el ‘procés’.

El tercero de su lista, Celestino Corbacho, fue en L’Hospitalet  uno de los alcaldes metropolitanos más significativos del PSC. Si Maragall y Mascarell argumentaron al irse que ya no podían compartir el proyecto del PSC porque se había alejado del catalanismo, al exministro Corbacho le parecía que el partido era demasiado tibio con el secesionismo. Como se ve, al PSC le costó lo suyo aclimatarse al ‘procés’.

Alamany, el último caso

En este baile de partidos, la última en cambiar de pareja ha sido Elisenda Alamany. Irá de segunda de ERC tras abandonar a los ‘comuns’. Es la herida más reciente de un rosario de transferencias.

Las películas

<strong>'La tormenta de hielo' (1997)</strong>

Y la semana que viene, entre ‘La estrategia del caracol’ y ‘El pisito’: la gestión de la vivienda de Ada Colau.