homenaje a un dios eterno

¡Bacanal en Badalona!

Baco y su camarilla de silenos, sátiros, faunos y ninfas se dan cita en el museo romano de la ciudad

Arriba, cuatro cabezas de Baco en distintas etapas de su vida y, debajo, un Baco joven, un fauno, un sátiro y una ménade.

Arriba, cuatro cabezas de Baco en distintas etapas de su vida y, debajo, un Baco joven, un fauno, un sátiro y una ménade. / periodico

Carles Cols

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Al Museu de Badalona se le solapan las exposiciones más que recomendables. Con ‘La gran ilusión’ aún abierta al público, o sea, un homenaje a los 122 años de pulsión cinéfila de la ciudad, el museo acaba de inaugurar un justificado reconocimiento a un personaje que a todos les sonará: hijo de un dios, sacrificado de forma cruel, milagrosamente resucitado y en cuyo nombre se celebran liturgias con vino. Exacto, eso es, Baco, Dioniso para los griegos, que parece obvio que inspiró, y mucho, a cultos posteriores, hasta el punto de que la identificación del macho cabrío como encarnación del diablo que tan buen resultado le ha dado al cristianismo para atemorizar a los parroquianos procede también, lo que son las cosas, de las bacanales, las fiestas dedicadas a Baco. Igualmente, en las brumales, despiporres dedicados a ese dios, los sacerdotes presumían de convertir el agua en vino. Decía el filósofo y poeta Ralf Waldo Emerson, uno de los grandes intelectuales del siglo XIX, que “la religión de una época es el entretenimiento literario de la siguiente”. A lo mejor se quedaba corto.

Este era un dios, salvo por las cogorzas, con un currículo que recuerda demasiado al Jesucristo como para no sospechar que hubo un corta y pega

‘Baco, las máscaras del dios’ es una exposición comisariada por Esther Gurri, lo cual ya es una garantía, porque es autora de un ‘hit’ inolvidable, ‘El sexo en la época romana’, una muestra que ha estado cinco años de gira por España y que han visitado más de 80.000 personas. A riesgo de encasillarse en la cara más disipada de nuestros tatarabuelos romanos, Gurri ha decidido esta vez presentar en sociedad y en un mismo espacio los bacos, silenos, faunos, ninfas y sátiros que la arqueología contemporánea ha rescatado en Catalunya, como la cabecita que hace dos años apareció en Badalona más allá de la autopista C-31. Cuando aquel Baco se presentó en sociedad recién salido de las entrañas de la tierra, lucía poco. Dos mil años de resaca pesan lo suyo. Ahora, primorosamente adecentado, sorprende por su fina factura y por el color caramelo del mármol en que fue tallado, procedente de la cantera númida de Chemtou. A su lado se exhibe otro ejemplar, en este caso procedente de Empúries, en mármol de Carrara.

El 'Archivo de Salamanca de la arqueología'

Las exposiciones del Museu de Badalona suelen ser muy autoexigentes, no solo en el propósito de mostrar al público una buena colección de piezas cedidas por otros centros culturales, sino también porque se evita la simple exhibición en vitrinas con textos minúsculos, de aquellos que cabrían en una galletita china de la suerte. Si de hablar de Baco se trata, que nada se quede en el tintero. Esa es la actitud.

Sobre la primera cuestión, sobre el número y calidad de las piezas mostradas, es de justicia reconocer la generosidad de Tarraco, por ejemplo, y por el contrario echar en falta, como es demasiado habitual, objetos de la colección del Museu d’Historia de Barcelona (Muhba), al que hay quien se refiera ya en determinados ambientes como el 'Archivo de Salamanca de la arqueología', como si sus fondos fueran un derecho de conquista. El sileno que en el 2013 apareció en Villa Sagrera, con un ojo entrecerrado como señal de la moña que llevaba encima, se pudo retratar brevemente eln 19 de abril de hace seis años y apenas nada más se ha sabido de él desde entonces. Con lo que luciría estos días en Badalona, al lado de sus colegas de melopea.

Sobre la segunda cuestión, el relato que en el Museu de Badalona acompaña a las piezas, es, tratándose de Baco, embriagador. Por supuesto.

Aquel sucio Baco que hace dos años despertó al lado de la autopista luce ahora limpio y hermoso, hecho de mármol caramelo de una cantera númida

Esta era una deidad que en Roma no tuvo templos, pero sí creyentes, como Julia, la hija de Augusto, que profesó la adoración de Baco. No es extraño que encontrara consuelo en el dios de la cogorza si se recuerda que su padre la casó con cuatro hombres distintos a lo largo de su vida para controlar a través de sus yernos el Senado. El de Baco era un culto en ascenso, según Gurri, con gran prédica entre las mujeres, porque no las relegaba a un segundo plano. Era, además, un dios con el que era fácil que los mortales se identificaran. Era una suerte de Peter Parker en ese universo Marvel de la antigüedad, un personaje que había sufrido calamidades sin pausa y, por ello, un tipo con el que empatizar.

La exposición dedicada a Baco estará abierta al público en Badalona hasta el 9 de junio, pero después, aunque sin fechas exactas aún, se trasladará a Empúries durante las vacaciones de verano, un lugar excelente también para no perdérsela, sobre todo porque se trata de un personaje eterno. El cristianismo pudo poner fin a su devoción, pero todo aquello que representaba (la vid, el teatro, la desinhibición etílica…) ha pervivido a lo largo de la historia del arte (ahí está el hipnótico Baco de Caravaggio, por citar solo uno entre miles de ejemplos) y de la cultura popular. A veces se olvida, pero es Baco quien concede al rey Midas ese maldito don de convertir en oro todo cuanto toca con su piel.

Carro de panteras

La colección de piezas que exhibe el Museu de Badalona, que incluyen mosaicos parciales de Baco sobre un carro tirado por panteras, proceden en su mayor parte de villas de familias acomodadas. Las tallas en mármol eran un elemento común de decoración, en el caso de Baetulo (la Badalona de hace 2.000 años), además, de importación. El buen gusto ern común. La capital del imperio marcaba la tendencia. Una cosa era vivir en las provincias y otra muy distinta ser provinciano. Jamás era ese el propósito. En ese sentido, merece la pena también, de la exposición consagrada a Baco, el conjunto de elementos decorativos menores hallados en un momento u otros en excavaciones arqueológicas en Catalunya, porque revela hasta qué punto cualquier objeto, como el tirador de una puerta, tenía una bella factura.

La cultura cristiana ha reducido a aquel dios a un icono de la moña, pero el de Baco fue un culto muy serio, aunque sin templos

Baco, en resumen, siempre ha estado ahí, presente, pero lo que para los romanos, y antes para los griegos con Dioniso, era un culto muy serio, con liturgias bien pautadas, para el mundo posterior cristiano ha sido un personaje empequeñecido o, en el mejor de los casos, distorsionado, como el dios de la vid imaginado por Velázquez, que aunque el pintor bautizó su obra como ‘El triunfo de Baco’, la cultura popular ha preferido conocer ese cuadro simplemente como ‘Los borrachos’.

Llegados a este punto, copa en mano y con rumbo a Badalona, solo resta echar mano de Horacio, no por aquello del ‘carpe diem quam minimum credula postero’ o sea, aprovecha el día y no te fíes del mañana, sino por otra de sus frases menos célebres pero más oportuna. ‘Nunc est bibendum’. Vamos, que es la hora de echar un trago.