FIN DE UNA ÉPOCA

Barcelona se despide de su último payés

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Helena López

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Si un día iba a comprar coliflor y en ese momento no había, no pasaba nada. El payés salía y le cogía una. De la tierra al carro. "Eso era lo bonito de venir a comprar aquí; es una lástima que cierren, lo vamos a echar mucho en falta. Mucho", explica Paula Ruiz. La mujer viene a comprar todas las semanas. Lo hace desde el vecino barrio de Can Sant Joan, en Montcada, pero a pocos cientos de metros de los Huertos de La Ponderosa, uno de los tesoros Vallbona; casi un milagro.

Para llegar al barrio, y a los campos, donde, según el 100% de los vecinos consultados se cultivan "los mejores tomates de la ciudad", a pie desde Torre Baró, es decir, desde Barcelona, hay que cruzar el imponente puente de Vallbona, sobre 20 carriles de coches y otras tantas vías de ferrocarril. Tras ellos, y todo el cemento que caracteriza la entrada norte de la ciudad, el verde intenso de estos huertos, en pleno rendimiento, se antoja un oasis. "Todo esto es posible gracias a las aguas del Rec ComtalRec Comtal", señala José María Fernández, habitual de los campos de La Ponderosa desde niño, cuando estudiaba en el colegio Los Eucaliptos.

Fernández, vecino de Ciutat Meridiana, "a la vera de la huerta" -es decir, en la parte baja del empinado barrio-, recuerda que de niño venía a bañarse al Rec Comtal al salir de clase, "y los huertos les proveían la merienda". "Cogíamos habas y todo lo que había. Entonces Juan joven...", prosigue con nostalgia el hombre, quien baja a comprar normalmente los fines de semana. Esta semana es especial. Lo ha hecho en jueves al enterarse de que el domingo sería el último día. El Juan al que se refiere este vecino de Ciutat Meridiana es Juan Ortuño, hijo, nieto y bisnieto de agricultores que dedicó su vida a cultivar estas tierras que murió el pasado noviembre a los 85 años. 

En la tarjeta que sus hijos han hecho para explicar a su fiel clientela dónde pueden seguir comprando su cosecha a partir de ahora han escrito una frase: "Perdón a todos, tomé únicamente uno de los trenes anteriores y se me olvidó decirles… no he muerto, solo me fui antes". 

No hay cliente que no entre entre estos días en la pequeña tienda, un cobertizo en medio de los campos con un "se vende verdura" muy habitual en las zonas rurales pero una rareza en la dura Barcelona, que no haga la fatal pregunta: "¿Hasta cuándo estáis?". La respuesta es siempre la misma: "Aquí, hasta el domingo, pero la cosecha de la Ponderosa todavía pueden comprarla en la tienda de la calle de Puigcerdà, en la Verneda o en una tiendecita de la Via Júlia". La reacción de los clientes suele ser también la misma: "pero no será lo mismo...". Disponer de este pequeño refugio era uno de los pocos privilegios de la Zona Nord de Nou Barris. 

"Empecé por los higos..."

Pese a que los tomates son la estrella -en verano la peregrinación a por el tesoro rojo es constante-, también son muy aplaudidas las habas -ahora en todo su esplendor- y los calçots Cada cual tiene su producto fetiche. Rosa Gual, por ejemplo, viene desde Trinitat Vella por los higos. "Del árbol a la caja, una maravilla", cuenta la mujer, quien lamenta que "es una pena que nos vayan quitando poco a poco lo mejor que tenemos". Paula Ruiz comparte el diagnóstico, y alaba las zanahorias: "las tienes en la nevera dos semanas y siguen bien". 

Joaquín es otro habitual de La Ponderosa, en su caso con la cámara de fotos al cuello. "¡Mira, una gallineta común!", exclama señalando al pájaro de patas verdes sobre el agua del Rec: "Vengo mucho aquí y al Besòs, tengo muchísimas fotografías de animales. Seguiré viniendo, ahora ya solo a hacer fotos, si ya no puedo comprar la verdura...". 

En el vecindario existe el temor de que el cierre de la tienda tras la muerte del señor Juan sea la antesala del final de La Ponderosa, el último gran huerto de la ciudad. En La Ponderosa insisten en que no. Solo se cierra el punto de venta, la producción sigue. El radiante aspecto del campo a las puertas de la primavera da toda la credibilidad a la respuesta. 

Fuentes municipales confirman que los terrenos son privados y están calificados de equipamientos. Pese a eso, el gobierno municipal asegura querer que estos terrenos sigan siendo agrícolas, "trabajados con las entidades y con productos de kilómetro cero". "Así se está trabajando a partir del Pla Director de Vallbona, con el objetivo de preservar el valor añadido que dan al barrio y a la ciudad el uso actual y las características de estos terrenos", concluye la misma voz.