ENHORABUENA ORNITOLÓGICA

El raro cisne que aterrizó en Barcelona regresa a la naturaleza

Puesta en libertad del cisne que apareció en Barcelona

Puesta en libertad del cisne que apareció en Barcelona. Declaraciones de Ricard Gutiérrez, técnico de fauna del Departament de Territori. / periodico

Carlos Márquez Daniel

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El cisne cantor no lo ve claro. Se mantiene unos segundos en la jaula hasta que el obstáculo humano, la persona que ha abierto la compuerta, se coloca detrás, dejando el camino libre entre el habitáculo y el maravilloso estanque de Ivars d'Urgell. Sale como una exhalación, patina con el cemento, quizás fruto de las ganas de tocar agua, e inicia la navegación, generando una pequeña ola a ambos lados cuando avanza. Fin de la historia. O mejor dicho, fin de esta historia, porque esta ave, que en Catalunya solo se ha visto en tres ocasiones en las últimas décadas, inicia ahora una nueva aventura. De regreso a casa, al norte de Europa.

Este relato empieza el 11 de enero, cuando unas señoras que paseaban por el barrio de la Vall d’Hebron de Barcelona se encontraron en plena calle un pájaro inmenso. Llamaron a la Guardia Urbana, que a la vez llamó al Departament de Territori que a su vez llamó al Centro de Fauna de Torreferrussa, donde el animal se ha estado recuperando hasta este martes. Cómo llegó hasta la capital catalana es un misterio, pero los que saben pueden suponerlo con cierta certeza. Ricard Gutiérrez es técnico de fauna litoral de la ‘conselleria’ y ha sido la persona encargada de liberar este ejemplar de cisne cantor (cygnus cygnus), que durante este tiempo, y hasta que decida abandonar tierras leridanas, ha sido, es y será el ave más grande de Catalunya. En un suponer, el animal en cuestión debió ser víctima de lo que se conoce como fuga de tempero, esto es, el movimiento que realizan ciertas aves cuando se encuentran en situaciones climáticas adversas. Pudo pasar que le pillara un temporal de nieve o una helada que se cargó la laguna en la que vivía. Alzó el vuelo y se fue hacia el calor. O sea, hacia el sur. Voló y voló con sus grandes reservas de alimento y de agua hasta que no pudo más. Literalmente, se quedó sin gasolina. Quizás divisó el mar y se fijó en el delta del Llobregat, pero no llegó.

El bicho impone una vez desplegadas las alas. Ya no es el escuálido que cayó en la ciudad, cansado tras miles de kilómetros volando a una altura superior a los mil metros. Pesa 9,4 kilos, casi tres más que cuando fue hallado por las intrépidas vecinas. Ha comido como un campeón en sus casi dos meses de recuperación, en los que ha vivido en un espacio cerrado al aire libre junto a otras aves, entre ellas, una cigüeña con la que, al parecer, casi llegan a las manos. “Se iban vigilando, pero al final no pasó nada”, concreta Ricard. Hizo bien en no entrar al trapo, porque si los niños los traen las cigüeñas, a las cigüeñitas las traen estos hercúleos cisnes.

Tercera visita

Es la tercera vez que se avista un cisne de este porte en Catalunya en las últimas décadas. Se estrenó en el Delta del Ebro en 1994, donde se dejó fotografiar entre el 30 de octubre y el 6 de noviembre. Era, como ahora, un solo ejemplar. En el 2010 se presentaron en el mismo lugar cinco de ellos, entre el 17 y el 26 de mayo. Este último terminó en medio de la ciudad, lo que, por primera vez, ha forzado la mano del hombre para devolverle al medio. Cuenta Ricard que son oriundos de la tundra ártica y que puede ser habitual verlos en el norte de Francia o en Holanda, pero no en la Península Ibérica. Aunque estos últimos meses, además de Catalunya, otros 25 cisnes cantores se han dejado fotografiar en Asturias y Galicia. Una auténtica rareza que por ahora debe tratarse dentro de la categoría de hechos anecdóticos. “Aunque a nadie se le escapa –señala este experto- que podemos entender mejor el clima gracias al movimiento de las aves”. En estas últimas semanas, el estanque de Ivars también ha recibido la visita de una gaviota polar, “que como su nombre indica, no son de Arbeca”, bromea Ricard. No lo son ni se las espera, ya que ver este animal en Catalunya es incluso más raro que cruzarse con un cisne cantor por los barrios barceloneses de montaña.

No está nada claro cuál va a ser el comportamiento del cisne a partir de ahora. Lo que es seguro es que vuelve a tener combustible como para volar ya mismo sin parar hasta París. Ya en el inmenso estanque -recuperado a partir del 2005-, parece que empieza a aletear y eso para el neófito es el preludio de un adiós. Pero no. “Puede que simplemente esté estirando los músculos”. El resto de pájaros del estanque (más de 2.000 posados sobre el agua) han acogido bien al nuevo. Tampoco tienen más remedio porque de un guantazo podría mandarlos a Arbeca. Quizás decida quedarse por aquí una temporada o puede que a las pocas horas, tras haberse adaptado, emprenda el vuelo de regreso hacia el norte de Europa. “Pueden volar más 1.000 kilómetros seguidos, o sea que en menos de cinco días puede plantarse en Noruega o en Suecia tranquilamente”, detalla el técnico de Territori, que es también un gran aficionado a la ornitología. Como lo son los cuatro hombres que han venido expresamente a seguir en directo la liberación del cisne. Como Gabriel, llegado en moto desde Girona, ataviado con el mono de cuero y unos prismáticos. Tiene 40 años, se dedica a la construcción y siempre le han gustado las aves. “Desde pequeño. Mi padre ya tenía pájaros en casa y se me ha quedado. A mis amigos los tengo aburridos, pero bueno, a mi me encanta”.

Entender el clima al vuelo

Los aficionados a la ornitología tienen en internet su propia res social (Reservoir Birds) y numerosas páginas personales en las que los expertos comparten la lista de sus avistamientos. Es, también, un mundo competitivo: si en el fútbol mandan los goles, aquí gana el que más pájaros distintos ha visto con sus propios ojos. “Pero no hay que interpretar todo esto como una cosa 'friki' porque en realidad es un síntoma de lo que pasa en la naturaleza”, sostiene Ricard. Este experto del Departament de Territori pone un ejemplo de hasta qué punto el cambio climático puede leerse a través del comportamiento de los animales voladores: “Las lagunas de Francia ya no se congelan como antes, y eso ha implicado que el cormorán grande ya no viene tanto a Catalunya como años atrás”. También sucede lo contrario, con especies que antes no se quedaban y que ahora se han ‘empadronado’ en estas tierras.