UN paseo icónico

Restauradores y quiosqueros reclaman cambios en la inminente reforma de la Rambla

Un quiosco de prensa, en la Rambla de Barcelona.

Un quiosco de prensa, en la Rambla de Barcelona. / JORDI COTRINA

Patricia Castán

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Si cualquier reforma urbanística genera discrepancias entre partidarios y detractores, parece de cajón que la de la calle más visitada de Barcelona, la Rambla, sea difícil de conciliar. Los dos colectivos que en la presentación del anteproyecto en noviembre pasado ya sacaron las uñas por la parte que les concernía, restauradores y quiosqueros, no han logrado acercar posiciones con el ayuntamiento, por lo que ahora reclaman al consistorio que posponga la votación del proyecto ejecutivo -que en muchos aspectos sí tiene el beneplácito general- para el primer tramo de la Rambla hasta pasadas las elecciones municipales y han comenzado a buscar alianzas entre los grupos de la oposición. El malestar, por unos u otros motivos, también ha prendido en los Amics de la Rambla y algunos floristas.

Esta asociación de comerciantes y vecinos, solidarizada con los quiosqueros, acaba de remitir junto a estos últimos una carta a la concejala de Ciutat Vella, Gala Pin, donde le piden que aparque el tema de los quioscos de prensa del proyecto ejecutivo que se podría votar en comisión de Ecología, Urbanismo y Movilidad este mismo mes. Lo solicitan para que esta cuestión no complique la votación de la reforma y abra una brecha aún mayor con el colectivo. Consideran que el proceso de reforma debe "sumar la complicidad de los quioscos".

No obstante, la falta de entendimiento con el distrito, sostiene Juan Jiménez, presidente de la Asociación de Vendedores de Prensa de la Rambla, les ha llevado también a sumar fuerzas con los restauradores de la zona para reclamar que la votación de esta primera fase de las obras -empezando por abajo llegaría hasta Santa Mònica-, no se produzca hasta pasado el 26 de mayo, tras los comicios. Mantienen que aunque solo sea un tramo condicionará el resto de una transformación que, según ellos es excesiva y pone en peligro sus negocios. En otra carta abierta remitida en este caso a este diario y que también cuenta con la firma de otros operadores, como la emblemática floristería Carolina -que no ha sido consultada-, opinan que no se pueden "comprometer las finanzas municipales (un coste total de 37 millones de euros) sin el consenso deseable" y perjudicando, creen, a quienes viven de este vial.

Las problemáticas de unos y otros son muy distintas, pero en ambos casos se sienten amenazados, aunque la arquitecta Itziar González, al frente del ambicioso proyecto junto con el equipo multidisciplinar km.Zero, tildase meses atrás de interesadas las críticas desde la restauración.

"El debate sobre la Rambla se ha cerrado en falso", "tenemos la sensación de que el diseño del paseo estaba predeterminado", "estamos comprometidos con la reforma pero la Rambla no puede dejar de ser la Rambla", "no cuenta con apoyos que serían recomendables"..., son algunas de las afirmaciones en la carta enviada a este diario que firma Mireia Torralba, del restaurante Amaya, en representación de bares y restaurantes.

Cuestión de espacio

El diseño se basa en abrir espacios y evitar aglomeraciones. Pero el cabreo de estos operadores se basa en que prevén un recorte del 25% de las terrazas en base a su nueva ubicación entre alcorques propuesta en el proyecto. Una medida que es posible que aplaudan los viandantes en la misma medida en que disguste a sus clientes. El Gremi de Restauració de Barcelona considera que no es el plan especial previo (como mantiene el consistorio), sino su nuevo encaje en esta localización lo que obliga a perder mesas y sillas hasta en un 50% en algunos establecimientos. La patronal encargó a un estudio de ingeniería un informe sobre la aplicación de estas restricciones y concluye que los planteamientos chocan con el plan especial (que supondría menos recortes) y no cumplen algunos criterios de espacio y seguridad.

En el caso de los kioskos, el conflicto viene del planteamiento de reubicarlos, llevando ocho de los 11 al tramo bajo (entre Unió y la avenida de les Drassanes), con "menor atractivo comercial" e "inevitable competencia entre negocios, con el dramático impacto que este desenlace podría suponer a las familias (80) de los concesionarios y de sus plantillas", señalan, en este caso, en la carta que han mandado a Pin junto con Amics de la Rambla.

Jiménez explica a este diario que también propusieron sin éxito al consistorio un rediseño de sus puestos, que pasarían de 10 metros por 4 metros, a 8 por 3. "Quieren que volvamos a estar sin lavabo, con puestos pequeños que podrían ser de 2 por 4 metros", se queja, disgustado por "las prisas" por querer aprobarlo sin incorporar sus demandas. Cabe destacar que las concesiones de los quioscos terminan en el 2030 y el colectivo confiaba en que no se les movería hasta entonces.

Memorial a punto

Amics de la Rambla apoya en general el proyecto de renovación de la Rambla, tras muchos años reclamando su ordenamiento y mejoras urbanísticas. Pero en este momento desconoce la concreción final del proyecto, rechaza que incumpla aspectos del plan especial y quiere saber si incorporará sus peticiones antes de la votación política, explica Fermín Villar, su presidente.   

Esta entidad ha tenido ya desencuentros con el consistorio en los últimos días por la "precipitada" instalación del memorial a las víctimas del atentado, que alcaldesa Colau descubrirá este lunes. 

Un carril por sentido, tres plazas y más aceras

Tras muchos años de debate, el anteproyecto presentado hace cuatro meses es fruto de largos procesos participativos y muchos desencuentros a lo largo de varios mandatos municipales. La propuesta en marcha -las obras empezarán a finales de año si no hay cambios- no destierra el tráfico por no colapsar vías cercanas como la Via Laietana, pero deja solo un carril de tráfico por sentido, amplía aceras laterales y central y genera tres espacios 'plaza' junto al Principal, el Liceu y la iglesia de Betlem.

En algunos aspectos resulta muy ambicioso, pero persigue meritoriamente darle fluidez, potenciar la cultura, domar la saturación turística y humanizarlo. Muchas ideas planteadas han sido del gusto general, aunque son los operadores tradicionales de la Rambla los que han cuestionado algunos aspectos. González y su equipo han tratado de diseñar una Rambla 'slow' que funcione como punto de encuentro ciudadano y sea más amable. Afirma en que el proceso ha estado totalmente abierto la participación y el trabajo colectivo.