RECONOCIMIENTO INSTITUCIONAL

Y llegó la tarde en la que la voz de los manteros se escuchó en el Parlament

'En la rambla del Raval, todo el mundo vale igual'. El Espacio del Inmigrante recibe el Premi Solidaritat 2018

ZML

Helena López

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El acto se celebró este martes, al día siguiente del operativo desplegado en la plaza de Catalunyaplaza de Catalunya y anunciado a bombo y platillo para desalojar a los vendedores ambulantes. Y pasó tan desapercibido en la agenda pública como lo hace su imprescindible trabajo. En sus camisetas de colores, un mensaje claro: "a nuestra lucha, poder migrante". Tan claro como su emocionante y durísimo discurso de agradecimiento, un puñetazo a la conciencia de la blanca Europa a cada frase. No es habitual que los inmigrantes, menos si son pobres, y aún menos si, además, son rebeldes, tengan la oportunidad de hablar en el Parlament, y la aprovecharon. La entrega del Premi Solidaritat 2018, que otorga el Institut de Drets Humans de Catalunya y que ganó el Espacio del Inmigrante, llenó la tarde de este martes el Parlament de algo que no suele abundar en esos lares. De verdad. En un discurso crítico del más antisistema y transformador de los movimientos sociales de la ciudad, cargado de emoción e interrupido por aplausos, abrazos y sonrisas sinceras.

Como marca el protocolo, el president Roger Torrent fue el encargado de recibirles en el Parlament. "En vuestra casa -señaló-; estas paredes y lo que representan son también vuestra casa". Pese a que los hechos les llevan demostrando lo contrario desde que lograron entrar en Catalunya, aquella tarde no solo estaban allí, sino que lo hacían como ganadores.

Contra el discurso hegemónico

La encargada de presentarles fue Rosa Cendón, vocal del Institut de Drets Humans de Catalunya, quien explicó que el Espacio del Inmigrante nació en el 2013 en el Raval, como respuesta al apartheid sanitarioapartheid impuesto en el 2012. Desde el primer momento compaginaron el trabajo de denuncia con los grupos de acompañamiento, ejerciendo la desobediencia civil. Poco a poco fueron creando complicidades y en él nacieron proyectos como la Escuelita antiracista, el colectivo MAR (Mujeres, arte y rebeldía), el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes (cuyo nacimiento supuso una revolución, introduciendo en el relato la voz de los manteros, de los que hasta el momento todo el mundo hablaba sin contar con su mirada) o la asociación Exmenas. "Una entidad que cuestiona el discurso hegemónico y visibiliza a los migrantes en las luchas sociales de la ciudad, dando voz a quienes creen no tenerla por no tener papeles", resumió Cendón. 

"El trabajo del Espacio del Inmigrante es mirar allí donde otros no miran. No hacia arriba, sino al lado, y al pie de calle. Nuestro método es ir al ritmo del más lento. Del más pequeño. De quien no tiene poder ni medios. Al ritmo de a quien el poder no escucha y no da cabida. Nuestro trabajo es aprender de las luchas solidarias que se tejen en los márgenes", inició su discurso Rosa Sánchez, portavoz del colectivo. Un discurso en el que repasó todos los colectivos que forman parte del espacio, a los que dedicó uno a uno el premio. "Sabemos que cuando una compañera asesora a otro migrante sin juicios ni dinero de por medio es un acto antisistema y transformador para ambos. Cuando un mena ayuda a otro mena, la voz colectiva y hermanada se empieza a construir", prosiguió un discurso, que compartió con Estefania Quílez.

Política desde la cocina de sus casas

"Estamos aquí por los compañeros que cada día cuestionan la Europa fortaleza, la España racista y su ciudad refugio. Los que sobrevivieron a la fosa común del Mediterráneo. Migrantes que denuncian el racismo histórico, sofisticado y moderno. Compañeros que con su manta luchan cada día por el espacio público, que hace tiempo, por cierto, está privatizado; y que hoy es su lugar de trabajo - paró Quílez, emocionada-, estamos hablando del Sindicato Mantero". Público puesto en pie. Abrazo con uno de los portavoces del sindicato, también tras el atril. Aplausos de Torrent. 

Resonó también en el Parlament, en un trabajado discurso que no quería olvidarse de nadie -ni de los chicos de la chatarra ni de los lateros-, la voz de las "mujeres que luchan contra sus maridos, contra sus vecinos; mujeres que nunca se cansan y que hacen política desde las cocinas de sus casas para sostener a ese colectivo que técnicamente llaman menas. Los más estigmatizados. Los reyes de la exclusión. A los que todos miran mal".