PRESENTACIÓN DEL LIBRO 'IMAGINEM BARCELONA'

Collboni se impone recuperar el alma de Barcelona

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Carlos Márquez Daniel

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Podría resumirse de la siguiente manera: señoras y señores, estos ocho años han sido un espejismo, un mal rato que solo lleva a una posible solución: "Barcelona tiene que volver a ser Barcelona". El entrecomillado lleva la firma de Jaume Collbonicandidato del PSC a la alcaldía de la capital catalana, que este martes ha presentado su libro 'Imaginem Barcelona' junto al periodista y colaborador de EL PERIÓDICO Xavier Sardà y ha aprovechado para reivindicar el legado de los 31 años que los socialistas comandaron la ciudad. "De cuando se trabajaba en equipo -por citar uno de los ejemplos expuestos- para sacar adelante unos maravillosos Juegos Olímpicos". 

Difícil maridaje el de sacar pecho por lo pasado para blandir un proyecto de futuro. Pero poco margen le queda a Collboni si se tiene en cuenta que tiene una competencia trufada de nombres que ya son o una declaración de intenciones o un programa electoral andante: un exprimer ministro francés que lleva meses paseando por los barrios, el hermano de Pasqual Maragall, un exconcejal y 'exconseller' que estos días está siendo juzgado en el Supremo y una alcaldesa que cree mantener prácticamente intacto el 'charme' del primer día. Así las cosas, su parcela, su nicho electoral, parece que basculará entre la mano tendida a casi todos los partidos (algo que no abunda) y un plan centrado en la ciudad y su entorno. En busca de una metrópolis que mire hacia el futuro pero inspirada en la esencia política que, a ojos de Collboni, la hizo grande en el pasado. De ahí su afirmación: "Que Barcelona vuelva a ser Barcelona".  

Megaciudades, el futuro

Sobre el área metropolitana, el candidato ha compartido su voluntad de reformar la Constitución -menudo momento para proponer semejante empresa- para que recoja una ampliación de competencias de estos entes supramunicipales. Le avala la lógica y los expertos, que rezan que el futuro de este planeta son las megaciudades, concentraciones urbanas de más de 10 millones de habitantes. No se llegará a tanto, pero de sus palabras se desprende que la capital catalana se quedará en nada si no se aspira a una suerte de "federalismo urbano" (Pere Navarro habrá levantado una ceja allá donde esté) que establezca un "estatuto propio de ciudad autónoma para Madrid y Barcelona". Como la carta municipal, pero a lo bestia. Esto implicaría cosas como dotar a los gobiernos locales de mayor control de las infraestructuras (puerto y aeropuerto) y más poder de decisión en materia fiscal. Lo que viene siendo la teoría de las ciudades-estado, vamos.

En el terreno más sentimental, Collboni se ha acordado de su niñez en la plaza Real, donde solía ir con su padre para cambiar sellos. Sardà le ha completado emulando esa primera vez en la que tus padres te dejaban salir solo a la calle. ¿Ahora? Impensable: "No somos una ciudad insegura pero sí tenemos un problema grave de inseguridad". "Una parte de la izquierda -hola, Ada Colau- ha tenido complejos a la hora de hacer cumplir las reglas democráticas". Ha hablado de recuperar la Rambla y convertirla "en la gran avenida de la cultura", ha citado Lisboa y su capacidad, digna de emular "por su capacidad de decidir qué tipo de turismo quiere", y ha afeado que algunos solo vean Barcelona "como un estadio más de su conflicto". "Hemos de ser capaces de situar la ciudad un palmo por encima de esta guerra", ha recetado. Quizás lo que más y mejor resuma su comparecencia ante unas 200 personas (Laia Bonet, su posible número dos, entre ellos, además de la plana mayor del partido y Xavier Trias, haciendo gala de su habitual 'fair play') sea esto: "Los Juegos del 92 fueron la consecuencia de pensar entre todos en una ciudad diferente, y esa es la Barcelona que ahora muchos echamos de menos para poder crear otra, sin humos, cívica, con un turismo de calidad y en la que la cultura se un signo de identidad".