BARCELONEANDO

Cadaqués merecía algo más

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zentauroepp46977256 barcelona 15 02 2019 barcelonenado carlos marquez calle cada190215170637 / JOSEP GARCIA

Carlos Márquez Daniel

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De acuerdo que hablamos de 1907. De acuerdo que venía bien porque el mismo día, el 5 de septiembre, se descubría la placa de la perpendicular calle de Portbou. De acuerdo que Barcelona era una ciudad en construcción y que hay que interpretar las cosas con perspectiva. Pero seamos honestos: Cadaqués merecía algo más. O eso es lo que parece un siglo después. Esta deuda histórica nos lleva al barrio de Sants-Badal, entre la avenida de Madrid y la calle de Sants, donde el asunto se abre paso entre dos edificios, en una suerte de callejón. Como si a la ciudad le faltara un trozo, como si los constructores se hubieran quedado cortos por una vez. Es la calle de Cadaqués; sin salida, sin encanto, sin vecinos. ¿Sin justicia...?

Entre los números 13 y 15 de la calle de Portbou se abre esta brecha por la que solo se cuela el viento. Ese podría ser el único vínculo con el paraíso ampurdanés, porque ni los grafitis ni los hierbajos ni las cacas de perro tienen nada que ver con Cadaqués. Las comparaciones siempre son odiosas, pero el agravio se multiplica al echar una ojeada al resto de calles dedicadas a municipios de la Costa Brava. En ese mismo 1907 se retiró la cortinilla de las de Begur y la Bisbal. También la de las islas Medes o Tramuntana. Años más tarde llegaron Fitor, Pals, Fonteta o Llafranc, todas ellas con gente andando y mucho más nobles que la denostada Cadaqués.

Esprint de bautizos

Ese 5 de septiembre del 1907, y bajo mando del alcalde Domènec Sanllehy, que además de una plaza fue yerno de don Manuel Girona, que además de una calle era banquero, se firmaron otros bautizos en el que quizás haya sido el mayor movimiento de la historia del callejero barcelonés. Según consta en el nomenclátor municipal, ese día se dio o se modificó el nombre de más de 200 calles. Muchas de ellas hacían referencia al territorio, como la de Berga, Esparreguera, Calaf, Gavà, Cabrera, Igualada, Penedès, Reus, Premià o Priorat. Otras sirvieron para rendir tributo a personajes como Mozart, Agustí i Milà, Bretón de los Herreros, Calderón de la Barca, Cesare Cantú, Guillem Tell, Feliu i Codina, Jules Verne, Lincoln, Verdi o Teodora Lamadrid. Tampoco ninguna de todas ellas puede compararse con Cadaqués, por supuesto.

¿Y eso se puede cambiar? Según las normas del funcionamiento de la ponencia del nomenclátor, aprobadas en mayo del 2014, no se puede. Por una razón muy sencilla: “En el caso de que una calle haya sido dada de baja o haya desaparecido físicamente por remodelaciones del sector, no se dará a otro vial de la ciudad para evitar los inconvenientes que pueda representar para los registros notariales o catastrales”. De acuerdo, pero teniendo en cuenta que no hay comercios ni negocios y que solo hay un portal (el número 2) que da acceso a una casa abandonada desde hace años y a la que también se entra por el 15 de Portbou, poca afectación podría tener a nivel burocrático. Por lo tanto, si hubiera voluntad, sí se puede. 

Cadaqués es una víctima del progreso. En el siglo pasado conectaba con la calle de Jaume Roig, pero la construcción de un edificio la dejó cortada de mala manera. Así lo corrobora el mapa topográfico de la ciudad. Había un par o tres de bancos y se llegó a plantar un generoso chopo, desaparecido en el 2013, que alcanzó una altura considerable, de unos 15 metros. Cuenta Montserrat Falcó, vecina de toda la vida, que solía venir de pequeña a jugar a las gomas con las amigas. "Solo pasaban bicis y alguna moto, era tranquilo". Cree recordar que la calle era un poco más ancha (lo corrobora el suelo, irregular y como falto de un pedazo que parece meterse por debajo de una de las fincas). Lo que ahora es el 13 de Portbou era una casa con un club ciclista en los bajos, y la pequeña casita del número 2 de Cadaqués, con sus placas de hierro para evitar la ocupación, era el taller de cerámica de la hija de los dueños de la finca contigua, relata Montserrat. "Lleva años cerrada, no recuerdo la última vez que la vi abierta". No es el único edificio antiguo y desierto de la zona. Abundan en las cercanas calles de Sant Feliu de Guíxols, Fisas, Roger o Ànimes.

Mientras, en Cadaqués...

Se impone comprobar si Cadaqués tienen un espacio dedicado a Barcelona. Y efectivamente, lo tiene. Tampoco es que sea la leche, pero no es la ratonera de la capital catalana. Está entre el campo de fútbol y el cámping, una calle residencial, alejada de la zona más ilustre, pero con árboles, aceras y algo de vida. ¿Y si viajamos por el resto del territorio…? Las comparaciones vuelven a doler, pero también aquí vienen bien para ahondar en la tesis. Hay calles dedicadas a Cadaqués en Figueres, Llançà, Palafrugell, L’Escala y Castelló d’Empúries; todo localidades del Empordà, lo que entra dentro de lo previsible por el compadreo entre municipios cercanos.

La cosa se pone interesante al comprobar que en el área metropolitana de Barcelona existen al menos cuatro municipios, además de la capital, que honran el pueblo pescador. Se trata de Badalona, Gavà, El Prat de Llobregat y Rubí, y en todos los casos hablamos de arterias mucho más decentes que la de la gran ciudad. Valga el ejemplo de Gavà, donde la calle de Cadaqués, como no podía ser de otra manera, termina prácticamente en el Mediterráneo.

Con toda esta historia ha llegado el momento de hablar con el alcalde de Cadaqués, Josep Lloret i Parellada, hijo de Sant Sadurní d'Anoia pero vecino de la tramuntana desde hace más de 20 años, cuando arribó para dedicarse a la construcción artesanal de embarcaciones. La llamada le deja un poco fuera de juego. Cuando finalmente asimila el motivo de la consulta, reflexiona sobre la Barcelona de 1907. "Cadaqués no tenía tanto nombre como ahora y quién sabe, quizás la calle era mejor entonces, cuando se inauguró". Bien visto. De eso no hay duda.