TRADICIÓN ASIÁTICA

Feliz año del cerdo en el Eixample de Barcelona

Elisenda Colell

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“Este va a ser mi año”, sentencia WeiQin Zhou, la secretaria de la Asociación de Mujeres Chinas en Catalunya. El año en el que ella nació se catalogó como el año del cerdo. Y este, el 4717 que ahora se inicia también lo es. Enfundada en un kimono rojo, y con una hermosa flor en el pelo, está convencida que esta vez se van a cumplir todos sus deseos: “Salud, trabajo y tener más confianza en mí”.

Zhou lleva más de 26 años en Catalunya, y la celebración del año nuevo, o la Fiesta de la Primavera, la devuelve “un poquito” a casa. “Es importante que no olvidemos de dónde venimos”, dice. En la asociación imparten clases de chino a niñas catalanas y, a la vez, instruyen catalán y castellano a las mujeres chinas inmigrantes para facilitar su integración.

Color de la buena suerte

Wei Lian, en cambio, nació en Catalunya, pero hace 19 años que todo el mundo cree que se crió en el mismísimo Pekín. En realidad fueron sus padres los que emigraron hasta aquí para que pudiera tener más oportunidades. “Cuando era pequeño odiaba mis ojos, odiaba ser chino, estaba harto de ser el chino mandarín de turno y el blanco de todas las burlas”, explica. Hoy luce un kimono de color negro y rojo –el color de la buena suerte– y, junto a sus compañeros del Institut Confuci de Barcelona hace volar un dragón brillante, de color amarillo, por las calles del barrio de Fort Pienc.

No fue de un día para otro, pero Lian dice que se ha “reconciliado” con sus orígenes. “Hice un cambio de chip”. En parte, porque el idioma y la cultura de sus padres le han abierto mil puertas. Tanto a nivel laboral, como cultural y espiritual. “Ahora estoy orgulloso de ser un catalán chino, y quiero enseñar mi cultura a todo el mundo”. Y es que la comunidad china es la segunda de residentes extranjeros más numerosa en Barcelona, después de los italianos.

Taichí y gastronomía

Como ellos, 1.500 personas de 45 entidades distintas han marchado esta mañana desde el parque de L’Estació del Nord hasta el Arc de Triomf pasando por las calles de Sardenya, Casp y el paseo de Lluís Companys para celebrar la entrada al nuevo año del calendario lunar. Más de la mitad eran grupos de taichí, artes marciales y asociaciones empresariales y culturales del Asia, pero también ha habido presencia de entidades de la cultura tradicional catalana.

“Somos una mezcla y tenemos que felicitarnos por ello”, dice Wei. Los dragones chinos, los kimonos, los gongs y tambores weifeng han compartido marcha con gegantsgralles, batucada y petardos, como las que han encendido los Diables de Sant Antoni. Ellos, o más bien su figura, La Porca de Sant Antoni, han iniciado la marcha a las 11.30 de la mañana hasta la una del mediodía. Por la tarde, el Arc de Triomf acoge una feria gastronómica china donde también se celebran distintos espectáculos.

El 'gong' de Colau

Según los cálculos de la Guardia Urbana, 4.500 personas han visto el desfile, aprovechando la ocasión para fotografiar el día en que Barcelona se transforma en Pekín. “Cada año viene más gente”, explican desde la organización. Y es que el acto se va consolidando como una celebración más de la ciudad.

Entre los asistentes, se encontraban la alcaldesa Ada Colau, que ha dado el “gong” de inicio del año nuevo, junto a diplomáticos de países asiáticos, además del conseller de Afers Socials, Chakir el Homrani, y el secretario de Migraciones de la Generalitat, Oriol Amorós.

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