BARCELONEANDO

Los mejillones de Montse Clavé

Montse Clavé

Montse Clavé / periodico

Olga Merino

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Nada parece haber cambiado. La colada del vecindario se seca al sol de los tendederos bajo un cielo azulísimo, y, en el número 5 de la calle de la Sal de Barcelona, la banderola roja de la librería Negra y Criminal sigue meciéndose en la brisa como si nada, como si de un momento a otro Paco Camarasa fuese a abrir el portalón verde con una sonrisa. Todavía cuelgan en él dos carteles, un aviso para entregar los paquetes en una barbería cercana y una lápida con las fechas de nacimiento y cierre del local, con su correspondiente epitafio: "Estava feta del material amb què es construeixen els somnis".

La librería, la primera en España especializada en género negro, tuvo que echar el candado hace tres años, el sábado 3 de octubre del 2015, porque en este mundo, como decía Paco, "o tienes dinero o tienes imaginación", y aunque él y su compañera iban sobrados de lo segundo, al final los números no les salían. Poco después del cierre, el comisario Camarasa enfermó de leucemia.

Un año de su muerte

Pronto, el 2 de abril, hará un año de su fallecimiento, y todavía cuesta hacerse a la idea. Conversamos con su compañera, Montse Clavé (Villamartín, Cádiz, 1946), en el bar Jai-ca, en la calle de Ginebra, toda una institución en el barrio, a tiro de piedra de la Negra y Criminal. Una charla por el simple gusto de recordarle y porque se acaba de materializar la donación del fondo de Paco Camarasa al ayuntamiento, unos 3.000 libros a la biblioteca Montbau-Albert Pérez Baró, especializada en noir, y al archivo municipal, toda la documentación relativa al festival BCNegra y al premio Pepe Carvalho, de los que el librero fue firme impulsor y cuyo testigo cedió el año pasado al escritor Carlos Zanón. Entre los papeles legados, se encuentran algunos guiones de 'Taxi Key', el mítico programa de ficción policial que Radio Barcelona emitía a las diez de la noche allá por los años 50, obra de Luis Gossé de Blain.

Montse Clavé, catalana nacida en el sur por casualidad, porque su padre andaba entonces con un negocio de cera virgen por la serranía de Ronda, es una mujer que irradia solidez y serenidad, a pesar de que en los últimos años su vida ha sido un torbellino. Tras el fallecimiento de su compañero, sin darse tiempo para el duelo, se volcó inmediatamente en ordenar el caos y conseguir que la herencia negrocriminal no se perdiera. Ahora que la ha dejado en buenas manos, es probable que el homenaje que los libreros rendirán a Paco este domingo en el Moll del Llevant, en el marco de la BCNegra, sea el último acto oficial al que asiste como viuda. Es el cierre de una etapa.

Otro capítulo de 'Peaky Blinders'

Está cansada; exhausta, más bien. Fueron 19 meses de enfermedad en los que el incombustible Paco pedía a las tantas de la mañana otro capítulo de 'Peaky Blinders', la serie de Netflix que no pudo terminar de ver, porque permanecer en su sillón orejero rojo era seguir aferrado a la vida. Montse necesita ahora reconstruirse, volver a llenar el tintero para volcarlo de nuevo en la creación, en alguno de los campos que ha cultivado desde muy joven: la cocina, el cómic, la ilustración o la escritura; entre otros muchos libros, es autora de 'Manual práctico de cocina negra y criminal'.

Una de las bromas recurrentes de Paco hacía referencia al nombre del establecimiento: "El criminal soy yo, la negra es ella", tal vez porque Montse trabajaba como ídem en el reparto de papeles que hicieron sin pactarlo. Para Camarasa, las relaciones públicas y la mascletá de su efusividad; para ella, algo más Salinger en el temperamento, la trastienda de la gestión. En cualquier caso, eran un equipo; uno al lado del otro. Nada del rollo detrás de todo gran hombre…

Los sábados por la mañana eran una fiesta en Negra y Criminal, un nombre provocador que se le ocurrió a Montse (su compañero había apostado por otro más convencional, Hammett y Chandler). A eso de las doce, se obsequiaba a la concurrencia con un vaso de vino tinto y mejillones que preparaba Montse en las más variadas recetas, de los que se sirvieron 1.350 kilos en 13 años de andadura. La mejillonada de los sábados se convirtió en un rito entrañable por el que acabaron desfilando algunos de los más grandes del género: González Ledesma, Leonardo Padura, Ian Rankin, Donna Leon, Phillip Kerr o Alicia Giménez Bartlett, quien, por cierto, dedicó un cameo a los libreros en la novela Mi querido asesino en serie.

Sin más objetivo inmediato que el reposo, Montse alberga una ilusión: instalarse a vivir en la librería, si consigue los permisos de habitabilidad, para envolverse en las buenas vibraciones que impregnan sus paredes. Sería hermoso pasear por la calle de la Sal y, de repente, volver a percibir el aroma de los mejillones a la Pepe Carvalho, con su orégano y su tomillo, reviviendo así un tiempo dolorosamente inolvidable.