TRANSPORTE HISTÓRICO EN BARCELONA

Sin noticias del Tramvia Blau

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fcasals41819738 tranvia azul180128122219 / ALBERT BERTRAN

Carlos Márquez Daniel

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El pasado viernes había saltos de alegría en el Ayuntamiento de Barcelona -también caras largas y descontento, conste- tras la aprobación del futuro trazado del tranvía por la Diagonal. Es un acuerdo de una concreción más bien escasa, de esos que no comprometen a demasiado, pero suficiente como para que los defensores de la cosa se dieran un festín tras años de batalla. Pero esa no es la única cruzada que el ferrocarril en superficie mantiene abierta en la ciudad. Hay otra, más de pequeño formato pero mucho más asida a la esencia y la simbología de la capital catalana. Este lunes se cumple un año de la eliminación supuestamente temporal del Tramvia Blau. Se adujeron razones de seguridad y aunque se informó de la mayor reforma de la historia de este transporte centenario, 12 meses después casi nada se sabe de qué futuro le depara.

La despedida fue una auténtica fiesta ciudadana. Gente vestida de época (se inauguró en 1901 de la mano del doctor Salvador Andreu, el de las pastillas para la tos), maquinistas y mecánicos abrazados, vecinos dando el último viaje, un grupo de mujeres corriendo y gritando junto al convoy en la bajada hasta la cochera. Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) había anunciado tan solo 10 días antes (también a los trabajadores) su intención de cerrarlo de manera indefinida para acometer una reforma integral de la infraestructura. Y por mucho que se preguntara, no había ninguna concreción sobre el qué, el cómo o el cuándo. Incluso muchos dudaron de los motivos aducidas para su cierre. Al final quedó claro que no solo se trataría de mejorar el Tramvia Blau, sino que dicha restauración iría de la mano de una transformación de la avenida del Tibidabo, una de las calles que más y mejor mantiene su espíritu original a los pies de Collserola.

Lauren Quer, el maquinista que más horas comandó el pequeño ferrocarril en sus últimas subidas y bajadas (22 años dándole a la manivela), es ahora conductor de la línea 155 de bus de TMB. Fue el encargado de pilotar por última vez el tranvía, de llevarlo hasta el taller y de cerrar la puerta. Tal es su pasión por este trenecito, que se hizo fabricar uno en miniatura. “Pues ya está”, dijo entonces, ante una veintena de melancólicos que quisieron acercarse a este pequeño almacén, sito justo debajo de la Ronda de Dalt. A sus 53 años no es demasiado optimista sobre sus opciones de volver a ponerse a los viejos mandos del Tramvia Blau, un símbolo ciudadano a la altura de Copito de Nieve, las Golondrinas del puerto o el avión del parque de atracciones del Tibidabo, recientemente restaurado, por cierto. “Nadie nos ha dicho nada en un año y lo único que hemos hecho es un curso de reciclaje en junio del año pasado. Tengo muy claro que no lo volveré a llevar nunca más. Cerré aquella puerta el 28 de enero del 2018 y no la volveré a abrir”.

¿Proyecto a la vista?

Preguntado por este diario, el ayuntamiento asegura que el departamento de Proyectos Urbanos y Movilidad está trabajando junto con TMB en los "pliegos técnicos y administrativos" con los cuales poder licitar "la redacción de un proyecto que integrará la urbanización de la avenida, la remodelación de los vehículos del Tramvia Blau y la rehabilitación de las cocheras". La idea, siguen las mismas fuentes, es convocar el concurso en marzo y que las obras se realicen en el siguiente mandato

La única pista sobre lo que podía pasar a partir de entonces la dio la concejala de Movilidad, Mercedes Vidal, a través de Twitter, pocos días después de que este diario informara sobre la cancelación del servicio. “No se puede dar un plazo exacto, pero como mínimo serán dos años”. También anunció que los trenecitos tendrían “funciones educativas y de difusión del patrimonio histórico”. Que conste, han recibido tres visitas escolares, una de ellas, la de una guardería cercana, bautizada con el nombre de Tramvia Blau. En este año, TMB también ha editado un libro sobre la historia del tranvía en Barcelona, con dibujos de Pilarín Bayés. Y ha aprovechado el vacío en la avenida, donde se mantienen los raíles y la catenaria, para pintar un carril bus y hacer subir hasta la Ronda de Dalt la línea V13.

La sensación entre los trabajadores es que todo se reduce a la mera voluntad política de que el Tramvia Blau vuelva a circular. No sobran indicios. En los talleres ya solo se guardan los tranvías 5, 6 y 7, que eran los que se mantenían operativos. El resto -cuatro más- se han trasladado a un almacén de TMB en la Zona Franca por las obras de mejora de la cubierta. La pista más rotunda se hizo carne el pasado mes de octubre, cuando el ayuntamiento anunció la llegada de un nuevo funicular del Tibidabo por valor de 18 millones de euros. La reforma del ferrocarril azul, en cambio, y según cifras de la misma compañía, costaría 11 millones de euros. “Hay dinero para cambiar algo que ya funciona pero no lo hay para recuperar algo que ya no está”, resume Quer.

Esquerra fue el partido que con mayor vehemencia reclamó la recuperación de este transporte histórico. Llegaron a orquestar una manifestación de vecinos en la que no incluyeron sus siglas pero sí aportaron pancarta y lemas. Su entonces jefe de filas, Alfred Bosch, publicó un almibarado video de defensa de este ferrocarril en el que animaba a apoyarlo a través de una página web que ya no está operativa. Como el Tramvia Blau, hasta nueva orden. 

Mejoras en la cochera

Algo sí se mueve en el Tramvia Blau. Se está ejecutando desde septiembre una reforma integral de la cubierta de la cochera. En total, 200 metros cuadrados de superficie que incluye planchas de uralita en mal estado que se retirarán “con todas las garantías de seguridad”, detallan fuentes de TMB. La obra incluye un refuerzo de los muros y la sustitución de la iluminación, que pasará a cubrirse con leds. El coste total de la intervención asciende a 280.000 euros. La última reforma de este espacio se realizó en otoño del 2017, cuando se invirtieron 300.000 euros en la actualización de la subestación eléctrica. Lauren Quer, maquinista del Tramvia Blau, asegura que los tres trenes que se guardan en el interior de la cochera no corren excesivo riesgo de desgaste, puesto que al tratarse básicamente de hierro alimentado por un motor eléctrico, el riesgo de que se estropeen es mínimo.