Partidarios y detractores de unir el tranvía agudizan sus discrepancias tras la aprobación

Como si de un Barça-Madrid se tratara, detractores y partidarios de la conexión del tranvía por la Diagonal han reaccionado hoy viernes con visceralidad y pasión tras su aprobación en el pleno municipal de Barcelona. Del cabreo monumental a la euforia, según el bando. Como elemento cortafuegos, en todo caso, planean las inminentes elecciones. La posibilidad de que todo se quede en el tintero depende de quién gane la contienda local...   

Así lo expresa Jordi Lançac, presidente (que estos días finaliza su mandato) de Diagonal Barcelona. Es muy crítico con la decisión, pero se consuela con que "no es trascendente" con las urnas a la vuelta de la esquina. Aunque asume que tarde o temprano "parece que se llevará a cabo porque a los poderes les interesa". El representante de los comerciantes de este eje arremete contra la conexión desde su cargo pero "también como ciudadano".

Como voz de los empresarios de la zona, rechaza "que la paralicen durante tres años y suponga dar marcha atrás al desarrollo" vivido en los últimos tiempos, desde su reurbanización y ampliación de aceras. "Con el tiempo será un bonito paseo, pero la Diagonal necesita tiempo y tranquilidad para que vayan desapareciendo los bancos y algunos negocios y se asienten marcas importantes", siguiendo la dinámica del paseo de Gràcia.

"El tranvía será un desastre. La Diagonal nunca podrá avanzar si la acribillan todo el tiempo"

Jordi Lançac

— Presidente saliente de Diagonal Barcelona

En opinión de los comerciantes, las incertidumbres sobre la obra alejarán inmediatamente a nuevos operadores, mientras que los trabajos supondrán la asfixia para todos los comercios que no van holgados. "Será un desastre, la Diagonal nunca podrá avanzar si la acribillan todo el tiempo", insiste. Como barcelonés es igualmente tajante: "Lo veo una animalada, una frontera entre la Barcelona de encima y de debajo en una zona que ya está bien conectada con autobuses". Y aún arremete más contra el presupuesto que precisará. "Hay soluciones más fáciles. Frente a las dudas que genera, no merece la pena una inversión (más de 180 millones de euros) semejante".

Discrepancias e intereses

En su misma trinchera se desespera Joan Verdura, presidente de la plataforma Salvem la Diagonal, que aglutina desde vecinos hasta amigos de la causa -"de Palafrugell a Sevilla, porque no solo los barceloneses amamos esta avenida perfecta"-, que ha combatido la iniciativa de Colau los últimos años. "Nuestra plataforma no ha dejado de crecer estos años porque el tranvía supondrá acabar con la avenida y con la conectividad que ideó Cerdà". "Estamos totalmente en contra y queremos dejar constancia a las nuevas generaciones de nuestra oposición y de como mientras algunos posibilitaron una Barcelona magnífica otros se han empeñado en destruirla".  

El colectivo cree que se está "engañando a la ciudadanía" y que algunos partidos defienden "solo sus intereses y no el bien de la ciudad". "En el primer encuentro con la alcaldesa ya nos dijo que pensaba hacer la conexión sí o sí antes de escucharnos, con orgullo y arrogancia". El mismo portavoz -que se refiere a la obra como "disparate" y "crimen urbanístico"- agrega que un "ferrocarril urbano provocará colapsos" y debería haber ido precedido en todo caso con "pruebas con el bus eléctrico".

"Es un día feliz porque era una reivindicación histórica y tendrá trascendencia metropolitana"

Joan Maria Soler

— Portavoz de la FAVB

Todo lo contrario que la Federació d'Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB), cuyo portavoz Joan Maria Soler, considera este viernes como "un día feliz" en que se ha logrado "una reivindicación histórica". La entidad insiste en aunque en algunas zonas el tema no fuera prioritario, "había mucha sensibilidad" al respecto en "algunos barrios". Además, defiende que tiene una "trascendencia metropolitana fundamental".

La federación ha sido siempre partidaria del proyecto en términos de sostenibilidad y reducción de coches, reitera. "Cuando esté unido, ojalá lo antes posible, se verá con incredulidad que haya habido tantas reticencias". Y también alude a "intereses partidistas", convencido de que la inversión tendrá un "balance por pasajero rentable. Sale a cuenta".