UNA QUEJA GENERALIZADA

Paradistas y clientes del nuevo mercado de Sant Antoni se pelan de frío

Frío en el Mercat de Sant Antoni

Frío en el Mercat de Sant Antoni / ALBERT BERTRAN

Luis Benavides

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En el mercado de Sant Antoniel más moderno de Barcelona, vendedores y clientes pasan frío. Estos días soportan temperaturas por debajo de los 15 grados, y la sensación térmica es bastante más baja debido a las corrientes de aire. “Estábamos mejor en la carpa provisional que aquí. Y muchos clientes nos dicen que dejarán de venir si no arreglan la climatización”, asegura una pescadera equipada con capas y capas de ropa, Teresa Albiol, quien ha compartido en redes sociales fotografías del termómetro de uno de los puestos marcando 7 y 8 grados. Su intención subiendo esas imágenes es visibilizar “una chapuza” que considera inadmisible después de casi nueve años de obras y sacar los colores a los máximos responsables para que tomen medidas urgentes.

Bufandas, bragas para el cuello, forros polares y otras prendas térmicas se han convertido en el nuevo uniforme de la mayoría de los vendedores de esta lonja inaugurada con todos los honores y una afluencia masiva de barceloneses el 23 de mayo del 2018. Las deficiencias del nuevo recinto llegaron antes que el frío invierno. Olga Campillo, propietaria de Teixits Olga, sufrió goteras a las pocas semanas de la apertura de puertas. “Los que tenemos los puestos justo debajo de los ventanales tenemos problemas los días que llueve fuerte. Si sopla el viento el agua entra por los ventanales, porque están abiertos, y baja por las columnas”, explica Campillo, quien denuncia que la única solución que le dieron cuando puso una queja fue “poner unos plásticos” para proteger su género. 

Marta Rubio, propietaria de Trau by Marta, un puesto de ropa y complementos, también ha sufrido las goteras. En su caso, estas filtraciones le han estropeado el parquet. “Trabajar con la chaqueta y la bufanda todo el día es incómodo, pero sobre todo sabe mal por los clientes. Ahora hace frío, pero en verano también hacía mucha calor”, puntualiza Rubio, secretaria de la junta de paradistas de Encants (la del textil), quien espera que se puedan ir solucionado estos temas y otros como la señalización, que ahora considera insuficiente para un recinto con una distribución casi laberíntica.

Pantallas de policarbonato

Los responsables del Institut Municipal de Mercats de Barcelona (IMMB) están trabajando para tapar los ventanales sin alterar su aspecto. “Uno de los principales retos de la reforma del mercado fue encajar unos sistemas modernos que ofreciesen confortabilidad a vendedores y usuarios en una estructura protegida arquitectónicamente”, recuerda Màxim López, gerente del IMMB, quien pide algo de paciencia. “Los conductos están sacando aire caliente, a 31 grados, pero la sensación es que no se alcanzan los 20 que serían deseables por estas corrientes. Somos conscientes de los inconvenientes que supone y por eso estamos estudiando colocar unas pantallas transparentes en los ventanales que no aislarían el mercado pero sí reducirían estas corrientes”, añade.

Las pantallas serán probablemente de policarbonato porque pesa menos que el vidrio, la cual cosa favorecerá su sujeción, y planean cubrir las pequeñas aberturas decorativas con termoplástico, un material que a temperaturas relativamente altas se vuelve deformable y se adaptaría con facilidad a las rejas de forja.

Tras un estudio detallado de la solución ideal por parte de los técnicos, subraya López, deberá ponerse en marcha un concurso público. A partir de aquí, la instalación podría llevar varias semanas de trabajo, que tendrían lugar los días que cierra el mercado y quizá a última hora de la tarde para entorpecer lo menos posible su día a día. Con todo, la solución podría llegar esta primavera.

Indignación

Las quejas de la pescadera ‘instagramer’ reflejan el sentir de la inmensa mayoría de los comerciantes y también de muchos usuarios, que ya han trasladado su descontento en el punto de información. A nivel estético, ninguna queja. Muchos y muchas lloraron de la emoción al ver la transformación de este emblemático mercado. Sin embargo, la temperatura en el recinto merece el calificativo de gélida en algunos puntos muy concretos y está generando serios problemas a los vendedores, incluso de salud.

Asunción Ríos, por ejemplo, tiene su puesto justo enfrente de la entrada de la calle de Borrell. Cada vez que se abre la puerta, entra una bocanada de aire. Su termómetro marca 10º. “Paso más frío aquí que cuando estábamos en la calle y las clientas no se quieren probar las prendas y acaban comprando menos”, explica la veterana tendera, con un resfriado que no consigue sacarse de encima. “Aquí estamos enfermando –continúa- y muchos no podemos dejar de venir porque somos autónomos”.

El enfado de Ríos es monumental porque el canon que está pagando trimestralmente por estar en el remozado mercado es cuatro veces superior al que desembolsaba antes: “Si no pagase nada, todavía lo podría entender; pero estoy pagando mucho dinero de electricidad por el sistema de calefacción”.  En esa misma línea, Gerard Elié, cuarta generación al frente de Elié Peixeters, sostiene que paga ahora “más gastos de electricidad y mantenimiento que nunca”. Por si fuera poco, añade, frente a su puesto muchos clientes han resbalado como consecuencia del agua que se cuela los días de lluvia por los ventanales.

Otros vendedores como Carme Garcia, propietaria de la frutería Giró, llevan con resignación -y una buena chaqueta- las bajas temperaturas. Podrían estar peor. De hecho, en otros mercados están peor, dice. “He estado esta semana por otros mercados como Galvany, Sants, Boqueria, Ninot… Y en todos hace frío, de hecho hace más frío en el de Galvany que aquí”, asegura Garcia. El que no se consuela es porque no quiere.