CUADERNO DE GASTRONOMÍA Y VINOS
La hora del gran rosco
Papá Noel nos miente de una manera descarada. Está gordo, gordísimo, pero no le ha dado la gana de regalarnos la receta que le ha hecho adquirir un volumen tan considerable a base de Christmas pudding. Una fórmula exquisita que el muy puñetero devora en cuanto le damos la espalda.
Así se entiende su agilidad energética que lo hace capitán de una cofradía que en su día quisieron montar Jordi Estadella e Ignasi Riera, un grupo de gordos ágiles, capaces de desplazarse por tejados empinados. En cambio los Reyes Magos dejaron clarísima la formulación del roscón, que tiene uno de sus máximos exponentes en la Pastelería Hofmann, un muestrario de las delicias del día de Reyes.
De hecho es un pastel de despedida, hasta el punto que nuestros vecinos franceses juegan a pasarse la pelota, mejor dicho, la figurita que señala al pagano, por lo menos un par de veces, hasta que comprar una nueva galette de rois acaba siendo un aburrimiento.
Nuestro tortell mantiene una identidad imposible de desplazar por otro postre que no sea una masa de brioche esponjosa, con su relleno de mazapán, en el que una mano anónima introduce la sorpresa de un haba y una figurita real. El haba es por aquello de la mala suerte. Dicen que un discípulo de Platón entró en un campo de ellas, sufrió un ataque de alergia y murió. Un sentido negativo que otros niegan amparándose en la tradición árabe que hace de esta leguminosa un amuleto.
Otra duda es saber por qué muchos tortells solo tienen un rey, en lugar de llevar a los tres, con sus colorines, cogidos de la mano. Sería lo normal para republicanos convencidos. Nuevo tema a discutir son los rellenos, desde el más tradicional a los más novedosos.
Los de nata tienen la bendición de lucir el color del armiño, el blanco más Real de todos los blancos, mientras los de chocolate presentan el tono del más entrañable de los tres Reyes. Quedan los de crema, para forofos del orientalismo, aunque la mayoría elija el clásico, profusamente decorado con frutas confitadas. Son las joyas de más valor en el país de la ilusión que vamos a perder dentro de pocas horas.
Teresa Blancher 2009, un brut con más de 40 meses de reposo en cava, fino y delicado
La familia Blancher practica un apego por la tierra poco frecuente en un país dado a perder tradiciones en cuanto se puede olvidar el pasado. Por ello siguen respetando a la fundadora, Teresa Blancher, 'La Tieta'. A ella se debe la fundación de la empresa, una bodega que elabora con sumo cuidado un brut coupage de las variedades macabeo, parellada y xarel·lo, alias 'pansa blanca', procedente de la primera propiedad de la familia, en Teià, en el Maresme. Todos los cavas de la bodega llevan el sello de un toque de estas uvas.
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