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Las obras y reformas remontan en Barcelona y acusan la falta de mano de obra especializada

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Patricia Castán

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Hubo un tiempo no tan lejano en que había lista de espera para rehabilitar el baño de casa, cambiar el cuadro eléctrico, reformar un piso o una fachada en Barcelona. Era el surrealista e hiperactivo periodo de la burbuja inmobiliaria, que tras el pinchazo desinfló tanto las obras como la nómina de profesionales. Ahora, la (lenta) recuperación de la actividad sin la suficiente oferta de mano de obra especializada está poniendo a prueba otra vez la paciencia de los barceloneses. Solo en el ámbito doméstico de las obras en viviendas y reformas que no precisan más que comunicados, se ha pasado de 18.979 tramitadas por el ayuntamiento en todo el 2012 a un total de 26.752 hasta noviembre de este año. Sumando intervenciones en fachadas y rehabilitaciones de bloques representan más de 29.000 expedientes en 11 meses, frente apenas 21.000 hace seis años.

Las grandes actuaciones en fachadas han pasado de 1.675 a unas 2.000 (a falta de diciembre). Otras obras mayores, que precisan de licencia, también se han reactivado. La consolidación de edificios con intervención parcial en la estructura ha evolucionado de 35 en el 2012 (año en que comienza a computarse con con distintos requisitos de licencia unos y otros tipos intervención) a 100 el año pasado (con el balance ya cerrado). Es solo un ejemplo. 

El cambio de tendencia es visible a pie de calle en los dos ámbitos: más andamios en edificios y más sacos de escombros en las aceras. Obedece a un cóctel favorable para el sector. Por un lado, la venta de pisos de segunda mano crece desde hace cuatro años en la capital catalana, y en muchísimos casos se acompaña de una reforma de mejora, sea para el particular que lo convertirá en su hogar o para el inversor que pretende destinarlo al alquiler. En paralelo, se han disparado los fondos inversores que compran (y en muchos casos especulan) a costa de renovaciones de diseño y de estructua. Y se han incentivado las rehabilitaciones con subvenciones del Consorci de l'Habitatge. Por no hablar de la obligatoria inspeccción técnica de edificios (ITE) que tienen que cumplir los inmuebles cuando alcanzan determinada antigüedad, actuando en los elementos que así lo requieran.

La actividad en la ciudad

El Gremio de Constructores de Obras de Barcelona calcula que el pastel de la construcción en la ciudad se distribuye actualmente en un 50% en obra nueva y grandes rehabilitaciones;  un 25%, en reparaciones de fachadas, cubiertas y trabajos no integrales; y otro 25% en reformas en las viviendas. Este último capitulo incluye las obras menores antes computadas y que se tramitan en la web municipal con comunicados o mediante simples notificaciones.

Entre las intervenciones más 'domésticas' figuran obras interiores en viviendas que no modifican la distribución o estructura y se tramitan con un 'assabentat' y sin pago de tasas, que han pasado de 18.314 en el 2012 a casi 26.000 en el 2017 y aún más (a falta de cerrar diciembre) este año. En ese mismo periodo, los trabajos que afectan la estructura del edificio puntualmente han pasado de 191 a 468. Las obras interiores en más de dos entidades de la finca (de modo que puede incluir bastante pisos), de 94 a 409. Y las reformas de viviendas sin afectar estructura, de 380 a 1.033.  Son intervenciones en las que muchas veces están implicados los particulares y se percibe más claramente la dificultad en encontrar profesionales con disponibilidad. En las rehabilitaciones de edificios integrales están implicados promotores y empresas constructoras, que muchas veces también sufren para completar sus plantillas.

Y no es que el sector haya vuelto a la euforia de principios de los años 2000. El volumen de actividad todavía está un 80% por debajo de la burbuja, tercia Josep Gassiot, presidente del gremio, quien tampoco querría "volver a la situación del 2007", "una barbaridad" por el crecimiento excesivamente acelerado. Actualmente, en el área metropolitana la gran obra crece desde el 2016 a un ritmo del 6% anual más o menos, y la pequeña al 3-4%, mantiene.

Janet Sanz, teniente de alcalde de Urbanismo, constata el relanzamiento de la actividad en la ciudad, alentado también por la política de ayudas públicas. Cuenta que a lo largo del mandato se han invertido 89 millones de euros, que han posibilitado mejoras para 45.000 viviendas y comunidades de propietarios en tres años. En este sentido, destaca que un millar de solicitudes de ayuda han sido para reformas de viviendas de personas que viven solas y con pocos recursos. La inyección presupuestaria pública alimenta la privada, y el consistorio aprovecha la coyuntura para que esas ayudas en el caso de pisos para el mercado de alquiler permitan exigir al propietario la condición de precios no abusivos y cinco años de contrato.

Las futuras necesidades

Con el incremento de reformas y obras, se ha evidenciado el déficit de profesionales de muchos oficios muy golpeados por la crisis. El gremio apunta a albañiles, carpinteros y cerrajeros como algunos de los perfiles más demandados. La crisis apeó a muchos de ellos del sector, otros se jubilaron y durante años no se produjo relevo ni cantera de aprendizaje. Gassiot enfatiza que, además, el convenio laboral del la construcción en Barcelona es más alto de lo habitual ("un peón no especializado cobra 21.000 euros anuales brutos"), pero ello no sirve de acicate para las nuevas generaciones. "Hay que mejorar las opciones de formación homologada teórica y práctica, en aula y en la obra", así como controlar los periodos de aprendizaje (para evitar fraudes al respecto) e "implicar a las Administraciones en las buenas prácticas".

Dignificar y "prestigiar" la formación profesional también figura entre los retos de la patronal PIMEC, como recogen en un informe sobre la atención a la formación en los gremios y asociaciones. Su directora de Polítiques d’Ocupació i Formació de PIMEC, Sílvia Miró, lamenta el "poco reconocimiento hacia los oficios con esfuerzo físico" y la necesidad de "mejorar su percepción social" en distintas de estas profesiones, entre las que se ubica la construcción. Insiste en el déficit de grados medios y por tanto de formación profesional para perfiles como esos carpinteros que pronto habrá que ir a buscar fuera. Y más atendiendo a que la rehabilitación -la vertiente más activa en una ciudad sin apenas posibilidad de crecer en nueva vivienda como es Barcelona- precisa de distintos perfiles que la obra nueva (más basada en tabiquería seca). Pese a ello, en la ciudad se extinguen los yeseros, entre otros; mientras que la falta de formación continuada en ámbitos en continua evolución normativa, dejan fuera de juego a muchos especialistas con solera, como en el ramo eléctrico.

En ese marco, el gremio aconseja en Barcelona buscar siempre profesionales acreditados, pedir presuesto firmado, recibos de pago y factura que permita cualquier reclamación. 

La economía sumergida sigue a la orden del día en muchas obras en viviendas

Las cifras municipales ofrecen solo una radiografía parcial de la realidad de Barcelona. En muchas ocasiones no se comunica la actividad si esta no genera escombros o estos se eliminan por otras vías que no sean los sacos y su correspondiente tasa. Esto sucece sobre todo en el caso de economía sumergida o reformas sin factura, para no dejar rastro de las obras. El gremio ha reivindicado en numerosas ocasiones que en todas las tramitaciones se exija notificar quién es el contratista o profesional que hará los trabajos, cómo única fórmula para que se cumpla con el pago del IVA y los trabajadores estén dados de alta en la Seguridad Social. De no ser así, en épocas de mucho trabajo emergen mucho supuesto profesional que ofrecen precios más competitivos a costa de no pagar impuestos. La patronal recuerda que en una ciudad grande como Barcelona, en casos de estafas o chapuzas el cliente está totalmente desamparado si era un trabajo en negro y no puede acreditarse. 

En cambio, las empresas constructoras cuando inician una obra deben comunicarlo, lo que abre la posibilidad de inspecciones de trabajo. 

En este marco, las ayudas a la rehabilitación fomentan la contratación de empresas dadas de alta ya que hay que justificar los presupuestos. El 2018 ha sido el año del mandato con más inversión municipal, 42,5 millones, al coincidir también con las ayudas dentro del Pla de Barris.