CONFLICTO

Ningún cuerpo policial actuó tras una primera agresión de la perra Sota denunciada a los Mossos

Pintadas contra la Guardia Urbana por la muerte de la perra Sota.

Pintadas contra la Guardia Urbana por la muerte de la perra Sota. / periodico

Ernest Alós / Jesús G. Albalat

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Ningún cuerpo policial, ni los Mossos d'Esquadra, que recibieron la denuncia, ni la Guardia Urbana, a quien le corresponde las competencias de las actuaciones de perros potencialmente peligrosos en la ciudad y debería haber intervenido si la información de la policía autonómica le hubiese llegado, actuaron después de que el sintecho acusado de golpear a un agente el pasado 18 de diciembre, mordido también por su perra Sota, muerta por un disparo del policía agredido, fuese denunciado el 27 de agosto por otra agresión cometida presuntamente el 14 de julio. Fue la policía autonómica quien recibió la declaración de una persona que identifica a este hombre de nacionalidad estonia, Tauri Ruusalu, como la persona quedespués de que le arrojase unas monedas lo golpeó, rompiéndole la muñeca, mientras su perro también le mordía un dedo de la mano.

Según la denuncia, esta persona le fue a dar unas monedas "a un conocido que pide en el metro" y esta persona reaccionó violentamente "y lo tiró al suelo", golpeándole "de tal forma que le hizo mucho daño en la muñeca". El informe médico aportado indica, precisamente, una "fractura de radio distal derecho". "El perro que iba con él le mordió en el dedo de la misma mano derecha", prosigue la declaración, y tras levantarse la víctima "este conocido ya se había marchado".

Fuentes de los Mossos han dicho hoy no tener constancia de la denuncia a la que ha tenido acceso este diario, con membrete del Departament d'Interior y con un mosso como instructor, y han puesto en duda que fuese presentada ante este cuerpo. Tampoco han aclarado si había seguido uno de los tres posibles recorridos posibles teniendo en cuenta, según recordaron estas mismas fuentes, que las competencias en caso de agresiones o conductas que vulneran las ordenanzas de tenencia de animales por parte de perros, son municipales. Es decir, pedir al denunciante que prestase declaración ante la Guardia Urbana, tomar declaración pero comunicarla a la policía municipal de Barcelona o bien trasladar las diligencias al juez, que a su vez debería comunicarla también a la policía local para instruirlas. Según otras fuentes consultadas, no consta que a la Guardia Urbana le llegase esta información de los Mossos en su día por ninguna de estas vías, y sí en cambio que la denuncia quedó archivada porque no se llegó a localizar al mendigo, o a intentar localizarlo. 

Tratamiento como perro peligroso

¿Cuál debería haber sido esta intervención? Según el decreto del 2002 sobre la tenencia de perros potencialmente peligrosos y la ordenanza de protección, tenencia y venta de animales de Barcelona, el solo hecho de que un perro haya atacado a una persona o incluso a otro animal hace que pase a ser considerado como un animal potencialmente peligroso. A partir de este momento, en el caso de la perra 'Sota', tras la denuncia del pasado mes de agosto teóricamente se deberían haber iniciado una serie de pasos que no se llegaron a verificar: al propietario del  perro se le debería haber hecho entregar la documentación sanitaria del animal en 24 horas, someter al animal a observación veterinaria para asegurar si el perro suponía algún riesgo sanitario o de conducta y presentar un certificado en 15 días. Si la autoridad municipal lo considerase necesario, podría obligar a recluir el animal tras este periodo. Y si se considerase que el animal tiene comportamientos patológicos y no puede ser reeducado podría llegar a ser sacrificado. En todo caso su propietario debería cumplir toda una serie de exigencias (seguro, capacidad psicológica demostrada, licencia municipal específica, microchip, inscripción en un registro municipal) que difícilmente cumpliría Ruusalu.

De hecho, según agentes de la Guardia Urbana, precisamente al intentar obtener la documentación para regularizar la situación del can, en la sede del consejo de distrito de Sants-Montjuïc, esta misma persona, junto a su perro, se habría visto involucrada en un tercer incidente en el que ambos se habrían comportado de forma agresiva. Tras discutir con un funcionario porque no pudo presentar los certificados necesarios, como el de vacunación, un agente tuvo que intervenir y, según estas fuentes, "le tiró la perra encima", aunque sin que llegase a morder.

Según el informe del atestado policial, avanzado hace unos días por el digital 'Crónica global', en el incidente del día 18 el sintecho no solo golpeó al urbano con un 'skate' como sostuvo la versión policial desde el primer día. El atestado recoge que tras discutir los agentes con Ruusalu, el perro, "nervioso y alterado", se abalanzó sobre el agente, "causándole erosiones y rotura en el uniforme" cuando este se protegía la zona del cuello.  En un segundo momento habría quitado el collar al perró, "azuzándolo de forma clara y activa hacia el agente". Según este relato, cuando el perró saltaba de nuevo dirigiéndose a "zonas vitales como cuello y cara", el urbano le disparó un tiro en la cabeza. Posteriomente, el sintecho golpeó en la cabeza con un 'skate' al policía. Las "erosiones" por el mordisco y las consecuencias del golpe constan en el informe médico al que también ha tenido acceso EL PERIÓDICO.

Críticas policiales

Precisamente hoy, después de que el CSIF reclamase el miércoles al Ayuntamiento que los agentes puedan llevar cámaras para documentar situaciones como estas, el sindicato mayoritario en el cuerpo, Sapol, ha condenado en una carta a la alcaldesa Ada Colau los "insultos, calumnias, injurias y amenazas" incluso "de muerte contra los agentes que actuaron en aquel altercado y sus familias, ha defendido que el agente mordido actuó "en defensa de su integridad física" y reprocha a la alcaldesa "dejar tirada una vez más a la Guardia Urbana por "su ambigüedad", al defender en primera instancia la actuación del agente y reclamar en un segundo momento la aportación de testimonios de los hechos "generando la duda en torno a la intervención", aunque le reconocen que "ha llamado al compañero dándole ánimos y ofreciéndole su colaboración".