ARQUITECTURA

La historia de Poblenou, en una pared

Una promoción de viviendas en la calle Fernando Poo, diseñada por el despacho de Carles Ferrater, muestra en 200 palabras pintadas en la fachada la historia del barrio

La intervención Els Noms de Poblenou, en unas viviendas de la calle Fernando Poo.

La intervención Els Noms de Poblenou, en unas viviendas de la calle Fernando Poo. / DANNY CAMINAL

Ernest Alós

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Un par de ancianos se paran delante de unas casitas acabadas de construir y empiezan a leer algunos de los nombres escritos en sus fachadas blancas. Doña Quimeta. Esa se la saben. La directora de aquella academia para niñas. El Gladiador. Sí, el ‘Gladi’, el club de fútbol. El gasómetro. Si, estaba justo al lado. El Petó de la Mort. ¿Será aquella escultura con un esqueleto en el cementerio? Una promoción de viviendas en la esquina de las calles de Fernando Poo y Sant Francesc, decorada con 200 inscripciones, una intervención bautizada como Els Noms de Poble Nou, es un test, un Trivial, una encuesta a pie de calle de ‘poblenovisme’ que en sus primeros días va atrayendo la atención de los paseantes más veteranos (y esperemos que no la de los grafiteros que puedan arruinarla).

La zona de casitas bajas del Taulat, en Poblenou, entre la calle del mismo nombre (antigua calle Major) y la playa, en torno a la plaza Prim, es, junto a la calle Marià Aguiló (el antiguo camino al Clot), el núcleo original del barrio. Algo queda de él, aunque lo hayan rebañado nuevas promociones de vivienda en altura.  No es el caso de la docena de viviendas unifamiliares diseñadas por el estudio de Carles Ferrater, OAB. Se amoldan al tejido tradicional de las calles (que no posiblemente al social, dada su superficie, nivel de acabados y precio). Un encaje que han querido subrayar con estas inscripciones los arquitectos (firman el proyecto Carlos Ferrater, Xavier Martí, Borja Ferrater, Lucía Ferrater y Alberto Peñín).

Hay nombres que reconocerán quienes recuerden el tejido empresarial del barrio (Olis Basseda, Can Girona, Catex, Hispano Olivetti, Juncadella, Letona, Rivière, Escofet), quienes estén al día de las novedades de los últimos 25 años (Palo Alto, 22@, MediaTic), los artistas del barrio (Ramon Calsina, Xavier Benguerel), los antecedentes rurales y preindustriales (el Taulat d’en Llimona, la Granota, las casas de la cuarentena), los motes de algunos bloques de vivienda (los Tupolev), quienes conozcan anécdotas familiares (Mossèn Pius Bosch, que sacó del calabozo a aquel joven atrevido que gritó ‘todos por la tapia’ delante del cuartelillo de la Guardia Civil), las academias de piso (Miró, Domingo, San Luis). Algunas son difíciles: ¿García Olier y Durruti? Sï, el primero era vecino, y el segundo, junto con el resto de la cúpula de la FAI, se encerró la madrugada del 18 de julio en una casa de la calle Pujades esperando a salir a la calle armas en mano.

Aunque incluso el mejor conocedor de la historia del barrio encontrará un puñado de palabras que no reconocerá y que le impedirá conseguir una puntuación de 200 sobre 200. “Están los nombres de las personas que han participado en la construcción, el industrial que ha hecho el encofrado, el propietario, el gruista, el pintor… es una manera de firmar la obra”, explica Peñín.

Peñín explica las claves del diseño de estas casas, que tienen interés más allá de la rotulación. Con una fachada larga, tanto las inscripciones como el diseño de las puertas hacen que lo que podía ser un paredón largo, bajo y estéril “tenga una relación con la calle adecuada de escala” en la calle Fernando Poo. En Sant Francesc, se opta por dos pisos con la tipología de escalera “a una mano”. Además de que la fachada dé material de lectura al paseante, los patios de entrada, con vegetación, también “son un espacio cojín de transición entre lo privado y lo público”. Privado, privado, es el jardín interior.

“El proyecto reconstruye el tejido urbano de la zona, y explicitamos aún más el proyecto entroncándolo con la historia del barrio y haciendo participar a la gente de la arquitectura”, argumenta el arquitecto, que apunta que se han inspirado en un proyecto del arquitecto portugués Alvaro Siza Vieira en Berlín. El estudio se está planteando hacer lo mismo con otra promoción, ahora en el Clot.

El solar donde ahora se levantan las era de uso industrial. Parte de él se convirtió en un huerto popular, desalojado tras el inicio de la promoción inmobiliaria. El Ayuntamiento pactó el realojo de los agricultores urbanos: parte en una parcela municipal pendiente de uso en el solar que ocupaban unas viejas rotativas de prensa y parte están pendientes de ir al solar despejdo por la empresa de autobuses Padrós. Aunque se tiene que ir con cuidado: en el antiguo suelo industrial de Poblenou, con alijos de contaminación en los lugares más insospechados, a la que te descuidas, las zanahorias  plantadas más ecológicamente te pueden salir fosforescentes.