BARCELONEANDO

Un baño con voz de mujer

Los modernos aseos públicos autolavables de Ciutat Vella son la punta de lanza de la lucha del ayuntamiento contra la micción callejera

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Mauricio Bernal

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El baño habla. Una vez se cierra la puerta, una voz femenina y meliflua inunda el espacio con una declaración de intenciones: "Se encuentra usted en un aseo automático". A renglón seguido explica al usuario que dispone de un tiempo máximo de servicio de 15 minutos, al cabo de los cuales la puerta se desbloqueará automáticamente. La amabilidad digitalizada de la voz no consigue ocultar lo que el aviso tiene de amenaza: la escena que probablemente a muchos les viene a la cabeza es la de una situación desesperada en la que es imposible acabar la tarea en 15 minutos, la puerta desbloqueándose como prometía la mujer digital y la intimidad del cliente humillada por la mirada distraída de cualquiera que en ese instante circule por la calle.

"Se encuentra usted en un aseo automático", dice la voz al cerrarse la puerta

Con todo y modificar sustancialmente el paisaje en algunas plazas y esquinas, y de promover un cambio de costumbres en algo tan polémicamente urbano como es el cruce entre calle y necesidades fisiológicas, la instalación de aseos públicos fijos en Ciutat Vella pasó bastante desapercibida. Hubo un anuncio del ayuntamiento, una rueda de prensa de la concejala del distrito, Gala Pin, pero los medios no enloquecieron con la noticia. Sí hubo debate vecinal: los que aprobaban la medida porque evitaría o mermaría las micciones callejeras, los que sospechaban que las cabinas invitarían a satisfacer esas pero también otras necesidades y, como de costumbre, los que estaban en el medio: que pensaban que sí pero que también. Teniendo en cuenta que apuntaba a un problema que se ha vuelto sistémico –señoras y señores de la parte alta se niegan a pasear por Ciutat Vella porque es insegura y huele a orín–, la medida debería haber tenido más prensa. Buena o mala, pero prensa.

Leer en el retrete

La cabina es amplia. No es un baño de los que se levantan con grúa y se depositan al lado del escenario en un concierto, donde todo es estrecho y con tendencia a la oscuridad. Esto es otra cosa. Hay baños de bares más estrechos. ¡Hay baños de casas más estrechos! Una vez proferida la amenaza, la voz digital explica con orgullo que el lavamanos es un dechado de automatismo. Basta con poner las manos en la posición adecuada. Caerá un chorro de agua, luego un chorro de jabón, luego otro chorro de agua, luego el secador. Explicado lo cual, la amable megafonía da paso a una musiquita de consultorio, un jazz para todos los gustos que alguien pensó que sería la adecuada para acompañar los primeros compases de una micción, una deposición o ambas. No deja de ser un detalle. Sabido es que hay gente que necesita compañía cuando se sienta en el inodoro. Una buena lectura, música. Hay quien come, hay casos acreditados. En su ensayo 'Leer en el retrete', Henry Miller dejó consignado: "Cada uno, supongo, tendrá su material de lectura favorito para la intimidad del retrete". Y cada uno su música, y cada uno su plato favorito. Los baños públicos de Barcelona suministran música. Podría ser peor.

Un jazz de consultorio acompaña los primeros compases de la micción / defecación / ambas

Resulta que este baño, el de la calle de los Robadors, extremo mar, tocando Sant Pau, al frente de la Filmoteca, es el único donde la voz digital sigue funcionando y la musiquita sigue sonando. De este tipo de baños el ayuntamiento ha instalado de momento cinco en Ciutat Vella: en la plaza de Sant Agustí, en la de Terenci Moix, en Pla de Palau, en el nicho que se forma en la confluencia de Arc del Teatre y Lancaster –o placita de Anna Murià. Otros vienen en camino. El de Sant Agustí es el más deteriorado. Vandalismo y demás. El de Terenci Moix desafía las leyes intrínsecas de lo que debe ser un baño público y apenas despide olores. El de Arc del Teatre uno se imagina que en fin de semana debe ser una fiesta: está justo delante del Moog. ¿Han cumplido con su cometido estos baños, es decir, ser una alternativa a las micciones / defecaciones / las dos en plena calle? Seguramente que sí, aunque Roma no se hizo en un día, de modo que en la parte alta aún pueden seguir esgrimiendo el argumento del orín. En cualquier caso, a menos que se tenga una fijación anal por los portales, no parece un mal sitio para aliviarse.