MANIFESTACIÓN MOTERA
La moto se moviliza en defensa de su rol en Barcelona
Carlos Márquez Daniel
Periodista
Periodista especializado en Barcelona. En 'El Periódico' desde principios de siglo. Los últimos 15 años, dedicados a la información local: movilidad, urbanismo, infraestructuras, política municipal, barrios, área metropolitana y medio ambiente. Colaborador habitual en los programas de televisión 'Planta Baixa' (TV3) y 'Bàsics' (Betevé).
Carlos Márquez Daniel
Las motos están por todas partes pero no están en ningún sitio. Se las ve arriba y abajo por toda Barcelona, pero tradicionalmente no han tenido una única voz, un líder, un portavoz, una asociación que hable por todas ellas. Los coches tienen el RACC, los peatones disponen de entidades como Catalunya Camina y las bicis cuentan con Amics de la Bici y el Bicicleta Club de Catalunya. Por eso la convocatoria de una manifestación motera en la capital catalana, prevista para el 2 de diciembre, ofrece dos titulares: la protesta en sí, que en este caso es contra el ayuntamiento, al que acusan de demonizarles, y el hecho de que por primera vez en años las motos salgan a la calle de manera colectiva y por una causa común. Esperan que esta sea la primera de muchas mañanas reivindicativas. Lo único confirmado hasta ahora es que repetirán el 16 de diciembre en Madrid, pero aspiran a iniciar una suerte de 'tour' nacional.
La movilización lleva el sello de la Unión Internacional para la Defensa de los Motociclistas (IMU) y la Agrupación Motera Catalana. Consideran que el consistorio barcelonés "no está planteando una visión amplia de las capacidades que la motocicleta aporta a la ciudad". Censuran, en concreto, las palabras pronunciadas por la concejala de Movilidad, Mercedes Vidal, en un reciente foro sobre seguridad vial, en las que aseguraba que para reducir la siniestralidad de las dos ruedas es necesario reducir el número de motos. Tampoco fue de su agrado que dijera que estos vehículos son altamente contaminantes. No es cosa menor si se tiene en cuenta que en la ciudad hay censadas 287.000 motocicletas, el 30% del parque total de vehículos, una cifra que muy pocas urbes alcanzan en la cara más favorecida del planeta.
El coordinador de la IMU, Juan Carlos Toribio, asegura que la convocatoria responde a la sensación de "total indefensión de la moto" e invita a preguntarse cómo sería la circulación en Barcelona sin motos. "El transporte público no está preparado para absorber toda la demanda, y tampoco las conexiones con el área metropolitana invitan a dejar la moto en casa. En definitiva: necesitamos las motos, no somos el diablo".
Cita en la Mar Bella
La lista de motoclubs que han confirmado su asistencia es interminable: Barcelona Riders, Peña Motera 100 Curvas, Asociación Pan European, motoristes.cat, mujeresmoteras.com, Moto Riders Catalunya, Asociación Mutua Motera, entre muchos otros; más de medio centenar. Se han citado a las 11.30 horas del primer domingo de diciembre para iniciar una marcha lenta que partirá del aparcamiento de la Mar Bella y que recorrerá parte del litoral desde el Fòrum hasta la plaza de los Voluntaris para subir por Marina y regresar al mar por Via Laietana tras girar por Aragó. Imposible saber cuántas motos se animarán, pero da la impresión de que será más de moteros que de motociclistas, más de miembros de clubs que de usuarios independientes que consideran la moto un medio de transporte y no una pasión. Aún así, Toribio espera que sea masiva.
Los convocantes no solo censuran la opinión que creen que el gobierno de Ada Colau tiene de ellos, sino que también han elaborado un documento con 10 peticiones que versan, básicamente, sobre seguridad. Tiene sentido si se tiene en cuenta que los motoristas son la primera víctima mortal en los accidentes de tráfico registrados en Barcelona. En los últimos cuatro años (2014-2017, ambos incluidos), de los 98 fallecidos por siniestros viales dentro del núcleo urbano, 47 eran motoristas, casi un 48%.
Al margen de consideraciones genéricas, como pedir un análisis pormenorizado de cada accidente de moto o "no sufrir restricciones circulatorias contrarias a la realidad y necesidad de los ciudadanos", el colectivo añade a su lista demandas muy concretas que afectan a su manera de moverse por la urbe. Piden sistemas antirrobo "tipo anillas o similares" (algo parecido a los aparcamientos de bicis), ampliar las plazas de estacionamiento en superficie con "estrategias inteligentes" (en distritos como Ciutat Vella, la carencia es inquietante), usar el carril bus "en determinadas vías" y habilitar carriles moto en algunos accesos a la ciudad.
Políticas eficaces
En esto último, el RACC ya se pronunció a favor hace algunos meses. También instan al consistorio a "abrir una mesa técnica de trabajo sobre la seguridad de los motociclistas". No es ninguna tontería si se recuerda hasta qué punto, por ejemplo en el caso de los ciclistas, las entidades afines han participado y aportado experiencias de cara a establecer políticas de movilidad eficaces para reducir su sensación de riesgo en la vía pública. "Recordamos a todos los ciudadanos y administraciones públicas que la moto forma parte de la solución, no del problema", Sostiene Toribio. Sobre el uso de carriles bus, la cosa está complicada. Ya en el 2011, tres informes (Guardia Urbana, servicios municipales de Movilidad y TMB) desaconsejaron compartir ese espacio por ser un "peligro" para los motoristas y "empeorar el servicio de bus". Teniendo en cuenta de que la red de bus ortogonal alcanza su despliegue total este mismo lunes, parece una propuesta 100% descartada.
En cualquier caso, la capital catalana, y sobre todo la unidad de investigación de accidentes de la Guardia Urbana, ha sido pionera en adaptar la movilidad para que los motoristas, literalmente, se maten menos. Dos ejemplos: primero, las zonas avanzadas para motoristas, y segundo, los seis segundos de rojo total en algunos cruces para evitar que el sale antes o el que apura el ámbar tenga un indeseado encuentro con otro vehículo de mayor envergadura. La policía local de la ciudad no ha conseguido, sin embargo, ganar batallas como la tasa de alcohol cero en los usuarios de motos que la DGT está estudiando.
El coordinador de la IMU teme que pueda haber aspiraciones ocultas en la actitud del gobierno de Barcelona en Comú. Hace referencia a la intención del consistorio de otorgar hasta 6.000 licencias de bicis y motos compartidas, que deberán pagar una cuota de 71,51 euros. "Resulta curioso que sí quieran unas motos y otras no. Da toda la pinta que hay un trasfondo económico".
A los motoristas tampoco les gustó una reciente campaña de la asociación Promoció del Transport Públic, apadrinada tanto por TMB como por el Área Metropolitana de Barcelona, que animaba a usar bus y metro haciendo referencias muy concretas al resto de vehículos. El motorista aparece con el brazo escayolado y la cara amoratada al lado de un feliz usuario del tranvía. Justo encima, el mensaje "más seguridad vial". En eso seguro que están todos de acuerdo.
Precedente fallido
Hay que remontarse al 2010 para encontrar la <strong>última manifestación motera</strong> celebrada en Barcelona. De hecho se quedó en tentativa, ya que fue anulada un par de días antes de celebrarse. Los motoristas exigían al consistorio una prueba piloto de <strong>circulación por el carril bus</strong>. Más de 600 personas habían confirmado su asistencia a la marcha lenta que debía empezar un viernes de octubre a las 18.30 horas. Pedían también más plazas para aparcar y crear una comisión motera dentro del Pacto por la Movilidad. Dos días antes de la protesta, ayuntamiento y convocantes alcanzaron un acuerdo. Hay que tener en cuenta que, como sucede ahora, las elecciones municipales estaban a pocos meses vista, así que al gobierno le interesaba muy poco la imagen de motos colapsando la ciudad. El ayuntamiento se comprometió a realizar <strong>estudios sobre la viabilidad</strong> de que las motos vayan por el vial destinado al transportes público. Se presentaron tres informes al año siguiente: todos en contra de la medida. Y así, hasta hoy.
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