Operación policial en Barcelona

Cae otra red de los billetes falsos de Metro que compran miles de usuarios

Desmantelado un grupo criminal que falsificaba títulos de transporte

Desmantelado un grupo criminal que falsificaba títulos de transporte. /

Guillem Sànchez

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Nueva operación de los Mossos d’Esquadra contra dos clanes dedicados a la producción y venta de billetes de metro y bus falsificados en Barcelona. La Autoritat del Transport Metropolità (ATM) cifra en 2 millones de euros el daño económico causado y los investigadores estiman que la trama vendió unos 100.000 títulos de transporte. Hace medio año, en el mes de junio, la policía catalana intervino otra organización que fabricó y vendió otros 450.000 billetes fraudulentos. En esta ocasión, ATM calculó los beneficios amasados a partir de esta actividad delictiva en más de 4 millones de euros. 

Ambos golpes policiales -en realidad anualmente hay, por lo menos, un operativo de esta naturaleza- desenmascaran el elevado número de usuarios que compran estos títulos para el transporte público de Barcelona conscientes de que son falsos. Porque los falsificadores los venden a mitad de precio

Según el inspector Albert Oliva, portavoz del cuerpo, las tarjetas que clonaban eran tanto de T-50/30 (precio real: 42,50 euros) como T-10 (10,20 euros) y las vendían en mercados de venta ambulante. Como el de la Zona Franca. Y la demanda existe, porque las tarjetas se venden y, al estar hechas con las bobinas originales, son indetectables para los tornos que filtran el pasaje del tren suburbano o las máquinas que marcan la entrada en un autobús municipal.

La organización contaba con dos grupos: "Uno encargado de fabricar los billetes y otro responsable de distribuirlos en estos puntos". Había un tercer elemento clave: un vigilante de seguridad privada al que habían untado. Este empleado, con llaves para acceder a departamentos en los que se guardan las bobinas del material en el que se imprimen los títulos, las iba sacando poco a poco y las vendía a la organización. Una impresora con capacidad para convertir las tarjetas en idénticas a las que se venden en los lugares oficiales, como los estancos o las estaciones de metro, completaban la logística de la trama.

El vigilante de seguridad había sustraído 51 bobinas con las que podía imprimir 1.950 títulos con cada una de estas. La investigación arrancó cuando RENFE denunció la desaparición de 8 rollos de material y, gracias a la grabación de las cámaras de seguridad se pudo apuntar hacia este empleado, encargado de hacer rondas y con acceso a los almacenes. Las detenciones de los 11 implicados en esta red se realizaron en en domicilios de L'Hospitalet, Barcelona y Badalona. Con este golpe, se da por desmantelada la última estructura dedicada a un negocio que, mientras exista demanda, no cesará.