Operación Bacar

La mafia dominicana impuso el control de los narcopisos de Barcelona por la "violencia"

Guillem Sànchez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las bandas dominicanas cayeron sobre el negocio de los narcopisos con el cuchillo entre los dientes. El fenómeno de los pisos de la droga en el Raval de Barcelona se detectó a finales del 2016 y se consolidó, para desesperación vecinal, durante el 2017. En esta primera fase de implantación, detrás de los domicilios ocupados por traficantes que ofrecían a los toxicómanos la posibilidad de inyectarse la heroína en su interior se escondían varios grupos criminales de origen diverso que convivían en un equilibrio inestable. Pero el asunto atrajo a los dominicanos, que no pidieron permiso para entrar. Movidos por un ardor desacomplejadamente violento, se adueñaron del mercado a los pocos meses. 

Fue una mala noticia no solo para los traficantes originarios, sino también para los vecinos. Si hasta entonces los dueños de los narcopisos desencadenaban el infierno en el interior de las fincas en los que se instalaban, la guerra que libraron los dominicanos sacó las tinieblas a la calle. No era una forma de funcionar nueva para ellos. En realidad, los Mossos habían realizado ya más de 40 investigaciones contra bandas de origen dominicano, ha explicado este lunes el intendente Toni Rodríguez, jefe de la División de Investigación Criminal.

Decisiones como la de EEUU de deportar a los delincuentes peligrosos pueden convertir a países como España en receptores de migración delincuencial 

"Los delincuentes de origen dominicano son personas que viven al día, sin pensar en el mañana, que se dejan guiar por un carácter irascible que impone la territorialidad a partir de la violencia, entre ellos o contra sus competidores", ha resumido Rodríguez. Son protagonistas de trayectorias criminales "consolidadas" -el 85% tienen antecedentes policiales- que comenzaron lejos de Catalunya. Decisiones como las del Gobierno estadounidense de deportar a los delincuentes más conflictivos pueden convertir a países como España en receptores de esta migración delincuencial. "No lo permitiremos, tienen que saber que estaremos encima", ha avisado el intendente.

Gatillo fácil

Hay diversas bandas dominicanas residentes en Catalunya. Un enfrentamiento entre dos de ellas hace casi dos años desembocó en tiroteos con armas automáticas que se saldaron con seis muertos y siete heridos. La misma vehemencia que acompañó su desembarco en Ciutat Vella a comienzos del 2017, punto de inflexión a partir del que se comienzan a contar por decenas los episodios violentos, también con peleas a la luz pública con machetes o luchacos o incluso dejando muertos en el camino, que destapa la conquista dominicana. En estos dos años se han producido 160 detenciones policiales a causa de episodios violentos derivados de los narcopisos.

En abril, la División de Investigación Criminal tomó el mando junto a la fiscalía antidroga y a las órdenes del juzgado de instrucción 27 de Barcelona. Gracias a las intervenciones telefónicas, y los interrogatorios, aparecieron sobrenombres como el de "Guadaña, Gordo, Guiri, Belleza o Franki", los líderes del entramado. 

La estructura se dividía en cuatro niveles. En el primero estaban los dueños de los narcopisos, que a menudo tenían a su cargo uno o dos trabajadores y daban cuenta del funcionamiento del negocio a un jefe de zona, el segundo nivel. Por encima estaba una cúpula integrada por cuatro dirigentes; Belleza era uno de ellos. Por último, los Mossos detectaron un cuarto nivel, el de los suministradores, los que ofrecían la droga a los dominicanos. Cuando se trata de heroína, a menudo, los narcos paquistanís con mulas a sueldo eran los únicos a quien podían comprársela.

La organización contaba con otros trabajadores que completaban la infraestructura: los vigías y los correos. Los primeros se encargaban de detectar la presencia de policías –uniformados o de paisano- en las proximidades. Si la notaban, "tenían autoridad para redireccionar a los toxicómanos a otros puntos de venta". Los correos eran mensajeros cuya misión era abastecer de droga los narcopisos. "Agunos utilizaban patinetes eléctricos que complicaban los seguimientos", ha apuntado Rodríguez.

Sin pruebas de la conspiración inmobiliaria

El fenómeno de los narcopisos está unido inextricablemente al parque de domicilios vacíos existente en el distrito de Ciutat Vella. Según el último recuento municipal, más de 600 pisos están desocupados. Los vecinos denunciaron desde el primer momento "una sinergia objetiva" entre los traficantes de droga, que destrozan la convivencia en los edificios y expulsan a las familias, y los especuladores inmobiliarios que, conscientes de que el Raval está llamado a ser un suelo que se pague a precio de oro en un futuro no muy lejano, son los primeros interesados en que huyan los alquileres más viejos.

Pero lo cierto es que los Mossos no han hallado "ninguna evidencia de inmobiliarias que contacten con los traficantes para avisarles de que un piso de su propiedad está vacío", tranquiliza el intendente. "Ellos están atentos, se dan cuenta de que está vacío y lo ocupan". En cuanto entran, simulan que han constituido "una morada" y que, por lo tanto, solo un juez puede autorizar una intervención policial en su interior. Lo que sí ha acreditado la investigación es que la disponibilidad de pisos vacíos es tan elevada que estos traficantes podían cambiar de puntos de venta constantemente para complicar la tarea de los policías.

No es el fin de los narcopisos

La operación Bacar, desplegada el pasado 29 de octubreoperación Bacar,, permitió registrar 27 narcopisos y 13 domicilios que los traficantes usaban para vivir, para guardar la droga o como cocina para cortarla o preparar las dosis. 58 personas han sido detenidas por pertenecer a esta red y todavía quedan 17 fugitivos pendientes de ser arrestados. La veintena de miembros que ocupaban los cargos de más autoridad han entrado en prisión preventivamente. Todos ellos, de origen dominicano, están acusados de pertenecer a una organización criminal que pretendía expandir el negocio a otros barrios de Barcelona.

Sin embargo, el resto de investigados lo integra un conglomerado de diversas nacionalidades, en muchos casos adictos que querían participar para tener acceso a sus dosis, cuyo ordenamiento es anárquico y difícilmente encasillable dentro de las condiciones que el Código Penal establece para acreditar judicialmente que forman parte de una mafia.

A pesar de que la operación Bacar ha supuesto el golpe policial más grande perpetrado contra los narcopisos –hasta la fecha se habían llevado a cabo más de 100 entradas, 80 de estas en el Raval- y ha extirpado a toda la organización que se había adueñado de la epidemia, "seguirá habiendo narcorpisos". Antes de esta redada había entre 40 y 60 puntos activos en el Raval y alrededores. Una cifra que habrá descendido hasta los 20. Pero los primeros grupos criminales aplastados por las bandas dominicanas podrían recobrar ahora el espacio perdido.