SEGURIDAD VIAL

Manual para ir por Barcelona si tienes más de 65 años

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zentauroepp45595412 barcelona 24 10 2018 la guardia urbana explica a gente ma181024174304 / JOAN CORTADELLAS

Carlos Márquez Daniel

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Emilia requiere a un rincón para hacer una confesión que le da un poco de vergüenza. Con voz bajita: "Verá, es que yo soy un peligro público". Con 86 años, admite que anda por la calle con cierta temeridad, sin respetar el verde. La charla y el paseo de este miércoles le han venido bien; ha sido un "toque de atención que espero que me dure". "Es que soy muy activa, siempre voy corriendo como una tonta". Ha participado en una prueba piloto de la Guardia Urbana y el programa Vincles del Ayuntamiento de Barcelona destinada a recordar a las personas mayores que están en el escalafón más frágil de la selva urbana. También la fría estadística debería ponerles en alerta, el 31% de los accidentes de la capital catalana tienen implicado a un hombre o a una mujer de más de 65 años.

Se han apuntado una veintena de vecinos de la Dreta del Eixample y había coincidencia en que ha sido una jornada muy positiva que ahora, si se cumple lo previsto, se extenderá a otros barrios. No solo por todo el sentido común que les han aportado, sino porque también se han podido quejar de cosas que no les ayudan a sentirse seguros cuando van por la calle o cogen el transporte público, como las hojas y la pintura del paso de peatones en días de lluvia, los acelerones y frenadas del autobús, los carriles bici bidireccionales o las aglomeraciones de turistas. Se trataba de dar una vuelta por los alrededores de la Sagrada Família y de realizar una breve charla con diapositivas.

Dos grupos y a la calle. David Vázquez, subjefe de la unidad de investigación y prevención de la accidentalidad de la Urbana, ha comandado la primera horneada, formada por ocho voluntariosas mujeres y un hombre. No se trataba de cargar a los asistentes con sesudas explicaciones. Basta con recordar lo obvio, pero acompañado de consejos y comentarios que refuerzan la necesidad de portarse bien. Se les ha recomendado no esperar en la rampa que da acceso al paso de peatones, y se les ha explicado que un peatón recientemente atropellado perdió la vida justo en esa suave bajada. Dejando de lado que puede resbalar como un demonio.

Mirar y volver a mirar

También les han contado que en los pasos de cebra sin semáforo, por mucho que tengan toda la prioridad del mundo, deben mirar a ambos lados. Dos veces. Tres si es necesario. Y cuando tengan claro que no viene nadie, cruzar. En los semáforos, si el verde se pone a parpadear, calma. Si acabamos de pisar el asfalto, vuelta atrás. Si estamos a punto de llegar, un último esfuerzo. ¿Por qué? Pues no solo por temor a terminar en rojo, sino porque quizás una moto o un coche le da por salir antes de hora y se nos lleva por delante.

El 73% de las personas que se caen dentro de un bus tienen más de 65 años

Manuel Haro, jefe de la unidad de accidentes y uno de los tipos que mejor toma la temperatura a la vía pública de Barcelona, siempre intenta hablar en positivo cuando se refiere a la seguridad vial. Suele decir que moverse por la ciudad es "un contrato social" en el que uno no debe quedarse con que no le permiten hacer algo. "Debemos sacarnos la prohibición de la cabeza y tenemos que pensar que cuando cumplimos una orden, estamos respetando los derechos de otro. Y viceversa". O sea, que si estamos detenidos en el paso de peatones es porque es el turno de otros de avanzar. Un 'quid pro quo' de la urbanidad. Algo así como democratizar la calle, hacer entender que hay tantos derechos como deberes cuando se trata de compartir un espacio que es de todos.

Vista y reflejos

La mitad de los 20 ciudadanos que han participado en la experiencia han admitido que a diario pasan como mínimo un semáforo en rojo. Además de Emilia, la infractora confesa, otros nueve comparten con gran pesar que efectivamente se juegan el tipo a pesar de que tampoco es que tengan excesiva prisa. También levanta la mano uno de los agentes, como dejando claro que aquí todo hijo de vecino toma alguna que otra mala decisión cuando se mueve por la ciudad, ya sea a pie, en bicicleta, en moto, en coche o en patinete. El problema es que a cierta edad, el riesgo se multiplica. "Porque ni los reflejos ni la vista son los mismos", señala Vázquez, que aborda la vejez con tacto.

El paseo incluía mezclarse con los turistas delante del templo de Gaudí. Ahí la consigna ha sido "huir de los agobios". Traducido al caminar, el consejo es que las personas mayores deben buscar siempre el recorrido menos estresante para evitar tropezones e imprevistos que puedan resultar fatales. "Si eso implica que en vez de bajar por Marina lo hacen por Lepant, pues adelante, porque ahí seguro que van mucho más tranquilas". Porque el espacio urbano, ha admitido Vázquez, "está mucho más disputado que hace 20 años". Y eso no solo afecta a los forasteros, también al creciente mobiliario urbano, las terrazas de bares y restaurantes, las bicicletas o las motos (mal) aparcadas.

La caminata ha terminado en un bus de TMB fuera de servicio, al que han subido para rematar la lección con consejos sobre minimizar los riesgos cuando se va en transporte público. "Lo bueno de este es que no se mueve", ha bromeado Teresa. Ese es principal problema con el que se encuentran, lo imprevisible de estos hercúleos vehículos, que tanto frenan como arrancan como toman una curva cerradaEl 73% de las personas que se caen en el interior de los autobuses tienen más de 65 años, así que era importante poner atención. "En cuanto entren dentro deben priorizar encontrar un asiento que quede lo más cerca posible de la puerta por la que van a salir. Ustedes en ningún caso deben ir de pie, y hagan el favor de agarrarse bien en el momento en el que se levantan para salir". "Pero primero tienes que encontrar a alguien que te ceda tu asiento". Ese ya es otro problema...

Emilia se ha pasado varias veces de parada por no llegar a tiempo a la salida. En una ocasión quiso realizar la maniobra con rapidez y terminó por los suelos. Es la misma Emilia que cruza en roja. "El otro día una moto me insultó y me dijo de todo. Si quieres que te diga la verdad, tenía toda la razón".