BARCELONEANDO
El desierto de tus ojos
Un local de Barcelona hace fotos ultra detalladas del ojo humano que los clientes compran como obras de arte para colgar en el salón
Mauricio Bernal
Periodista
Mauricio Bernal
Avanza una columna de dromedarios por el paisaje desértico. Silenciosos hombres con túnica y turbante. El sol refulge y quema. El agua escasea. Los animales berrean. Lejos, muy lejos, se adivinan formas oscuras. Podrían ser montañas, o quién sabe: la sombra de una explosión nuclear. El paisaje no se parece a nada conocido. De la nada, un abismo se abre a los pies de los viajeros. La tierra, si es que es tierra, cambia de color, se vuelve oscura. La columna se desvía para rodear el cráter. Entonces, se dan cuenta, los persigue una nube de polvo. De polvo o algo similar. Apuran el paso, castigan a los animales. La nube los alcanza, los engulle.
Un ojo puede ser un paisaje amarillento pardo inédito o una telaraña de azules dispuesta en torno de una nada
Un insecto. Una especie de telaraña, por decir algo: hilos azules sobre hilos marrones sobre la nada. El animal se agarra sin dificultad. Todos los hilos convergen en un centro que es un agujero negro, un vacío sideral. Esto es un abismo, uno de verdad. El viento es helado y sube de lo que no ha de ser nombrado, las profundidades. El animal se acerca y duda. Si levantara la mirada vería formas azules y extrañas a lo lejos, deformidades. Pero es el agujero. Lo seduce.
Imaginación natural
Un ojo visto muy de cerca y aumentado con los dispositivos adecuados puede ser un paisaje amarillento pardo inédito o una telaraña de azules dispuesta en torno de una nada; o una superficie marciana, o una galaxia desconocida. En cualquier caso, es casi siempre una extravagante combinación de colores y formas, algo estético. "Es una obra de arte", dice Stéphane Heno, responsable del local de Iris Foto en Barcelona, donde el ojo humano es tratado con arreglo a criterios estrictamente artísticos: fotografiado con un artilugio especial, impreso en soportes especiales, entregado a los clientes como un cuadro concebido para presidir el salón de casa. Cada ojo es distinto y encierra su propio paisaje sideral, lunar, espacial, atómico. La naturaleza tiene su propia imaginación, su propio estilo, su propia tendencia a ser delicada y estrambótica: da testimonio la galería hecha de ojos en el local de la calle del Pi.
Según el tamaño y la presentación, la foto enmarcada del propio ojo puede costar hasta 4.000 euros
Hace 15 años, en el 2003, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) llevó a cabo una exposición, 'La vista y la visión', que analizaba "el tema del ojo en la historia del arte desde la prehistoria hasta nuestros días", como aún se puede leer en la página del museo en internet. La muestra constaba de más de 350 obras que incluían piezas del neolítico y la Edad de Bronce hasta trabajos de Picasso, Miró y Zurbarán. "La idea es que el espectador se sienta acogido y rechazado por el poder de la mirada, por el poder mágico del arte que se expresa a través del ojo", declaraba entonces el comisario de la exposición, Pedro Azara. Viene a cuento porque es un punto de referencia con respecto al discurso de que el ojo –el ojo desnudo, aumentado, escrutado hasta el detalle microscópico– es arte en sí mismo, sin el puente metafórico o representativo que supone la mirada del artista. El poder mágico del ojo, en este orden de ideas, no necesita del arte para expresarse. Si acaso de una cámara que revele sus secretos.
Excursiones familiares
La cámara de Iris Foto es un artilugio desarrollado por un francés, Olivier Colin, y un alemán, Felix Mayrl: una especie de secreto bien guardado, al fin y al cabo la piedra angular del proyecto. "Macro camera system", la llaman. Se hace la foto, el archivo se envía a Alemania, se imprime allí y se envía el resultado en una de las seis presentaciones que el cliente ha escogido de antemano. Si es arte o no es arte, en términos de precio es como si lo fuera: según el tamaño y la presentación, oscila entre 120 y 4.000 euros. Los clientes, tres de cada cuatro, son turistas, y no escasean las excursiones en familia: el ojo de papá, el ojo de mamá, el ojo del pequeño. Iris Foto centra la pupila, que siempre tiende a la izquierda, y redondea el ojo, que al natural es más ovalado, pero nada más: los desiertos, las telarañas, los mares, las explosiones nucleares, eso que el ojo lleva dentro no se toca.
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