OPERATIVO DE MADRUGADA

La Generalitat activa un plan de emergencia para sacar a los menores de las comisarías

Un menor, acompañado de una educadora y una asistenta social, la noche del jueves en el Pabellón de la Mar Bella.

Un menor, acompañado de una educadora y una asistenta social, la noche del jueves en el Pabellón de la Mar Bella. / MAITE CRUZ

Guillem Sànchez

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La Generalitat ha activado a última hora de este jueves por la tarde un plan de emergencia para sacar a todos los menores marroquís de las comisarías de los Mossos d'Esquadra. El operativo de la Direcció General d'Atenció a la Infància i l'Adolescència (DGAIA), con la colaboración del Ayuntamiento de Barcelona, tiene como objetivo que este viernes ya no quede ningún 'mena' -menor no acompañado- durmiendo en las sedes policiales en las que han pernoctado durante doce días. Está previsto que se alargue hasta bien entrada la madrugada.  

A las 19.00 horas los responsables de la DGAIA han dado instrucciones a sus funcionarios para que se organizaran para comenzar el el traslado en furgonetas de todos los menores que de las comisarias hasta el Complex Esportiu Municipal Mar Bella, ubicado en el 86 de la Avenida del Litoral. Simultáneamente, el Ayuntamiento de Barcelona avisaba a los trabajadores del pabellón para que alargaran el horario previsto -hasta las 23.00 horas- hasta que resultara necesario.

La primera fase ha sido el traslado al equipamiento deportivo municipal de Poblenou. En este pavellón, el personal de la DGAIA los ha ido haciendo entrar por turnos en los vestuarios. Allí dejan la ropa, se duchan y reciben ropa limpia. Algunos, también, atención médica. Posteriormente han ido siendo distribuidos por varios centros dependientes de la DGAIA, especialmente el de la calle de Rocafort.

A las 23.00 horas ya habían pasado por el pabellón de la Mar Bella una veintena de menores y se esperaba que a lo largo de la noche fueran atendidos unos 60, procedentes desde distintos puntos de Barcelona y del terriorio catalán. Entre los chicos no todos son recién llegados, dado que también había algunos fugados de centros pero ya integrados en el sistema de protección de la DGAIA. 

Los traslados han empezado con los menores acogidos en el cuartelillo de la Guàrdia Urbana de La Rambla, seguidos, sucesivamente, de los menores que dormían en las comisarías de Mossos de los distritos de Les Corts, Sant Martí, Eixample, Ciutat Vella; y posteriormente Girona, Pineda, Arenys y Garraf. Todos los menores han sido identificados.

La autogestión de los Mossos

Hasta la puesta en marcha del operativo de este jueves, los menores han estado en manos únicamente de los Mossos durante casi dos semanas. Los 17 menores 'afincados' en la comisaría de Ciutat Vella de Barcelona ya se habían duchado este mediodía. Muchos de ellos lo hacían por primera vez en, al menos, 11 días. Este baño, sin embargo, tuvo que gestionarlo la propia comisaría del Raval por su cuenta, tras solicitar ayuda a una entidad social cercana, la Fundació Arrels, que cuenta con instalaciones para la higiene de los sintecho.

A las 13.00 horas, los chicos salieron acompañados por dos agentes, que los guiaron hasta la sede de Arrels, en la calle de la Riereta. Allí les esperaba un traductor de árabe y algunos recibieron algo de ropa limpia, no todos.

Según fuentes consultadas por este diario, la noche del miércoles al jueves fueron una cuarentena los menores no acompañados que durmieron en el suelo de las comisarías de Barcelona, distribuidos principalmente entre las del Eixample y Ciutat Vella. Ante la tardanza en reaccionar del Govern o el Ayuntamiento de Barcelona, cada una de estas comisarías se ha organizado por su cuenta. Pero la situación era "insostenible", adviertían los agentes a lo largo del día. 

En el Eixample, los policías les han proporcionado sábanas y camisetas de detenidos y se han coordinado para comprar fruta en el Mercadona. También han asignado a un policía como referente de los chicos y han acercado a una traductora para preguntarles qué necesitaban. También les han habilitado el baño para asearse y han redactado unas normas básicas en árabe para convivir dentro de la comisaría.  

Los chicos llevaban una semana y media en las comisarías porque la Direcció General d’Atenció a la Infància i l’Adolescència (DGAIA) afirmaba no poder acogerlos por falta de plazas. Pero la saturación de los centros de acogida no explica por qué la Generalitat se ha desentendido de ellos durante estos días hasta que se ha puesto en marcha el amparo social. Un tiempo en el limbo de las sedes policiales durante el que se han multiplicado las opciones de que los menores -que han llegado hasta la capital catalana sobreviviendo a un itinerario de penurias que ha incluido cruzar el estrecho de Gibraltar agarrados a los bajos de un camión o escondidos en pateras o lanchas de narcotraficantes- acabaran cayendo en la pequeña delincuencia o en la adicción de pegamento. "No queremos centro, queremos vivir en la calle", explicaban el mediodía de ayer a EL PERIÓDICO  tres 'niños de la cola' de los que este jueves habían vuelto a desparramarse por los jardines de Sant Pau y que, a diferencia de los recién llegados, ya no quieren formar parte del sistema de protección de la infancia.

La falta de higiene que presentan los menores provocó, entre otras cosas, que varios ciudadanos que acudían a las comisarías a presentar una denuncia protestaran por el hedor que acumulaba la sala de espera en la que habitaban los chicos. En la comisaría de Ciutat Vella, para sortear las quejas, se optó por poner sillas en la entrada y separar a denunciantes y menores. Durante este tiempo, ha sobrevolado entre los policías incluso la sospecha de que podría propagarse un brote de sarna. Pero los menores de Ciutat Vella no se lavaron hasta este jueves -gracias a una iniciativa de la propia policía- y no constaba hasta ese momento que los chicos hubiesen recibido tampoco ninguna atención médica. 

Al margen del abandono de las administraciones, las muestras de solidaridad con los chicos, que tienen entre 10 y 17 años, tampoco se han prodigado por parte de entidades sociales. En realidad, toda la generosidad que han recibido hasta que la maquinaria de la administración se ha puesto en marcha se reduce a los gestos de los policías, los de alguna empresa como Bo de debó o del restaurante Tant de Bo, que están sirviéndoles comida gratis, o algunos ciudadanos que se han acercado a preguntar por ellos.