BARCELONEANDO

Sisi, una estrella en Barcelona

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Mauricio Bernal

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Hace tiempo que se volvió costumbre saber con detalle qué hace una estrella –o un terrenal famoso– cuando está de paso por una ciudad determinada: qué calles pisa, qué museos visita, en qué restaurantes come, cuál es la geografía que impregna con cualquiera que sea la magia que destilan sus dedos. Puede parecer que forma parte de la sociedad audiovisual, y que tanto las nuevas tecnologías como las redes sociales han llevado la práctica al paroxismo, pero ya era así en un año tan analógico como 1893. Se cumplió el día 10 el 120º aniversario de la muerte de la emperatriz Sisi, estrella de su tiempo, y en este mes conmemorativo hay quien recuerda que su alteza real Elisabet de Wittelsbach pasó fugazmente por Barcelona en febrero de ese año, 1893, cinco antes de ser asesinada. La prensa de la época consignó la visita con detalle.

Intentó pasar desapercibida, pero los periódicos de la época acabaron por enterarse e informar de su estadía

Hay personas que sienten devoción por Sisi, la emperatriz rebelde, la mujer avanzada a su tiempo, como el investigador barcelonés Josep Maria Vilarrúbia-Estrany, que entre los 17.300 volúmenes que conforman su biblioteca –no es un decir: vive sepultado entre libros– tiene unos 40 sobre Sisi, algunos en idiomas que no entiende, como el alemán. Su emoción tocó cotas de hondura cuando visitó en Viena la cripta de los Capuchinos donde está enterrada, y hace dos años publicó su propio libro sobre la emperatriz, ‘Sisi, una emperadriu singular, una reina exemplar’, donde dedica algunas páginas a repasar los detalles de su visita a la ciudad. Los que no puso allí los cuenta de viva voz en su laberíntico piso del barrio de Sant Andreu.

Séquito, vacas y cabras

Sisi –solo en el cine Sissi– llegó a Barcelona el 5 de febrero de 1893 a bordo del yate ‘Miramar’, que amarró en el portal de La Pau. A bordo viajaba un séquito compuesto por 30 personas y un montón de vacas y cabras, "porque la leche que bebía tenía que ser de un tipo de animal en particular", según Vilarrúbia-Estrany. La emperatriz de Austria y reina consorte de Hungría quería pasar desapercibida y para conseguirlo empleó un título nobiliario de segunda categoría, condesa de Hohenembs, aunque la estrategia no le serviría de mucho. "El primer día permaneció en el barco, y solo puso pie a tierra al día siguiente. Fue al parque de la Ciutadella y dio un paseo en un coche de caballos. Luego se fue a pasear por la Rambla, porque le gustaba caminar, pero por el lateral, porque pensaba que por el paseo central podía ser reconocida". Al final, por mucho que lo intentó, no pasó inadvertida –la belleza y los séquitos también entonces llamaban la atención– y los periódicos acabaron por enterarse e informar de su estadía. "Todos los diarios explicaron cosas, y todos, cosas distintas de las que publicaba la competencia".

"¡Soy la emperatriz de Austria!", gritó para que la dejaran entrar al castillo de Montjuïc, pero ni así lo logró

Puede que el episodio más cargado de significado de esos cinco días de visita fuera el que tuvo lugar en el castillo de Montjuïc, que Sisi se empeñó en visitar porque su hijo Rodolfo en su día había estado allí. "Y como ella estaba obsesionada con el hijo muerto, cuando le dijeron que aquello era una instalación militar y que no podía entrar, hizo lo que pocas veces hacía, que fue gritar: ‘¡Soy la emperatriz de Austria!’ Pero ni siquiera así la dejaron entrar". Sisi, que era culta y lectora, visitó varias librerías de viejo, entre ellas una de la calle de Ferran (de Fernando VII entonces) que regentaba un señor Duran Bori, "donde pidió obras de Shakespeare en francés o en inglés", según relata Vilarrúbia-Estrany en su libro. Se sabe que visitó varios cafés, que se marchó el 9 de febrero. Cinco años después, el 10 de septiembre de 1898, el anarquista italiano Luigi Lucheni le clavó un fino estilete en el corazón mientras paseaba por el lago Lemán de Ginebra, tan fino que Sisi al principio no se dio cuenta de nada. Fue cuando subió al barco que le dijo a su dama de compañía que se sentía mal.

Los periódicos de 1893 también registraron la visita de Sisi a la Creu Coberta. Es allí, en la sede del distrito de Sants Montjuïc (Creu Coberta, 104), donde Vilarrúbia-Estrany impartirá el próximo lunes una charla al respecto, ‘Sisi, la emperatriz de Austria que visitó la Creu Coberta’. Promete detalles como estos y otros de su visita a Barcelona. Sisi, subraya el investigador, con una sola 'ese': “Así le gustaba a ella. Las dos 'eses' son por las películas…”