La mayor fiesta mayor

Mercè 2018, 'jour de fête'

Desde el espectáculo de minúsculo formato (Kino Theatre, por ejemplo), al mayúsculo, correfoc, todo luce en la fiesta mayor de Barcelona

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Carles Cols

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Visto y gozado en el parque de la Ciutadella, entre la glorieta y la cascada. Es un espectáculo de la compañía Panorama Kino Theatre. Viene de Suiza, aunque algunos de sus miembros son de otros países. Hasta de las antípodas. Han montado (a ver si se entiende) una minúscula platea de cine. Es una caja negra, con capacidad para 20 personas sentadas y, he aquí la pirueta, que gira sobre un eje central, como un tiovivo. Una de las paredes, hacia la que miran los espectadores que se sientan en su interior, está cubierta por una cortina corrediza. Cuando se abre, aparece ante ellos la vida en este parque de Barcelona. Desde dentro, el espectáculo es cómicamente cinematográfico, como de película de Jacques Tati. Parte de lo que se ve en la inexistente pantalla son personas recién recicladas en actores por el equipo de Kino Theatre un par de minutos antes, cuando la caja miraba hacia otro lado, porque suavemente gira sin cesar para generar una sensación de travelin en la pantalla. Otros son gente que simplemente pasa por ahí. A veces, unos y otros son indistinguibles. Una delicia. Mercè en estado puro.

El espectáculo de esta compañía, que repite media docena de actuaciones este domingo y media docena más el lunes, es solo un pequeño párrafo en el programa de la fiesta mayor de Barcelona, apenas unas líneas en las 130 páginas de la versión impresa, muchas más en la app de la versión telefónica. Es decir, podría elegirse otro show para resumir por qué merece la pena la Mercè, la mayoría son muy recomendables, pero este sirve perfectamente para el propósito de esta crónica.

Se abre el telón. Pasa una familia con niños. Un tipo vende globos al fondo. Otro, porciones de coco dentro de un cesto. Una chica con vestido de lunares se hace un selfi. Es una actriz de la compañía. Los otros, no. La primera vez que ella aparece, nadie intuye la diferencia. A cada vuelta del tiovivo, resulta más obvio. Pasan una veintena de turistas en bicicleta. No parece el día más aconsejable para visitar así el parque. ¿Forman parte del número teatral? No. Es el sindiós de cada día. Pasa un segundo grupo de turistas en bici. ¿Por qué siempre la mitad parece que es el primer día que montan sobre dos ruedas? La chica de los selfis aparece en una de las vueltas rodeada de medio centenar de acompañantes que se juntan para salir todos bien juntos en la foto.

Desde el interior del Kino Theatre la vida tiene un aire cómico, muy Tati, incluso esos patosos turistas en bici siempre a punto de atropellar niños

A ratos, es inevitable, hay quien mira a la pantalla, a los espectadores del falso cine. Algunos saludan con la mano. Ni siquiera eso rompe la magia. Todo aquello recuerda un poco a una de las más antiguas películas rodadas en esta ciudad, Barcelona en tranvía, 1908. El título era un resumen de todo el argumento del film. Montaron una cámara de manivela en el morro de un tranvía que subía por el paseo de Gràcia hasta la plaza de Lesseps. Quienes desde la calle se daban cuentan, hacían monerías. De vez en cuando pasaba algún coche. Ya puestos, mencionar aquí, como de paso, que este sábado 22 de septiembre se ha celebrado el Día sin CochesHan cortado la Via Laietana. El ayuntamiento presume de que lo ha hecho con un par, como el no va más. La Via Laietana, nada menos, dice la teniente de alcalde Janet Sanz. Bueno, en realidad había que cortarla igualmente a media tarde para el Correfoc, otro de los platos fuertes de la Mercè, para muchos adolescentes y algunos talluditos de esta ciudad, casi un ritual iniciático. Es también Mercè en estado puro.

Una idea muy loca

De hecho, correfoc, aunque parezca una tradición tan anciana como la sardana o los castellers, es una palabra inventada en 1979 en Barcelona. Fue durante los preparativos de la fiesta mayor de aquel año. Fue un acierto de Agnès Trias y Xavier Jansana. Propusieron reunir en un mismo infierno a todas las colles de diables de Catalunya, tradición que languidecía en más de un pueblo. Lo de llamar a aquella cita correfoc fue como llamar hulahop al hulahop, una genialidad. La lástima fue, en aquellos preparativos de la Mercè de 1979, que Trias y Jansana sugirieron algo más y que el concejal de turno se arrugó. Pretendían que quienes fueran de público al correfoc lo hicieran vestidos de bestias salvajes.  Visto con perspectiva, hubiera sido la repera. Como rareza habría estado a la altura de la procesión de los ataúdes de Santa Marta, en la Galicia profunda (busquen, busquen…).

El sábado de Mercè coincide con el Día sin Coches. El ayuntamiento saca pecho. No hay para tanto

Hubiera sido, además, fiel a la esencia de la Mercè, en la que el público, como han comprobado los integrantes de Panorama Kino Theatre (volvemos a la Ciutadella, disculpen tanto ir de aquí para allá), forma parte de la fiesta mayor. Un miembro de la compañía, mientras los espectadores entran en la sala giratoria, reúne a un grupo de personas en la parte posterior del tiovivo, como a escondidas. No saben muy bien todavía de qué va a aquello. Les acaban de reclutar. Se lo cuenta en menos de un minuto. “Ahora ya sois actores”, les dice. Así, con convicción. Podría añadir “¡mucha mierda!”, que es como el grito de ¡Jerónimo! de los actores, pero por si no lo saben, mejor que no diga nada, no sea que alguien opte por un repentino mutis por el foro.

Pero, lo que son las cosas, los recién instruidos actores se lo toman como si les fuera la fama en ello. En una de las sesiones, poco antes de las dos de la tarde, hay un grupo de tres amigos a los que si Hamlet les pide en ese instante que representen el asesinato de su padre, al culpable rey Claudio de la obra de Shakespeare le da un infarto. ¿Le ponen ganas?, no, lo siguiente. La película de ese pase se titula Oh! Romeo. Comienza con un muchacho que mira ansioso la hora y termina en boda, con los tres amigos antes citados lanzando confeti como su vinieran de verdad de parte del novio. Es un spoiler, lo siento. Pasa mientras tanto por detrás otro grupo de turistas en bicicleta.  El que va en cabeza casi atropella a un niño que corre por el parque. La madre riñe al niño. Tampoco forma parte del número, pero merecería formar parte, teatro del absurdo, el mundo al revés. Es solo el segundo día de la Mercè y ha sido un gozo. Mañana más.