el problema de la vivienda

Los promotores de los pisos 'colmena' planean 8 ubicaciones en Barcelona

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Patricia Castán

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Si alguien es incapaz de imaginar qué es eso de vivir en un piso 'colmena' por unos 200 euros al mes, en breve podrá ver imágenes del primer ejemplo en Barcelona. La empresa promotora del proyecto, Haibu 4.0, ha adquirido hoy lunes en Sants-Montjuïc el primer espacio en el que piensa desarrollar esta idea que ya funciona en algunos países asiáticos. No lo tendrá fácil en la capital catalana, donde el ayuntamiento insiste en que es "técnicamente inviable" por cuestión de habitabilidad. Logre o no abrirlo a público, el espacio se transformará en una vivienda con 14 o 15 camas tipo cápsula, como prototipo del sistema que quieren desarrollar en diversas ciudades europeas. Para Barcelona tienen a punto otras siete ubicaciones, que avanzarán en la medida en que logren su encaje legal.

El proyecto de implantar pisos 'colmena' en Barcelona que avanzó EL PERIÓDICO el pasado viernes ha provocado una gran expectación entre interesados a la par que mediática, y abre el debate sobre los límites a las condiciones de la vivienda en la ciudad. La empresa comenzó difundiendo su iniciativa en carteles distribuidos por la ciudad y con una web informativa. Ahora, visto el alud de peticiones, han acelerado su oficina física en Barcelona (cerca de la plaza de España) y han habilitado un número de información teléfonica, eliminando la tasa de registro de 25 euros con la que inicialmente trataron de filtrar a los verdaderamente interesados entre los curiosos.

Las respuestas en la calle al respecto van de la crítica por el hacinamiento que implica -el ayuntamiento apela a la "dignidad de la vivienda" y no le ve "cabida en la ciudad"- a la esperanza de algunos de poder lograr un espacio económico donde vivir temporalmente con presupuesto bajo. En el mercado hay muchos modelos, pero esta empresa ha apostado por un diseño propio de madera, cuyo primer prototipo a tamaño real estará listo esta semana.

Compartido y a pie de calle

Cabe recordar que esta iniciativa se basa en ofrecer contratos de meses o anuales para personas que tienen un difícil acceso a la vivienda y que ni siquiera pueden optar a habitaciones en pisos compartidos. Con esta fórmula los espacios -siempre en locales a pie de calle en desuso- se destinarían a entre 10 y 30 residentes. No se trata de un hotel ni tendrían recepción o acceso abierto, sino que se estructuran como grandes pisos compartidos (nunca para turistas), donde las camas son cápsulas de 1,2 metros de alto por otro tanto de ancho y 2,2 de largo, que se cierran para dormir con intimidad. 

Cada cubículo tendría 1,2 metros de alto por otro tanto de ancho y 2,2 metros de largo, con espacio de almacenaje anexo por debajo

La idea de alojarse en cápsulas está arraigada en la hostelería de Japón y como residencia en algunas ciudades chinas, pero en Europa se pretende desplegar a la carta, ajustando la oferta a la demanda concreta de los distintos países, relatan. Por ejemplo, el proyecto para Dinarmarca apunta a los estudiantes universitarios, dado el déficit de alojamiento para estos, mientras que "en Barcelona el problema de la vivienda afecta a las rentas más bajas" debido al fuerte aumento de los precios de los alquileres y la compra, argumentan. Con pisos a una media de casi mil euros mensuales y habitaciones compartidas a 429 euros de promedio, los socios de Haibu 4.0 aspiran a promover esta forma de vida por entre 200 y 275 euros al mes.

Las múltiples peticiones recibidas, indica Marc Olivé, uno de los socios, abarcan desde jóvenes por debajo de los 20 años que se quieren emancipar a personas mayores. Los empresarios descartan al perfil juvenil que sale del nido, porque insisten en el "transfondo social" de su aplicación en Barcelona y quieren "dar una salida digna a personas con problemas que no pueden pagar un piso y están en una situación difícil", con el requisito de ingresos mínimos de 450 euros al mes y edades en torno a los 25 y 45 años. 

Otro de los socios -entre ellos hay empresarios, inventores y diseñadores-, Eddie Wattenwil, agrega que varios inversores se han interesado en desarrollar proyectos similares o participar en este. De ese modo, el local que han adquirido hoy en el barrio de la Bordeta (Sants-Montjuïc) se empieza a reformar con el reto de funcionar como vivienda colmena, pero de no conseguir el visto bueno municipal se convertiría en el "laboratorio" del proyecto, como muestra para su difusión en otras urbes y países.

Si logra despegar legalmente, existen ya otras siete ubicaciones repartidas en distintos distritos y con locales a punto para ser transformados en pisos colmena. En total, tres serían para 15 personas, cuatro para 30 y uno para 50, relata Olivé. El espacio piloto de Sants, de más de 100 metros cuadrados inicia su reforma, desde la premisa de que en él podrían empadronarse unas 15 personas.

Viabilidad cuestionada

Para el ayuntamiento, el asunto es imposible técnicamente ya que, como explicó este diario, no encaja en la normativa de habitabilidad de la Generalitat, que establece que una persona necesita al menos cinco metros cuadrado, mientras que hacen falta 12 metros para acoger a tres. No obstante, los promotores no consideran 'habitaciones' los cubículos, sino que estos son meras camas en un espacio compartido. Sus abogados creen que hay jurisprudencia que permitirá llevar adelante el invento. Fuentes municipales cuestionan también que los locales comerciales puedan cambiar a uso residencial, algo que depende también de la densidad residencial del edificio como de la opción a lograr cédula de habitabilidad.

¿Cómo sería la vida en la 'colmena' de Sants? Los cubiletes, de madera, con luces led, panel de cierre acristalado (opaco), sistema de ventilación y espacio de almacenaje debajo, se dispondrán siete a nivel de suelo y siete encima, distribuidos en la zona más próxima a la calle. En la parte interior del local, que da a un patio, habrá cocina (solo con encimeras y microondas), lavabos y duchas, zona de armarios y una zona de chill out comunitaria. Se accederá con llave, como si de un domicilio normal se tratara.