SU FALLECIMIENTO SE HIZO VIRAL

El amor secreto del hombre que dejó este mundo "sin aportar nada de interés"

Emilio Miró Paniello falleció el ocho de febrero de 2018 y dejó una curiosa esquela que dio la vuelta al mundo

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Begoña González

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Emilio Miró Paniello falleció el ocho de febrero de 2018 y dejó una curiosa esquela que dio la vuelta al mundo. El obituario de La Vanguardia le despedía con una curiosa frase: había dejado esta vida "sin aportar nada de interés", pero según ha descubierto Oriol Querol, un periodista barcelonés, eso no fue del todo cierto y esa esquela sería tan solo una insignificante pista de la existencia de una bonita, pero no correspondida, historia de amor

Según contaron los familiares de Emilio a los medios cuando este falleció, él mismo había dejado escritas las esquelas antes de morir de neumonía e incluso había dejado un sobre con el dinero exacto de lo que iba a costar publicarlas. El hombre, que había sido químico de profesión y tenía una malformación en los huesos que le hacía andar jorobado y le obligó a llevar una vida sosegada siempre en casa, había vivido solo desde que su madre falleció. 

Esto era todo lo que se supo de Emilio y su vida hasta que, hace poco, Querol visitó el mercado de los Encants, en Barcelona y tras revolver entre las pertenencias de alguien se llevo una grata sorpresa. "La esencia de Emilio estaba en ese diario", resume Querol a EL PERIÓDICO.

El diario secreto de Emilio

Los Encantes es uno de los mercados de antigüedades más viejo de Europa, siempre tiene algo de historia que ofrecer. Gran parte de los objetos que allí se pueden comprar son  pertenencias de personas fallecidas que se venden por lotes  pertenencias de personas fallecidascuando así lo determinan sus familiares.

"Son cápsulas del tiempo de veinte metros cuadrados en las que se amontonan recuerdos e historias de toda una vida", cuenta Querol en un hilo de Twitter que se ha hecho viral. Una de esas cápsulas del tiempo llamó especialmente la atención del periodista, quien, tras echar un vistazo, localizó unos folios. "Tenía de todo (...). Consultando algunos papeles, enseguida apareció un nombre que por curiosidad teclee en Google y... ¡Boom! solo con la primera entrada vi la historia de la esquela y até los cabos", relata el periodista. 

Entre objetos de químico, aparatos de todo tipo y cintas con películas le llamó mucho la atención la existencia de decenas de carpetas. "Tenía una obsesión por la documentación, era muy metódico y según me contó su familia, cuando vaciaron su piso sacaron cientos de libros", explica el periodista, quien pronto reparó en la montaña de hojas mecanografiadas esparcidas por el suelo. Había dado con el diario personal de Emilio, y sin poder evitar dejarlo escapar, lo compró. 

"Me fui a casa y me puse manos a la obra. Como el diario había provocado interés entre varios visitantes, las hojas habían quedado escampadas. Las había juntado al comprarlas, pero era un caos. Estaba todo mezclado, con hojas escritas a mano y otras mecanografiadas", relata el periodista. Por suerte, la meticulosidad de Emilio le había hecho numerar todas y cada una de las páginas de ese diario. En total 280 folios con 560 caras escritas entre el 13 de octubre de 1960 y el 27 de diciembre de 1962. 

Mari, el amor de su vida

Al principio, Emilio escribía de todo un poco. Temas de actualidad política, de fútbol... e hasta de su fe, que a veces llega incluso a atormentarle. La química, su profesión, también era un tema recurrente para Emilio, que a veces llegaba a utilizar para interpretar algunos aspectos de la vida como el amor

"No cabe duda que el tema estrella del diario fue el amor. Aunque al principio se lo negaba a sí mismo y tan solo hablaba de amistad, Emilio estaba profundamente enamorado de su prima Mari", explica Querol. Mari Carmen era la prima hermana de Emilio de 17 años (el tenía unos 20) que vivía en Monzón (Huesca) y con la que mantenía una relación epistolar. 

Desde el primer momento, Emilio supo que su prima Mari no le correspondía, pero jamás perdió la esperanza y tras armarse de valor la invitó a Barcelona. Tras este gesto, la angustia se apoderó de Emilio, la respuesta tardaba demasiado en llegar, pero finalmente, Mari aceptó. 

Todavía quedaba mucho tiempo hasta recibir la esperada visita, pero Emilio no era capaz de pensar en otra cosa. Durante meses, el joven no dejó de imaginar e incluso ensayar los diálogos que mantendría con ella al verla. Lo tenía todo previsto, había estado estudiando hasta los recorridos que harían por la ciudad. 

El silencio

Finalmente llegó el día D, y con él la última entrada del diario hasta pasadas dos semanas. Emilio estaba realmente ansioso por ver a su Mari y disfrutó de su visita con todo su ser. Fueron dos semanas felices para Emilio, que se truncaron cuando, sin ser capaz de armarse de valor y confesarle sus sentimientos, la vio alejarse de él de nuevo en la estación. 

"La vuelta a la rutina, en septiembre, fue dura para Emilio. A pesar de su insistencia, las cartas de Mari se fueron espaciando durante el otoño y los lamentos de Emilio se fueron agriando", relata Querol. "Poco después, ya en invierno, el diario se acaba. No hay despedida. Simplemente se acaba. Puede ser que las hojas se perdieran en todo el proceso, o puede ser que Emilio se cansara", señala el periodista.

Querol supo en ese instante que ese diario pertenecía a Mari y que a pesar de las intenciones de Emilio de habérselo entregado, jamás llegó a hacerlo. "Me propuse hacerselo llegar, y emprendí una búsqueda con los pocos datos que tenía de ella hasta encontrarla", explica el periodista.

"Mari se casó con otro hombre en 1967. Hicieron el viaje de novios a Catalunya. Y claro, visitaron a sus primos. Le presentó su marido a Emilio, y antes de irse se dieron un abrazo. Fue la última vez que se vieron. Mari y su marido se fueron a vivir a Bilbao y tuvieron tres hijos", explica Querol quien poco después le entregó a Mari el diario. "Se puso muy contenta, llegó incluso a encuadernarlo en tapa dura para poderlo conservar mejor", concluye el periodista.