Un 2018 de récord negativo

La delincuencia se dispara en el centro histórico de Barcelona

Una pareja de Mossos patrulla por una calle de Barcelona.

Una pareja de Mossos patrulla por una calle de Barcelona. / CARLOS MONTAÑÉS

Guillem Sànchez

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La comisión de delitos en el distrito de Ciutat Vella, el centro histórico de Barcelona, avanza este 2018 a ritmo de récord. La web de los Mossos d'Esquadra, actualizada por última vez en mayo y con una base de datos que retrocede hasta el 2011, muestra que nunca se habían recogido tantas denuncias como ahora. El Portal Estadístico de Criminalidad del Ministerio de Interior, con datos para toda Barcelona -no solo Ciutat Vella-, detecta un incremento notable de hurtos, robos con violencia y robos con fuerza en domicilios, entre enero y junio, en relación al 2017. Y fuentes policiales consultadas por EL PERIÓDICO, tanto de los Mossos como de la Guardia Urbana con acceso al recuento de denuncias acumulado durante este verano en el distrito, avisan de que en estos meses de vacaciones no solo se ha mantenido la tendencia nefasta anunciada por los dos primeros indicadores -públicos-, sino que ha empeorado. El aumento respecto al 2017 podría ser del 30%, calculan.

Desde el Ayuntamiento de Barcelona se admite esta "tendencia al alza" en el distrito pero se recuerda que se han "extremado los esfuerzos" para cambiarla: "Destinando 56 agentes más de la Guardia Urbana", invirtiendo "más de 5 millones de euros" para los problemas derivados "del tráfico de drogas" y desarrollando un nuevo protocolo policial contra los carteristas. 

Techo histórico

Las cifras de criminalidad en Ciutat Vella -que agrupa los barrios del Raval, GóticoSant Pere, Santa Caterina i la Ribera Barceloneta, y las zonas de máxima afluencia turística y el ocio nocturno de la zona litoral- están tan altas como en los periodos más negativos de Barcelona, en los años 2009-2010-2011.

La explicación al repunte negativo de hace nueve años en la capital catalana, y en el distrito 1, se vinculó al boom de los carteristas del metro. Costó dos años reducir aquel fenómeno y se logró cuando se activó el dispositivo 'Xarxa', que combinaba esfuerzos de Mossos, Urbana y TMB -en colaboración con la Fiscalía- y fundalmente suposo aumentar el número de agentes que bajaban al tren suburbano para controlar a los descuideros.

El hurto -acción de sustraer un bolso, una cartera o un teléfono sin hacer uso de la violencia o la intimidación- es el delito rey en Barcelona. Representa más de la mitad de las denuncias anuales y, si crece, el balance delincuencial se ennegrece enseguida. El dispositivo Xarxa dio sus frutos a partir del 2012 y durante los años siguientes la actividad delincuencial descendió. Hasta este año.

Robos, hurtos y ladrones de casas

El Portal Estadístico de Criminalidad -con datos de todos los cuerpos policiales- muestra que, en toda la ciudad, en el primer semestre del 2018, los robos con fuerza en domicilios han aumentado un 31%. Los hurtos han crecido un 22,7%. Y los robos con violencia e intimidación, como los de las manadas de 'relojeros' y que son los que más desesperan a hotelerosrestauradores o empresarios del ocio, han incrementado en un 12%. Todos estos son también, según las fuentes policiales, los que más han crecido en Ciutat Vella, aunque apuntan asimismo a un cuarto delito: las ocupaciones de viviendas, que -en el caso del Raval, y también del Gótico- guarda relación con la plaga de narcopisos, un problema de seguridad pero también de salud pública, tanto para los vecinos como los propios consumidores de heroína

La ausencia de efectivos

Este incremento delincuencial coincide con la preocupante falta de efectivos de los Mossos, que denunciaron en este diario agentes de rangos y unidades distintas. Y lo que sucedió en el 2009-2010 y 2011 recuerda que el problema se solucionó aumentando los efectivos destinados a perseguir a los carteristas. Pero actualmente, la protección antiterrorista, en una sociedad sometida a un grado de amenaza de nivel 4 sobre 5, es prioritaria. Es decir: ni hay suficientes recursos ni los disponibles pueden destinarse a los carteristas. Esto provoca que recaiga sobre la Guardia Urbana de Barcelona -sin competencias antiterroristas y mejor dimensionada que los Mossos- un sobrepeso que no puede compensar. Acaba de enmarañar la situación el hecho de que los propios policías sean objetivo prioritario del Estado Islámico.

Policías, objetivo del Estado Islámico

La productora islamista Muharir Al-Ansar publicitó un cartel el 16 de agosto en el que aparecían de espaldas dos antidisturbios de la Brigada Móvil (Brimo) de los Mossos. El anuncio fue captado por los servicios de inteligencia y la Comissaria General d’Informació se encargó de avisar a los agentes de esta unidad, según fuentes policiales han explicado a EL PERIÓDICO. El póster difundido con la fotografía de los dos agentes catalanes incita a matar policías del estado español, con un mensaje en inglés y en castellano que exhorta a "responder a la llamada".

Esta no es la primera vez que los Mossos aparecen en propaganda yihadista, que desde hace años tiene uno de sus puntos de mira sobre los policías de los países occidentales. Este aviso en concreto se emitió tres días antes de que Abdelhouahab Taib asaltara cuchillo en mano la comisaría de Cornellà gritando el nombre de "Alá". Una acción que los Mossos consideraron un atentado terrorista -aunque la Audiencia Nacional la seguirá investigando a fondo para concluir si tenía o no un móvil yihadista- y dieron orden, horas después de que se produjera (05:50 horas de la madrugada), de aumentar las medidas de autoprotección policial.

En realidad, desde comienzos del 2018, y según una instrucción de la Secretaría de Estado de Seguridad, todos los cuerpos, incluidas las policías locales, deben tomar varias recomendaciones. El Ministerio subrayó entonces que "no se deberán relajar las medidas de seguridad de la patrulla, cualquiera que sea la naturaleza de la actuación, cuando obligue a mantener una posición de proximidad física a terceras personas. Aproximadamente el 50% de los ataques terroristas contra el personal policial cometidos en Europa en los últimos tres años se han ejecutado con arma blanca". A los puntos estáticos de protección -los equipos policiales destinados a distintos puntos de Barcelona para hacer prevención antiterrorista, por ejemplo-, les aconsejaba tener presente que para un yihadista la "mera presencia de un dispositivo policial estático puede no sólo resultar disuasoria, sino que puede constituirse un potencial objetivo de ataque terrorista".

La amenaza terrorista no solo ha 'robado' muchos efectivos para tareas antiyihadistas, también ha añadido dificultad para mantener un modelo de proximidad basado en patrullas que actúan preventivamente, andando a pie por la calle, dado que eso también implica incrementar el riesgo de que estas puedan ser atacadas.