ordenamiento pendiente

La mayoría de propuestas para mejorar la movilidad turística tendrán que esperar otro mandato

El ayuntamiento estudia como reorganizar la llegada de autocares discrecionales, de rutas del bus turístico y desde el puerto de Barcelona

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Patricia Castán

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Los remedios propuestos por el ayuntamiento para suavizar los (molestos) efectos colaterales de la movilidad turística en Barcelona son ambiciosos y, en muchos casos creativos. Pero la complejidad de su encaje en la realidad hace que los iniciales plazos previstos sean poco viables. Tocan a muchos colectivos, susceptibilidades e intereses económicos, por lo que van precedidos de informes, estudios técnicos y demás burocracia que llaman a la paciencia. 

Las 70 páginas de la Estrategia de Movilidad Turística de Barcelona cruza el fenónemo turístico con las limitaciones de la red de transporte en la ciudad. Las grandes líneas estratégicas pactadas son integrar la demanda turística en la planifición general de la ciudad y no como un añadido; garantizar la sostenibilidad (con la paradoja de que por un lado hay que promover el transporte no contaminante, por otro controlar el pujante negocio de los vehículos de movilidad personal para guiris); lograr más equidad en el reparto de los costes directos y sociales (con un sistema tarifario distinto al actual); hacer compatible la movilidad turística con la vida cotidiana ( regulando la demanda turística para "no colapsar líneas") y dar respuesta los retos territoriales del destino (potenciando el transporte interurbano para fomentar la descentralización territorial).

Esta voluntad se traduce en una docena de grandes propuestas (y sus derivados), en no pocos casos pensadas para el 2018 y el 2019. Pero, ¿en qué fase de aplicación estamos? El gerente de Movilidad del ayuntamiento, Manuel Valdés, destaca pasos ya afianzados, como reordenar la afluencia de autocares discrecionales a Montjuïc, desviar autocares de la calle de Mallorca para ganar protagonismo peatonal, reforzar líneas de bus que pasan por el centro y las playas en verano, regular los grupos turísticos en bici (aunque falten recursos para su control) o a mercados municipales, así como introducir cambios en líneas que casi se han convertido en buses turísticos 'low cost', como la del 24. Cambiar su inicio/final de ruta del Paral·lel a la plaza de Catalunya fue muy criticado por los vecinos, pero Valdés insiste en que al acortar el trayecto y mejorar la frecuencia resulta mucho más eficiente, aunque se "están analizando diferentes alternativas" en torno a las llegadas al parque Güell.

La prevista tasa turística a los excursionistas que llegan en autocar (los cruceristas hace tiempo que la pagan) está pendiente de ver cómo se articula técnicamente, "vinculada a la ocupación del espacio público", relata el concejal de Turismo, Agustí Colom. En la actualidad se está "estudiando" su afluencia en zonas clave para ver posibles monitorizaciones de horarios y ocupación, apunta Valdés. La tasa no se aplicaría directamente sobre el usuario, sino sobre el vehículo, aunque posiblemente estos lo repercutan.

Quien se queda fuera de este canon serían los excursionistas llegados en tren. Por mucho que colapsen la R1, no hay manera ni de controlar su volumen y desembarco ni, mucho menos, de gravarles sin más. 

En fase de estudio

Muchas propuestas siguen esa dinámica de fase de análisis. Como el diagnóstico para la movilidad terrestre desde el puerto a la ciudad encargado al Port de Barcelona, con el fin de mejorar los flujos. Para todas ellas no hay fecha cerrada y se dibuja un horizonte ejecutivo en el próximo mandato.

Más verde aún está la propuesta de rediseñar las rutas del Bus Turístic (aunque se dató en el 2018) para fomentar la descentralización y aflojar la gran presión que generan en algunos barrios. O centralizar las rutas turísticas de autocares desde la estación del Nord. U otra iniciativa como rebajar "la demanda turística" en zonas y horas saturadas, una idea que solo podrían funcionar si se logran tarifas rebajadas de acceso a los iconos turísticos en momentos de baja afluencia.

Igualmente remoto se ve de momento pactar con el sector del taxi -que vive su propio pulso con los vehículos de transporte con conductor o VTC- para fomentar su uso compartido o incluirlos en la futura T-Mobilitat.