CONFLICTO DE CONVIVENCIA

Arrecian las críticas por la falta de limpieza en las calles de Barcelona

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Patricia Castán

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Un lector de la versión digital de este diario comentaba hoy que a razón de tres orines por día, la población canina de Barcelona genera 450.000 micciones diarias, a las que hay que sumar miles humanas de incívicos y otros restos que se derraman accidentalmente o no por las aceras y que se incrementan con los botellones en el espacio público. Un saldo de uso que parece claramente desajustado con los recursos de limpieza destinados en la actualidad por el ayuntamiento, pese a la falta de lluvias de las últimas semanas y que han propiciado que la ciudad huela más que nunca a pis. Un dato concluyente: en el Eixample, el distrito con más población de la ciudad -y el que más trajín soporta junto con Ciutat Vella-, solo se realizan baldeos (limpieza con chorros de agua) cada dos semanas, y una vez por semana en sus esquinas. No obstante, comerciantes y vecinos dicen no ver circular una cuba de agua hace tiempo.

La situación descrita ayer por EL PERIÓDICO era irrebatible, ante la enorme cantidad de esquinas, portales, farolas, papeleras, buzones y otros elementos del mobiliario urbano regados de pis y con oscuras manchas en paredes y pavimento que reflejan que no se ha limpiado en días. El calor ha propiciado que el olor a meada impregne muchas calles, como denunciaron algunos vecino. Un mal extensible a muchas zonas, pero que solo se acompaña de refuerzos de limpieza estival en puntos concretos, como Ciutat Vella, las playas, las fiestas mayores de Gràcia o Sants y los ejes turísticos más transitados.

No obstante, el balance en la mayor parte de la ciudad es preocupante. En Ciutat Vella, con evidente saturación turística y de usos nocturnos y con muchas calles estrellas que facilitan el incivismo, el ayuntamiento afirma realizar baldeos al menos una vez al día, llegando a tres veces en los puntos más críticos. Algo que los comerciantes ponenen en duda. Pero este esfuerzo es muy distinto a la tacañería de medios en zonas situadas a pocos pasos del centro.

Sequía en la acera

En el Eixample, donde la parte baja de las fachadas lucen un aspecto guarrísimo, el baldeo se hace dos veces al mes, y solo se alcanza la frecuencia de una vez por semana en las esquinas y pasajes. Es decir que para cuando llega el manguerazo, se acumulan decenas de orines u otros restos. Incluso un barrio de uso tan intensivo como Gràcia se riega de una a dos veces por semana. Y solo sus plazas ven algo más de agua.

En el Eix Comercial Gaixample critican que la limpieza de la vía pública "está muy dejada" y que los comerciantes se han quejado particularmente en diversas ocasiones con poco éxito. "Está todo asqueroso y podría estar mucho peor si no fuera porque muchas tiendas y restaurantes limpian su parte de fachada y acera", comenta uno de los asociados. Otro empresario afirma que no han visto "una cuba de agua en todo el verano".

En la Vila Olímpica, otro punto caliente con esta problemática, pese a los servicios de refuerzo opinan que hay una mala planificación del operativo de limpieza, sin conocimiento de la realidad del territorio. Su presidente, Jordi Giró, se queja de que en Salvador Espriu no se hace adecuadamente el baldeo, y de que se pasan por alto muchas calles verticales con ríos de paseantes que sufren este mal (en este caso más por incivismo que por la población canina): Marina, Arquitecte Sert, Rosa Sensat... También son críticos con los resultados en la Associació de Veïns de la Barceloneta.

Gabriel Jené, presidente de la asociación Barcelona Oberta que aglutina a los ejes turísticos lamenta que las quejas que han expresado al respecto al ayuntamiento en los últimos meses hayan sido en vano "¿También tendremos que poner limpieza privada en algunas zonas?", reflexiona, apuntando a la situación de degradación que viven "sobre todo el Gòtic y el Born". En este último eje, su presidenta, Marga Domingo cree que nunca había visto el barrio tan "sucio y dejado". "No es verdad que lo rieguen a diario y las pocas veces que vienen eligen horas sin sentido, a media tarde y con las tiendas abiertas", relata. Poner urinarios en la plaza Comercial pegados a los restaurantes, agrega, es un remedio peor que la enfermedad. Llevan un mes esperando que Colau cumpla con la promesa de retirarlos.