CONFLICTO EN EL TRANSPORTE
Los taxistas paquistaníes, en primera línea de la huelga de Barcelona
Una larga alfombra roja está extendida estos días en un lateral del paseo de Gràcia de Barcelona. Los taxistas paquistanís la utilizan para sentarse, jugar a las cartas, dormir, comer e incluso rezar (cinco veces al día como manda el Corán). En Barcelona los paquistanís representan la comunidad extranjera más numerosa dentro del sector del taxi: son unos 2.000 de los 10.500 que actualmente trabajan en la ciudad.
"¿Sabes qué significan estas cifras? Que aquí hay 10.500 familias que viven del taxi", cuenta Mohamed Razar, representante de la comunidad taxista paquistaní, en huelga igual que el resto de sus compañeros. "Hacemos turnos: unos duermen, otros están durante el día. También juntamos dinero para comprar comida, que suele ser arroz con garbanzos o pollo. Y traemos agua para todos", añade. "Lucharemos con los demás hasta el final, hasta que consigamos nuestros derechos", afirma rotundo.
Conscientes de que están "igual de afectados que los españoles", no han dudado un segundo en movilizarse, pese a que el parón de estos días les suponga, según sus cálculos, haber perdido de momento unos 1.300 euros por cabeza. "Esta es una lucha entre pobres y ricos. Uber y Cabify hacen ofertas muy atractivas y estoy seguro de que, si todo sigue igual, harán aún más ofertas a los clientes y bajarán los sueldos de sus empleados", dice otro taxista, Zaheer. El colectivo paquistaní cuenta hasta con una entidad: la Associació de Taxistes Pakistanesos a Catalunya, también llamada Pak Taxi.
Doblemente hipotecados
En su país de origen, cuentan, el sector del taxi "no está tan organizado" como en España. Por eso venir aquí y convertirse en taxista a muchos paquistanís les pareció hace años una buena opción. Ahora la cosa ha cambiado porque, según Zaheer, acabará pasando con el taxi "lo mismo que ya pasó con el sector inmobiliario". "Muchos taxistas están pagando dos hipotecas: la de la licencia y la del coche", revela. Según él sus ganancias han bajado un 40% por culpa de Cabify y Uber.
Raja Nasir lleva 12 años conduciendo su taxi. "Me resultó muy difícil conseguir la licencia. Primero tuve que trabajar cuatro años como hostelero. Ahorré y el banco me prestó entonces 90.000 euros y entonces tuve que elegir entre comprar un piso o una licencia. Elegí lo segundo porque me pareció mejor inversión". Hoy es uno de los muchos que están en huelga. Su mujer y dos hijas, "muy preocupadas", lo apoyan.
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