RESTITUCIÓN

Ocho angelotes monumentales vuelven en grúa a la fuente de la Ciutadella

Los grupos escultóricos que rodean la cuádriga del monumento fueron retirados en el 2010 por su deterioro

Instalación de los grupos escultóricos que rodean la cuádriga de la fuente de la Ciutadella.

Instalación de los grupos escultóricos que rodean la cuádriga de la fuente de la Ciutadella. / .44432064

Ernest Alós

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Ocho amorcillos, abrazados de dos en dos en cuatro grupos escultóricos, han empezado a regresar esta mañana, alzados por una grúa, a lo más alto de la fuente monumental de la Ciutadella. Desde que en el año 2010 la Cuádriga de la Aurora que preside la construcción volvió a ser bañada en oro fino, su brillo quizá hizo pasar desapercibida la ausencia: los ocho 'putti' alados que la rodeaban,  retirados hace casi una década tras descubrir durante la restauración del carro dorado que se estaban cayendo a trozos. Será difícil que pasen desapercibidos, con sus casi tres metros de altura que parecen menos una vez situados en las cuatro esquinas del elevado podido de la cuádriga. .

Los cuatro grupos escultóricos son reproducciones en piedra artificial de las esculturas originales atribuidas a Josep Gamot. El escultor Albert Vallhonesta ha modelado las partes perdidas sobre las esculturas originales, que han pasado a un almacén municipal, mientras que Josep Peraire realizó los moldes a partir de ellas para reproducirlas en piedra artificial. El coste de la operación ha sido de 300.000 euros.

Técnicos del Departament de Serveis d'Arquitectura Urbana y Patrimoni han recordado que durante las campañas de restauración de los años 2009 y 2010, en que se recuperó la cobertura dorada de la cuádriga y se  restauraron 25 esculturas dañadas se apreció que los angelones estaban en un estado pésimo, y peligroso. Construida en 1888 con motivo de la exposición, las figuras se esculpieron en una piedra maleable, pero demasiado blanda, procedente de Alicante. Pronto empezaron a degradarse. Las resturaciones de los años 60 y 80 fueron desafortunadas pero en la última de ellas, con motivo de los Juegos, el remedio fue peor que la enfermedad. Se recubrieron con un mortero que entonces parecía ser una solución ideal pero que borró los rasgos de las figuras y, lo que es peor, resultó ser más duro que la piedra, que empezó a llevarse consigo cuando el producto se endureció y empezó a caer a trozos. 

El trabajo de Albert Vallhonesta ha consistido en retirar todos los añadidos y, a partir de lo que se pudo salvar de la carcomida escultura y de los testimonios gráficos, modelar de nuevo todas las partes perdidas, que no eran pocas: rizos, manos, bocas, orejas, alas y flores de las garlandas.