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Boqueria y ayuntamiento sellan la paz y regulan por fin las terrazas del mercado

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Patricia Castán

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Tras tres años de conflicto, de mesas arriba y abajo, de ajustes de plantilla al son del tamaño de las terrazas... la paz ha llegado a los porches de la Boqueria. Parecía que resolver el conflicto del espacio fuese un reto de premio Nobel de física, pero era tan simple como la alineación que han defendido algunos operadores desde hace tiempo, y que ahora el ayuntamiento con algunos ajustes da por buena. En resumen, la ecuación se traduce en que el 50% del espacio porticado quede libre para el paso, con un total de 36 módulos de seis sillas, repartidos en dos o cuatro. Doblan, pues, los asientos permitidos hasta ahora por el consistorio, con un total de 216.

Regular el entorno del mercado más visitado de la ciudad se había convertido en un reto. El cambio de gobierno dejó una herencia envenenada en la zona. Bajo la alcaldía de Trias y para dinamizar los locales vacíos (o usados como almacenes) del perímetro, se incentivó la inversión y mejoras de dichos espacios y los porches con el acuerdo tácito de dotarlos de terrazas. Después de cumplir su parte los comerciantes, con la llegada de Colau se vio que ningún documento escrito legitimaba aún ese pacto y la mayoría de terrazas estaban en la ilegalidad. Solo cuatro tenían papeles.

El 2016 fue un verano muy caliente en la zona, con Guardia Urbana desmantelando mesas, restauradores y comerciantes en pie de guerra y una situación incierta para los empresarios de la zona. "Han sido dos años malos", golpe de inspecciones y multas, resumía hoy lunes Oti Pérez, vicepresidenta de la Associació de Comerciants dels Pòrtics de la Boqueria.  

En ese vaivén, el mapa del terraceo de la Boqueria ha sufrido mil modificaciones. Se ignora cuál fue el punto álgido de la ilegalidad, pero sí consta en acta que en el 2016 primero hubo autorización para solo 15 mesas y 60 sillas, y más tarde se alcanzaron las 27 y 108 sillas permitidas. El documento ahora suscrito establece los 36 módulos (cada uno con tres pequeñas mesas pegadas y formando un rectángulo), a cada uno de los cuales se encajan seis asientos.

Más accesibilidad

La clave del desenlace es su posición, entre las columnas, centradas y dejándose espacio entre ellas. Para Gala Pin, concejala de Ciutat Vella y con la que se ha librado esencialmente la batalla, "el acceso a la Boqueria está garantizado", a la vez que la convivencia con las terrazas. Y en especial, el fin de la ilegalidad.

Para mantener los accesos despejados también se ha establecido dejar sin ocupar las terrazas las columnas adyacentes a las entradas al mercado, tanto desde la Rambla como desde las calles de las Cabres, de la Morera y la plaza de Sant Galdric. Para Pin, este final más o menos feliz ha tenido en cuenta las voces de los comerciantes y los vecinos, primando criterios de seguridad y accesibilidad. Será más fácil limpiar la zona, el acceso de los vecinos y se garantizará la viabilidad de los negocios. 

Y es que no pocos habían reducido sus plantillas al compás de la rebaja de mesas. Algunos operadores que hasta ahora no contaban con ningún tipo de terraza, han destacado a este diario que al incorporarlas ficharán refuerzos. Los locales de más dimensiones tienen desde esta semana cuatro módulos con un total de 24 sillas, y los menores cuentan con dos y por tanto 12 sillas.

Los comerciantes (restauradores y tiendas con degustación) aplauden el fin de tanto lío, aunque lo consideran un acuerdo casi de mínimos respecto a los planes originales. No obstante, tal y como andaba la zona en los dos últimos años, el Gremi de Restauració valora esta tregua con cierta euforia y como otro paso adelante tras la reciente modificación de la ordenanza de terrazas. Para su director, Roger Pallarols, el conflicto "ha durado demasiado", pero a partir de ahora aporta seguridad a los 16 operadores del entorno. Las nuevas licencias revalorizan también los establecimientos.

Las mejoras en ese perímetro se rematarán con la limpieza de las columnas llenas de excrementos de palomas y arreglos en los pórticos para evitar las molestias que causan estas aves.

La ordenación ha insuflado moral en el mercado, cuyos vendedores explican que las ventas y visitas han disminuido con todos los conflictos del 2017. La Boqueria espera elevar el listón de la calidad y ser más atractiva.  

El difícil equilibrio entre los que mastican y los que compran

En los dos últimos años se han impulsado diversas iniciativas para <strong>potenciar la Boqueria como mercado al que acudir para hacer la compra</strong> y abastecer hogares y no para masticar a dos carrillos por sus pasillos. La <a href="https://www.elperiodico.com/es/barcelona/20170209/comerciantes-boqueria-defienden-medidas-hacia-la-venta-tradicional-y-ajustar-volumen-puestos-del-mercado-5797423">parquetematización del recinto</a> ha disparado las propuestas de comida para degustar mientras se visita el espacio, algo que algunos comerciantes justifican como evolución necesaria para sus cajas ante la caída del comprador tradicional. El consistorio ha regulado las visitas en grupo y también ha impulsado la prohibición de comer in situ a pie de puesto. Un objetivo difícil de cumplir.