EXCAVACIÓN RELEVADORA

La misteriosa reforma urbana del siglo XVII en Barcelona

Toni Sust

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Con fama de malhumorado y pendenciero, hombre que no dudaba en llegar a las manos con empleados y competidores de su negocio, el del alquiler de mulas para el transporte, Pere Santmartí era en 1716, dos años después del fin de la guerra de Sucesión, el propietario de una casa ubicada en el corazón de Barcelona, que lindaba con el Rec Comtal, la plaza del Bornet y el Pla d’en Llull. Un emplazamiento estratégico, según los expertos que analizan los restos del Born. Santmartí residía en la vivienda junto con su mujer, Caterina, dos hijos, una criada y un mozoLa había comprado en 1681, por 700 libras catalanas, al botero Pere Joan. En 1716, la casa estaba valorada por el catastro con un alquiler potencial de 15 libras mensuales. Son datos que aparecen en La ciutat del Born, la imponente obra sobre economía y vida cotidiana en Barcelona elaborada por el historiador Albert Garcia Espuche.

El inmueble, conocido en el recinto del Born como la casa Santmartí -García Espuche la cita con t, otras fuentes escriben Sanmartí- medía unos 70 metros cuadrados y, como tantas en la zona, contaba con planta baja –destinada al negocio del propietario- y dos pisos encima. En 1453, era del comerciante de Vilafranca Pere Ramon Busquets, que ese año la vendió a Antoni Runa. Se cree que fue entonces cuando se segregó de la casa Martorell. Luego fue propiedad de Rafael Cendra, baster (el oficio de elaborar la equipación de los animales de carga), que murió en la casa en 1465 y la dejó a sus descendientes. En 1673 era del botero Jaume Guimerà, y después del ya citado Pere Joan, el que la vendió a Santmartí.

La casa Santmartí es noticia porque es la que centra esta edición la campaña de excavación del programa Arqueoborn, por el cual, desde el 2016, estudiantes de Arqueología de la UB acuden al Born a hacer prácticas en verano. Carme Miró, responsable del Pla Barcino del servicio de Arqueología de Barcelona, ha hablado este miércoles de la excavación pero, sobre todo, ha subrayado que el Born no es solo "tricentenario y 1714", que es un yacimiento vivo que puede ofrecer información de la ciudad desde su fundación por los romanos entre los años 10 y 12 A.C.

La casa Santmartí, ha explicado Miró, ha ofrecido una sorpresa considerable a los expertos, que daban por hecho que, como las que se han analizado en su entorno, contaría con muros del siglo XIV o XV. Pero en este caso son más modernos, del siglo XVII, toda una novedad. De la casa se ha documentado una "reforma profunda" de la vivienda que debió de tener algún motivo, por determinar.

"La zona ya estaba construida, no hay duda", afirma Miró sobre el emplazamiento de la casa Santmartí. No tiene sentido plantearse que un lugar tan céntrico no contara todavía con edificaciones en el siglo XVII. Por lo tanto, algo motivó lo que la experta ha descrito como "una reforma urbana importante" en una zona muy influyente del barrio de la Ribera. Algo que no se había detectado en la zona de la casa Corrales, excavada anteriormente. "Pudieron pasar mil cosas. Una crecida del Rec Comtal, un hecho bélico, o que un señor diga: ‘Esta casa no me gusta’. La idea de destruir para construir ha existido siempre", dice Miró.

Una bala de cañón bajo el pavimento

La casa Santmartí presenta dos canalizaciones que se dirigían al Rec Comtal: una, la cloaca. Otra venía de una letrina ubicada en el segundo piso. Algo habitual, ha relatado Miró, pese a que los vertidos estaban prohibidos para preservar el agua del Rec.  También se han encontrado en la vivienda varios pavimentos a alturas distintas, con 30 años de diferencia. Aquí hay alguna pista concreta. Porque quizá usted cambiaría el suelo por otro más bonito. Pero el hallazgo de una bala de cañón bajo un pavimento sugiere que en la casa Santmartí el cambio lo provocó un bombardeo, quizá del asedio de 1697 o del de 1714.

La investigación de la casa Santmartí por parte de los estudiantes empezó el 2 de julio y concluirá el 28 de julio. En noviembre, se reanudarán los trabajos, esta vez asumidos por arqueólogos profesionales. Así lo cuenta el director de intervenciones, Toni Fernández, que muestra objetos hallados en la casa Santmartí. Lo más relevante, dice, son fragmentos de un abanico elaborado con hueso de animal, “probablemente de un gran mamífero”. También apareció una bala de plomo sin usar –no deformada-, un sello de plomo, una pila local (explica Fernández que en el Born aparecen pipas de todo el mundo por la cercanía con el puerto). También se han hallado muchas escamas de pez, cuando en la casa Corrales primaban los restos de aves.

Enriquecido entre pleitos

Entre peleas y denuncias, Pere Santmartí, que antes que al alquiler de mulas se dedicó a la agricultura en su localidad de origen, Llinàs de Solsona, prosperó y se convirtió en propietario de varias viviendas en Barcelona. Igual tenía pleitos con un competidor que por pegar a un empleado al que se le murió un animal en un viaje de trabajo, o con otros dos a los que envió con mulas a Valencia y que en lugar de regresar de inmediato prefirieron marcarse un mes sabático en Madrid. Al final se constituyó en una especie de subastero de la época, ya que, constata García Espuche en su obra, figuraba en un registro de compradores de bienes de gente que los perdía por no poder afrontar sus deudas.