PROYECTO COMUNITARIO

Historias de la Pista Negra (allí dónde el Raval se la juega y a veces gana)

La Pista Negra, proyecto deportivo y comunitario en el corazón del Raval.

La Pista Negra, proyecto deportivo y comunitario en el corazón del Raval. / periodico

Helena López

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Lo de llamarla Pista Negra partió de un recuerdo de los más veteranos que atrajo a los más pequeños. A los mayores, el lugar, durante el día el patio del colegio Cintra, les recordaba a la pista que improvisaron en lo que acabaría siendo la Rambla del Raval cuando aún no lo era, y eran solo los restos de lo que fueron las calles de Cadena y de Sant Jeroni en la que fue la operación urbanística más ambiciosa en las últimas décadas en el barrio. La Rambla del Raval, inaugurada en septiembre del 2000 y a solo unos pasos de las actuales pistas, es también el lugar, o al menos uno de los lugares, donde empezó todo. Los niños, chicos y no tan chicos -todos hombres-, que jugaban al críquet en el paseo eran multados y perseguidos por la policía y cada día se hacía más evidente la necesidad de buscar un sitio en el que pudieran practicar su deporte favorito tranquilos, de forma segura para todos, también para el resto del vecindario (las pelotas de críquet son macizas y bien tiradas, y estos chavales le dan bien, alcanzan velocidad).

La nostálgica anécdota sobre el origen del nombre la explica Karim Bennaser, educador en medio abierto (de calle) de los servicios sociales del Raval sur; uno de los mayores conocedores de la realidad de los chicos del barrio, con los que trabaja desde el 2002, y referente del joven Usman casi desde que aterrizó en el barrio desde su Pakistán natal con 12 años, hace siete. Hablan uno sentado frente al otro, en los escalones que dan a los barracones instalados en las pistas a petición de los chavales para guardar el material de críquet. Es viernes por la tarde y las tres pistas están llenas. Usman acaba de llegar. Hoy llega más tarde porque los viernes juega a beisbol. Llegó aquí por el críquet pero ahora practica también beisbol, fútbol...

"Mi sitio está aquí"

Le plantaron en el Raval sin que nadie le preguntara si quería cambiar de amigos, de vida y de continente y ahora -ese fin de semana regresaría por primera vez a su país desde que migró, a pasar el verano junto a su hermana y su cuñado- no tiene demasiadas ganas de volver. "Yo aquí ya conozco a todo el mundo. Este [se refiere a las pistas, pero podía perfectamente hacerlo al barrio] es mi sitio, toda mi gente ahora está aquí", relata el joven, que este curso ha estudiado un grado medio de mecánica.

El que viene quiere hacer el curso de monitor para poder trabajar en equipamientos deportivos como este. Curso organizado por la comisión deportiva de la Taula Jove del Raval que ha dado oportunidades a decenas de chavales del barrio como él, amantes del deporte y que a los 18 años, cuando acababan su etapa en los casals, se sentían algo perdidos y que, tras formarse, se han convertido en referentes para las nuevas generaciones, como varios de los monitores que trabajan en la Pista Negra. Esa es otra de las señas de identidad del proyecto, enmarcado en el plan de barrios del Raval sur.

El relato de Usman -peleón, a quien le hubiera gustado que la pista de críquet fuera más grande- es un reflejo del trabajo invisible pero imprescindible de los educadores de calle como Karim, y de la importancia de la existencia de espacios comunitarios como estos en las entrañas del Raval. De fondo, los característicos balcones del Chino que en su día daban en un patio interior y que tras la apertura de los solares quedaron al descubierto.  

Viernes de celebración

El caso de Usman no es aislado. Aswad comparte edad, origen, barrio y aficiones con Usman. Este viernes está de celebración. Se ha sacado el carnet de conducir y no puede ocultar su sonrisa de felicidad. Lleva 10 años -ya más de media vida- en el Raval, donde vino con su padre y sus hermanos. Estudió en el Salvat Papasseit, en la Barceloneta y ahora trabaja en un restaurante de ayudante de cocinero. Como tantos otros, se acercó a la Pista Negra por el críquet, pero ahora juega también o casi más a fútbol.

El espacio, que los vecinos entienden como uno solo, en realidad está formado por tres pistas. Una es la Pista Negra, en el patio de la escuela Cintra (infrautilizado por las tardes hasta el momento), gestionada por el Casal dels Infants y habilitada para jugar al críquet "para dar respuesta a una reivindicación de los jóvenes, además de para poner en valor este deporte identitario para la comunidad migrada más grande del Raval", destaca la jefa de proyecto del plan barriosElisa Vela. En el solar de al lado, un campo de fútbol sala; y una tercera pista donde hay dos mesas de pinpón, unos bancos y un lavabo, "el espacio más utilizado por los más pequeños", explica Karla Arranque, coordinadora de la Pista Negra, quien da mucha importancia a la mezcla intergeneracional que el espacio propicia y a la autogestión por parte de los usuarios, muy implicados en el día a día del equipamiento. "Les quisimos vincular desde el primer día. Yo les traía ya a ver las obras, para que los sintieran suyo desde antes de nacer", añade Bennaser

Creación positiva

Uno de los retos ahora -de la Pista Negra y del espacio público en general- es que se lo sientan suyo también las niñas y jóvenes, algo que actualmente sigue siendo difícil, pese a que se han dado pequeños pasos adelante (aquí entrenan las jugadores del equipo de críquet femenino del barrio, uno de los cuatro de la primera liga femenina de este deporte en España, que se juega en Barcelona). "Para afrontar ese reto hemos contactado con Creación Positiva -explica Arranque-, para que nos ayuden a detectar y visibilizar las restricciones que se encuentran las chicas, así como a potenciar su participación, integración y empoderamiento dentro de estos espacios, facilitando a su vez su percepción como espacios seguros y propios".