El cruce de especies de jabalí en Collserola aumenta el riesgo de superpoblación

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Carlos Márquez Daniel

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Se viene un follón reproductor en Collserola. Resulta que una especie de jabalí se está haciendo cada vez más fuerte en los alrededores del Tibidabo. Se trata del vietnamita, un animal que muchos pensaron que podía ser una buena mascota hasta que se hartaron de él y lo soltaron en la montaña, al ladito de Barcelona. Todos esos repudiados se han puesto cómodos y ya se están apareando con el euroasiático, el marrano autóctono de la capital catalana. Ya se han avistado familias mixtas. Y es un problema, ya que no ayuda a la superpoblación. Más bien todo lo contrario. 

El dato lo aporta Marià Martí, el veterano gerente del consorcio del Parque Natural de Collserola. Y lo certifica porque en los alrededores de las oficinas en las que trabaja ya se han encontrado a varios de estos clanes mezclados. Sería una anécdota si el vietnamita no procreara como si no hubiera un mañana. "Se tienen que eliminar porque contaminan la especie, es una degradación del capital genético. Cada vez es más frecuente verlos y a va a más". El vietnamita fue avistado por primera vez a finales del 2015, pero no ha sido hasta este año cuando se ha certificado su maridaje con su hermano euroasiático.

Flechas aún vetadas

En Collserola hay cerca de 1.500 marranos y lo ideal sería que hubiera 300, con un tope de 600. Pero no solo por las molestias que causan con sus repetidas incursiones en los barrios de montaña. También porque estropean el ecosistema. Su presencia masiva en las más de 8.000 hectáreas de parque natural afecta a otros animales oriundos, hasta el punto de poder llegar a expulsarlos, como los puercoespines y algunas especies de pájaro que anidan en el suelo. 

¿Y cómo combatir este exceso de población? Cada año se capturan cerca de 500 ejemplares en Collserola, pero aún así, la demografía o se mantiene o crece. Lo que está descartado es volver a la caza con flechas y arco que se practicaba, atención, a principios de década. La Generalitat lo prohibió por considerar que causaba una muerte lenta y atroz.